Alfredo
Cardona Tobón.*
Villamarìa en primer plano y en la cuchilla de atrás està Manizales
Las relaciones de Manizales con los poblados
vecinos no fueron siempre color de rosa. Durante el gobierno de Pedro Justo Berrío
partidas armadas de Neira, capitaneadas por Servando Marulanda, invadieron
territorio manizaleño con el natural sobresalto de sus habitantes. El
alcalde protestó ante las autoridades
del distrito norteño amenazando con impedir tales desmanes, así tuviera que
emplear la fuerza.
Las protestas de los burgomaestres de Manizales
por el envío de vagos y gente indeseable de Salamina y otros municipios
antioqueños fue constante a mediados del siglo diecinueve. Este problema
disminuyó, en gran parte, cuando la
localidad tomó importancia comercial y política y dejó de considerarse como un
rincón perdido en la geografía paisa.
Con los vecinos del Cauca los roces fueron muy
graves, a veces con derramamiento de sangre. En la ciudad fronteriza se topaban
dos culturas, dos identidades con valores diferentes, enfrentados a menudo por
cuestiones políticas y raciales.
Del río Chinchina hacia el norte estaba la
Antioquia clerical, de doble moral, conservadora y relativamente próspera.
Hacia el sur se extendía el Cauca liberal, de principios laxos y económicamente
más débil.
En la Aldea de María se concentraban refugiados
políticos que conspiraban contra el régimen antioqueño; en Manizales buscaban
refugio los perseguidos por el régimen liberal del Cauca, quizás más corrupto
que el antioqueño e igualmente violento y excluyente.
A lado y lado del Chinchiná medraba una población flotante de contrabandistas,
abigeos y oportunistas que se desplazaban de un estado a otro de acuerdo con
sus conveniencias.
EN
TIEMPOS DE MELO.
Tras el levantamiento de Francisco de Paula
Albarracín en favor de la dictadura, el
avance melista hasta Mariquita y las insurrecciones en Salamina y Neira, los
manizaleños vieron melistas por todos los rincones. Como la Aldea de María
respaldó a Albarracín, el Prefecto de la Provincia prohibió el enganche de
aldeanos en la milicias constitucionales y se impidió el acceso de los
habitantes de María a los edificios gubernamentales de Manizales.
Suponían que todo aldeano era un espía o un
rebelde que buscaba infiltrarse en las filas de la legalidad.
EL BLOQUEO DE LOS CAMINOS.
Después de la intentona de anexar la Aldea de
María a la Provincia de Córdova para favorecer los intereses de la Compañía
González y Salazar, las relaciones entre
Manizales y la Aldea se deterioraron notablemente.
En 1855 los aldeanos suspendieron por la fuerza
los trabajos del camino que pretendía unir a Manizales con el río Magdalena y
el 10 de marzo de 1857 bloquearon la vía que comunicaba el distrito antioqueño
con el Cauca. Ante la enérgica protesta de Medellín, que pudo conducir a un
conflicto armado, el gobierno caucano destituyó al Regidor de María y lo juzgó
por abuso de autoridad y mal desempeño en el ejercicio de sus funciones.
En la guerra de 1860 los antioqueños capitulan
y las tropas del Cauca imponen un gobierno radical en La Montaña. Pese a la derrota el conservatismo paisa conserva
su fortaleza y controla de hecho la mayor parte del territorio. Las tropas
liberales del Cauca y de Antioquia trasiegan constantemente los caminos
fronterizos tratando de conservar su frágil hegemonía. Para disminuir
distancias se construye el camino del Tablazo, que evita la llegada a María y
conecta directamente a Manizales con Santa Rosa.
Como cada distrito debe auxiliar las
tropas, la Aldea de María trata a toda
costa de mantenerse al margen del tráfico y Manizales busca que los militares
pernocten en la aldea caucana. El camino del Tablazo se bloquea una y otra vez
y sucede lo mismo con el que conduce
a María.
EL FOGONAZO DE LOS RIFLES.
En diciembre de 1863 los conservadores retoman
el poder en Antioquia. Los liberales del Cauca los acosan desde Supía y la
Aldea de María intentando desestabilizar su revolución.
El 7 de enero de 1864 una columna manizaleña
ataca la Aldea de María invocando el Derecho de Gentes que justifica la
invasión en defensa propia. La débil fuerza caucana acantonada en María es
incapaz de resistir el embate de Antonio Jaramillo y su tropa, que entra al
poblado, lo saquea, toma prisioneros y se roba cuanto caballo y mula encuentra
en sus mangas.
En 1876 se repite la escena. En la guerra promovida
por los antioqueños contra el gobierno central,
la gente del general Casabianca entra a Villamaría, la saquea
nuevamente, ataca a niños y mujeres que se refugian en un campamento sanitario
y quema numerosas viviendas.
Meses más tarde se voltea el Cristo. Cae
Manizales en poder de los liberales y tras la capitulación del 5 de abril de
1877, los villamarinos entran a Manizales
donde roban colchones, camas, gallinas, ganado y todo lo que encuentran,
apaleando a cuanto vecino se atreve a salir a la calle o a hacerles frente.
CONTINÚAN LOS CONFLICTOS.
En las
últimas décadas del siglo diecinueve los
manizaleños continúan sus incursiones por tierras caucanas en busca de
delincuentes y rebeldes, sin respetar
límites, pese a las protestas de los alcaldes de Villamaría y Santa Rosa de
Cabal.
En la guerra de 1885 Villamaría respalda la
revolución liberal, sus hombres se suman
a las guerrillas tolimenses y presentan combate en la Florida donde son
derrotados y apresados por fuerzas manizaleñas.
Los roces violentos desaparecen con la creación
del departamento de Caldas y con el desarrollo acelerado de Manizales. Sin embargo persiste la desconfianza entre los dos
municipios que en el siglo veinte impidió la integración para emprender
proyectos comunes y hasta para ponerse de acuerdo en el control de los
borrachos trasnochadores de Manizales, que amparados por la laxitud de la
autoridades villamarinas, aumentan el índice de víctimas de la mezcla fatal del alcohol y la velocidad.
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