ALEGRÍA DE COMER
Alfredo Cardona Tobón
Oscar Henao
Carvajal es un riosuceño que tiene como profesión el amor por su pueblo donde
se distingue por ser líder, actor, escritor, investigador, matachín y poeta. Es un personaje que llega
al corazón de sus paisanos pues
visibiliza sus esfuerzos y da relieve a sus valores.
En la obra de Henao va
Riosucio con su diablo carnavalero, la historia menuda y la picaresca
local cuya esencia se siente al
consultar la “Cartilla Alegría de comer”
donde se descubre las exquisiteces de la cocina local en
combinación afortunada de recetas ancestrales,
anécdotas e historia pueblerina.
En la cartilla toman vuelo las mazorcas y los chiquichoques,
las nalgas de ángel ,el hogagato, viandas de todo tipo y bizcochitos montañeros en 84 recetas que nacen en los fogones pirsas donde las aromas
y fragancias hacen las delicias del afortunado comensal.
“La alegría de comer” es la reivindicación de la
comida criolla, de la callana, el pilón
y los ahumados; en sus páginas el
plátano es el rey y los chontaduros hacen
campo a los pandequesos y los panderitos de surtidos
colores..
Esas deliciosas reminiscencias hacen suspirar a riosuceños expatriados que después de su
mamá lo que más añoran son los sancochos
de Temilda, los tamales montañeros y los quesos en hojas de congo .
Además de las fórmulas y las llamativas ilustraciones
en ” La alegría de comer” se da el toque para curar ollas y callanas con yerbas milagrosas y las fórmulas del cacao
batido para afinar mujeres embarazadas y
la manera de hacer un carbón de leña que
solamente conocen en la NASA y Bonafont. De todo hay en el recetario, en
los arcanos de la Candelaria y el Picará Oscar Henao descubrió fórmulas exclusivas, como
la famosa chicha de las Palominos
preparada en siete barriles gigantes en
una pieza oscura adonde no entra ser viviente
Pero hay más:
al referirse a las delicias
gastronómicas Henao habla de personajes
y lugares incluyendo la setenta y dos, antigua zona de candela, y trae a la memoria a La Tijera, veterana combatiente en las lides
del amor, con sus recetas de caldo de testículos de res, bistec de sangre y
otras preparaciones que las dueñas de las casas no sanctas preparaban para
levantar los ánimos de los clientes. En tiempos idos allí llegaban mujeres de todos los gustos que iban a Riosucio tras el oro de las minas trayendo
recetas de su tierra . U día llegó “ La Tijera” con la fórmula del sancocho africano junto con las “papas chorreadas” y el
chocolate con ojo que llevaba leche, canela y clavos.
Las famosas minutas
de la setenta y dos justificaban el paso
por Colegurre de los “perros” en busca de aventuras y de los maridos que
llevaban cenas a la madrugada esperando que el aroma condimentado les diera un
pretexto y abriera el portón de la casa.
TODO DE MAIZ
Los comuneros de los resguardos indígenas del antiguo
occidente caldense son expertos en la preparación del maíz, en “ Alegría de
comer” se presentan duetos y orquestas con el rico elemento como
empanadas de maíz con bellota de plátano y yuca, las empanadas de cambray, el
surullo de plátano, arepa de maíz
sancochado, arepa de chócolo, arepa de sango, arepa enterrada, arepa de alma
negra, bizcocho de teja, caldo arriero, chamusco, envueltos, macho rucio, pirinolas,
subidos y decenas de productos que tienen el maíz como elemento base.
EN LA TIENDA ESCOLAR
Antes no se conseguían los dulces ni los productos que hoy se consumen
con patente gringa, eran artículos hechos en casa con supervisión de las
abuelas en fogones de leña por
emprendedores que derrochaban ingenio y recursividad.
Henao en sus viejas ofertas escolares presenta el minisicuí
a base de azúcar, ácido ascórbico y
colorantes, también la jaruma, o sea el minusicuí con maíz tostado a lo que
se sumaba el cofio, las cucas, lenguas,
pan borracho, las colaciones, velitas, los gauchos y los hojaldres ,
LA PALABRERÍA
Con las preparaciones que hicieron agua el paladar de
los abuelos va la palabrería del mundo gustativo. En la cartilla de Oscar Henao
se rescatan palabras gastadas que han ido desapareciendo .
Ya no hablamos de ataos ni de chuspas ni se empaca el bastimento, no se siente
gurbia ni hay vendaje y los choros no roban guachipeladas, no se compra parva
ni se habla de puchas, no se pide tapetusa sino aguardiente, se olvidaron los
canastos y el jabón de tierra, no se consigue chachafruto tampoco papayuelas ni dulumocas.
El romanticismo de la cocina descubre el alma campesina. En la música
guasca la arriería palpita con los quesos envueltos en hoja de bihao y los
bizcochos que encargaban los caporales, hay versos que riman con el trapiche .Con ellos van los recuerdos de un
país que fue y se disfraza en las
fiestas para tomar guarapo y medirse a
un chicharrón con patacones.
*historiayregion. Blogspot.com
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