PRÓLOGO AL CANTO DEL BARRANQUERO

 

 


Alfredo Cardona Tabón siguiendo su línea de trabajo investigativo sobre el occidente caldense, con  énfasis en las guerras civiles y la violencia política, vuelve a la edición con una nueva obra :  El Canto del Barranquero, una novela que gira en torno a los acontecimientos violentos de origen político, ocurridos en el pueblo de Opirama (alusión literaria de Quinchía), en las décadas de los años 40 y 50 del siglo pasado.

 

Por esa época, Colombia estaba inmersa en la llamada Violencia, con mayúscula, que empañó la historia cuando los partidos políticos, entonces el liberal y el conservador, azuzados por sus jefes y por algunos jerarcas de la iglesia católica, se enfrentaron sin piedad impulsados por el gobierno de la época.

 

En  el resguardo indígena de Guaspaya, donde  en tiempos idos los  indios currumíes veneraban a Xixaraca, el Creador del mundo y a Michua, la Señora del Valor y de la Guerra, se desarrolla gran parte de la obra que registra el afán  de  quienes al querer borrar  las  ideas ancestrales  sumieron   la región en la tragedia y el  caos.

 

Fue política del gobierno de entonces eliminar el partido opositor, considerado ateo, y comunista  y  para ello, utilizó  a  los “pájaros”, a los chulavitas (policía corrupta y asesina) y a los políticos venales que incentivaban las acciones más crueles dando paso a la zozobra y  el terror y al instinto de supervivencia de los perseguidos que se levantaron en armas para proteger sus vidas.

 

Con esos elementos el  autor Cardona Tobón estructura su escrito  basado en la  historia de su pueblo  que saca a  la luz, utilizando las herramientas narrativas de la novela, señalando a los protagonistas y antagonistas con nombres ficticios, pero con  formas de ser y características reales.

 

 Aparece Crótatas Londoño Jaramillo, jefe supremo del conservatismo de la provincia, un político sagaz, sectario , “parecido a Mussolini, el dictador italiano , con quien se identificó tanto, que copió el tono de su voz, los gestos y los ademanes del mariscal fascista” que con palabras enardecidas, pregonó la destrucción del poblado de Opirama.

 

En la trama figuran los “pájaros” con el alias de “Lamparilla”, “Pálida Azucena”, “Carepalo”, “La Perdiza”, “El Celoso”y  el jefe Ramón Zuleta, secuaces obsecuentes y asesinos y entra a escena el sargento Cuítiva, comandante de los chulavitas, también el “Capitán Veneno” con su cuadrilla  acostumbrada al ataque a mansalva y al robo  e irrumpen  las chusmas de” El Vengador” y del “Sargento García”.

 

La gente oprimida, atacada y vejada  es actora estelar,  allí está   Etelvina, la madre de Graciela Salinas, “La Aviadora”, que abandona el pueblo muy jovencita y al lado de  míster Brand, se convierte en  contrabandista y  pistolera  que opera con el haitiano Pierre y el indio de San Blas conocido como Tulé.

 

 Graciela  lucha por su pueblo entre  santos y orishas mientras  Cándido Aricapa, gobernador del resguardo indígena de Guaspaya y jefe de los indios currumíes con su esposa Clementina Guapacha respaldan a Gerardo Trejos Ladino, alias “el Vengador” junto con  Zofonías Largo y su aliados “Pateperro”; Tulia “La Cucaracha” y  Suso el embolador.

 

Bonifacio el peluquero sigue el vuelo de los pájaros tres patas y  escucha los gritos de los tamaracas que   habitan en lo  más profundo de las hondonadas  y se agitan al  estallido de los tacos de dinamita. La acción se desarrolla cronológicamente, en espacios geográficos limitados por sus  cerros tutelares:  “Gobia, con figura de viejo jorobado,  Puntelanza que parece un pene metido entre las nubes, el cerro Cantamonos con tesoros escondidos en sus entrañas, Ginebra con guayacanes floridos y en el fondo el cerro Carambá” rodeado de mitos  leyendas..

 

 Los acontecimientos se relatan en un lenguaje sencillo y coloquial, no exento de cierta belleza literaria, con palabras precisas y fáciles de entender. El manejo de las descripciones y de los diálogos, demuestran la maestría de Alfredo Cardona Tobón, en su labor de escritor y relator de los hechos viejos.

 

 Al leer las  páginas de “El Canto del barranquero”  reviven los recuerdos y la imaginación nos hace retroceder hacia los  hechos luctuosos  que tanto golpearon a nuestros antepasados.  

 

El Canto del Barranquero es una novela con base histórica que permite a su autor entregar unos textos sobre hechos y personajes  de su región natal,  que, paralelos con acontecimientos similares en muchos lugares de Colombia, dejaron una sombra triste y dolorosos recuerdos.   Es la historia de  una comunidad  que pese al sufrimiento  sobrevivió a todo tipo de desgracias.

 

Fabio Vélez Correa

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