MI QUERIDO VIEJO
Alfredo
Cardona Tobón
Papá
Luis Angel murió en 1978 en Medellín y nació el 7 de octubre de 1909 en Jericó-
Antioquia- Fue un hombre que vivió en una época difícil y a quien he admirado cada vez más a medida que corren
los años.
Ha transcurrido casi medio siglo y hay muchos
pasajes de su vida que se están borrando
del recuerdo , por ello antes que se pierdan los voy a registrar en páginas que recogen su existencia.. Empecemos
con los recuerdos de niño:
La
familia de mamá Judith Tobón perteneció a una rama antioqueña con entronque
de Salvador Cordova y José María Córdova, dos próceres con cepas de pretensiones hidalgas . La familia de
papá Luis Angel Cardona también era de estirpe antioqueña con raíces arrieras aferradas al surco
Para
la familia Tobón los Cardona eran unos
montañeros sin lustre pues no tenían curas ni militares en la parentela. Yo recibí
de herencia esa discriminación familiar
que me hacía sentir “pordebajiado” . Los años corrieron y esa pendejada se
borró de mi mente y abrió los horizontes que me permitieron reconocer un padre guapo, trabajador y honrado que luchó sin descanso por los suyos y
fue líder en la comunidad quinchieña.
Empecemos
a desempolvar los recuerdos:
1-
Tenía
yo cuatro años cuando una mañana de 1942
mi papá Luis Angel me llevó a dar una vuelta por Quinchía .Vivíamos
en un segundo piso del sector de La Quiebra encima de un negocio de un señor Sánchez.. Yo iba vestido con un batacalzón de pana, tenía el pelo largo y según las tías era un
muchachito llorón y mimado. .
A mamá Judith le parecía muy lindo su
primógenito con sus crespitos y el
batacalzón, pero a mi papá le disgustaba que confundieran su muchachito
mayor con una niña y ese día quiso que se notara la diferencia.
Una
vez traspasados los dominios de su
esposa mi papá me llevó a la peluquería de don Bonifacio que con mano hábil y
venciendo mis mañas me cortó los crespos
y me dejó la cabeza medio rapada. Después de la peluquiada fuimos a la sastrería de don Ernesto y adiós batacalzón,
pues ese traje híbrido quedó en una
caneca remplazada por un pantalón largo de dril con correa de cuero y un
carriel de nutria como complemento.
A
continuación me cambiaron las chanclas
por botas con carramplones y se completó la indumentaria con un
sombrerito aguadeño. Así, pues, quedé
como todo un varón al que solo le
faltaba el machete y el zurriago.
Después
de gozarme un sirope con cucas regresamos a casa ante la admiración de la
gallada de papá que nos detenía para admirar mi indumentaria. Lo que ignoraba papá era la tempestad que estalló
cuando de regreso cruzamos la puerta de
la casa y mamá vio a su muchachito disfrazado y sin los crespos.
2-
Otro recuerdo inmarcesible tiene como fecha el
año de 1945 en la campaña electoral para la presidencia de la república con el
liberalismo dividido entre Gabriel Turbay y el caudillo Jorge Eliecer Gaitán.
Mi
abuelo materno era turbayista y mi papá era gaitanista. La familia estaba dividida
al igual que la ciudadanía y yo que sabía leer hacía los carteles a mi abuelo mientras papá como
jefe gaitanista garrapateaba los suyos con
leyendas como “ Vote por Gaitán
que es pura sangre colombiana” o "A la carga con Gaitán".
Queriendo
mucho a mi abuelo, deserté en plena campaña y como
cualquier manzanillo me pasé a
las filas gaitanistas cuando mi
papá dejó de ser el que llevaba el
mercado y me pegaba cuando le ponían
quejas, para convertirse en un guapo como el “muchacho” de
las películas que luchaba al lado de los bueno, o sea los gaitanistas y se enfrentaba a los bandidos , que para mi eran los godos y los turbayistas..
La volteada ocurrió cuando Gaitán entró a Quinchía en
su gira proselitista. Pero en vez de ser recibido con palmas se encontró con el rechazo enconado de los
turbayistas que eran aplastante mayoría. –Ante la lluvia de piedras y los
abajos de los opositores el caudillo se refugió en las instalaciones del
hospital para protegerse de los energúmenos. Fue entonces cuando papá Luis Ángel
con las menguadas huestes gaitanistas corrió a rescatar al líder en una berlina
que lo llevó a Riosucio. Ese acto valiente elevó a mi progenitor a la condición
de guapo y de amigo de quien, si no lo
hubieran asesinado, habría sido presidente de Colombia.
3--
En
1948 papá aportó otra prueba de valentía
que elevó a la estratosfera el
respeto que le profesaba. Fue en
un encuentro entre la policía del régimen conservador con el ejército
acantonado en Quinchia.
En
uno de los choques por motivos políticos, la policía se atrincheró en la casa
municipal y los soldados se parapetaron en
la esquina del Café LUX apoyados por la ciudadanía liberal armada con revólveres y escopetas. Yo tenia
nueve años y con la irresponsabilidad de un muchacho curioso me acerqué al
teatro de los acontecimientos y ahí estaba mi papá, al frente de la comunidad liberal apoyando a los
soldados como un Cid Campeador o Bolívar en el Pantano de Vargas..
Un tiro de grass tronchó la vida de Mariano Monroy y ante la potencia de fuego del enemigo liberales y soldados se retiraron hacia la plazuela donde mamá esperaba en un mar de lágrimas que sirvió para que ella y una tía arrastraran al combatiente hasta el zaguán de la casa que cerraron con llave dejando el heroísmo a cargo de Pateperro, los hermanos Bernal y otros héroes con menos compromisos familiares.
La
tranquilidad duró muy poco, el 28 de marzo de 1948 la chusma y la policía
chulavita irrumpieron en el pueblo. Fue una noche infernal, los vecinos se
parapetaron e hicieron frente a los atacantes y los hicieron retroceder con un saldo de cinco ciudadanos masacrados por los violentos
Para
evitar las emboscadas en las calles oscuras la gente empezó a movilizarse por
los solares. Yo tenía nueve años y por primera vez en mi corta existencia vi que mi padre no
era indestructible y que pese a su
valentía podía caer victima de los asesinos como los vecinos que en ese momento
estaban velando en el pueblo..
En
septiembre de 1949 una nueva incursión de los violentos sacudió a Quinchía, fue
al. anochecer de un domingo. Recuerdo los
gritos, la oscuridad, las canecas de aceite ardiendo , las maldiciones y los abajos de los antisociales.
Ante
el peligro que corríamos papá levantó
unas tablas del piso de la vivienda situada
en la falda de la plazuela y me encomendó la tarea de guiar a mamá y a mis
hermanos hasta la casa de unos amigos
conservadores. Por portillos y solares cumplí mi misión, en la casa quedaron mi
padre y abuelo protegiendo nuestra salida e impidiendo que los atacantes entraran y acabaran con los
bienes tan duramente conseguidos.
Fue
una noche sin fin. En casa del amigo esperamos la llegada de papá y mi abuelo
pero no aparecían, nos imaginamos lo peor, pero gracias a Dios llegaron adonde estábamos en las horas de la
madrugada. La situación se tornó insostenible, el éxodo empezó, los campesinos
se organizaron en autodefensas y nosotros salimos del
pueblo dejando atrás el esfuerzo de muchos años y las cenizas de los seres queridos.
Nos
esperaba el exilio en un destino
incierto y mi viejo, mi querido viejo, que había gozado de prosperidad y
abundancia tuvo que luchar por una paga diaria para conseguir el yantar
en medio de todas las dificultades.
*historiayregion.blogspot.com
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