LA ESCLAVA ANA CLEOFE Y EL LIBERTADOR

 

ANA CLEOFE  Y EL LIBERTADOR   SIMON  BOLIVAR*

Alfredo Cardona  Tobón

 


Mulaló es un corregimiento del Valle del Cauca donde está la tumba del caballo  Palomo de Simón Bolívar y  donde crecieron la esclava Ana Cleofe Cuero  y la mulata Manuela Josefa  hija del  Libertador. Simón Bolívar.

La historia de  Manuela  Josefa  empieza en la navidad de 1822 en la hacienda negrera de Mulaló  y se ha ido alargando a medida que se encuentran documentos  parroquiales. La del caballo Palomo se va extendiendo, también, como un mito  sustentado por las cenizas que reposan en el caserío y por los arreos de montar que  se conservan en un museo del poblado..

Después de la navidad de 1822  llegaron  a la extensa propiedad de don Joaquín  Cuero Caicedo el general  Simón  Bolívar con su amigo el mariscal Sucre y parte de la tropa  que masacró  en Pasto más  de cuatrocientos ciudadanos  fieles a la Corona española.. antes de la campaña que cubrió de gloria las huestes republicanas en Pichincha, Junín y Ayacucho

A Bolívar le encantaban las fiestas y los bailes, amaba los caballos y la  compañía femenina sin preferencias especiales,, pues a su cama llegaban mujeres  bellas  de todas las etnias y condiciones  las más por ambición  y  algunas  porque admiraban al forjador de naciones..

A los lugares adonde llegaba Bolívar  lo  esperaban ninfas que lo acompañaban hasta la parada siguiente o el cambio de humor  del alborotado pretendiente.. Muy pocas damas conquistaron de veras el corazón del caraqueño, entre ellas estuvieron: Manuela Saenz  y Pepita Machado, quizás las más cercanas a su afecto.

Las aventuras amorosas de Bolívar empezaron en San Mateo con las jóvenes esclavas que servían en la hacienda de la familia;  sus conquistas , sus preferencias se  afinaron en México con la güera Rodríguez, se multiplicaron en las Antillas, en Francia y a lo largo y ancho de la Gran Colombia, Lima y el Alto Perú.

Se  han tejido  muchos mitos sobre los amoríos del Libertador y son numerosos los autores que se han detenido en esta faceta  que incluye los  hljos  que dejó en sus surtidas aventuras, pero hay un episodio cercano a nosotros que valdría la pena recordar y no  sobraría en los apuntes de los guias turísticos de regiones cercanas..

En esa navidad de 1822  hubo vino y grata acogida en la hacienda de los Cuero Caicedo, la casona estaba de fiesta, las lámparas alumbraban  la estancia y en el patio el vivac de la tropa olía a carne asada. Los centinelas  están atentos y el sonido de los tiples traían  el recuerdo de los seres queridos que esperaban  el  regreso de los combatientes.

La noche avanzó y en los ranchos de  la negrería la  jovencita Ana Cleofe acababa  de bañarse con una infusión de malva y yerbas olorosas, estaba  hermosa con su cabello adornado,  era  una mandinga o  tal vez una carabalí de facciones finas y claras que hubiera podido venderse a  buen precio, pero el amo la  tenía reservada en esta ocasión para solaz de su amigo.

La noche siguió su marcha, el vivac se apagó, el sueño llamó al reposo, el general Bolívar  se despidió de los anfitriones y se retiró a la alcoba. Los centinelas velaban y guardaban la alcoba del general.  Hubo ruido y por el pasillo  vieron avanzar a una esclava mayor con la  jovencita, entreabrieron la puerta de roble y Ana Cleofe con timidez de doncella se acercó  al lecho y se entregó  a Simón Bolívar.



Con el canto de los pájaros Ana Cleofe salió de la alcoba y regresó a su rancho; en el vientre llevaba la semilla de Josefa, una mulatica que nació el 13 de septiembre de 1823 para sumarse  a los desconocidos, anónimos y desamparados hijos de Simón  Bolívar.. La niñita nació esclava y así murió pese a tener en su sangre los genes del libertador de media Suramérica..

En los archivos parroquiales de Mulaló figura Ana Cleofe y su  hija Josefa y en ellos se puede seguir la descendencia de estas dos mujeres ligadas a la comunidad negra. En ese caserío  se habla de Ana Cleofe y de Manuela Josefa y del caballo  Palomo, dicen que el noble animal murió en la hacienda después de un viaje desde el Alto Perú llevando en su lomo al desconsiderado  general Córdova. Los  mulaleños  creen oir  el repique  de los cascos de El Palomo  en las noches cerradas y creen ver la sombra de Ana Cleofe  con   su mulatica a cuestas.

.Los mitos son invenciones que sirven para incentivar el turismo,  como sucede en  Mulaló y otros lugares históricos,  pero  da coraje descubrir  en esos mitos las fallas de los próceres.  Hubiera sido grato  ver a Ana Cleofe y a  Manuela Josefa cabalgando libres y amadas al lado de  Bolívar. Hubiera sido grato saber que el  caballo  Palomo  murió de viejo en un potrero y no desjarretado por un militar locato que acabó con el noble bruto. .

 

* historiayregion. blogspot.com..

 

 

Comentarios