LAS PERIPECIAS DE LOS CABLES AÉREOS MANIZALEÑOS
Alfredo Cardona Tobón *
Para evitar los zancudos y el paludismo, o quizás buscando un clima más benigno, los colonos del sur de Antioquia se asentaron en las breñas de Sancancio en vez de levantar sus ranchos en tierras menos ladeadas, donde además de tener dos cosechas de maíz al año, se conectaban fácilmente con la trocha que iba de Cartago a Salamina.
La decisión de los fundadores fue un factor adverso para el desarrollo de Manizales: si el poblado hubiera estado en otra zona fronteriza menos áspera, con seguridad hoy sería la tercera ciudad colombiana y no hubiera tenido que gastar tantos esfuerzos y recursos para no quedarse aislada, mientras el resto del país se unía por carretera, pistas de aviación y vías ferroviarias..
A FALTA DE PAN BUENAS SON TORTAS
El comercio manizaleño surtió a gran parte del occidente colombiano en los tiempos de arriería. Cuando ese comercio tomó el rumbo de los carreteables y de los trenes, Manizales le apostó a los cables aéreos pensando que ellos serían la solución de sus problemas. Pero no fue así.
En editorial del doce de febrero de 1926, el periódico “La Voz de Caldas” plasmó el desencanto de la ciudad con las supuestas bondades del cable construido y administrado por una compañía extranjera: “Pocos años han pasado- escribió el periodista- y ya nos hemos desengañado de las ventajas que esa gran empresa prometió. Estábamos alejados de Mariquita por una distancia de quince días que gastaban los bueyes en llegar hasta aquí con sus cargamentos. Con el cable pensamos disminuir esa distancia sesenta veces por lo menos, es decir, a seis horas, empero hemos quedado burlados, porque no sólo no ha habido prácticamente acortamiento de distancia, sino que ésta ha sido aumentada en forma considerable.
Cuatro cajas de sombreros demoran 25 días en llegar a Manizales y en 15 días, a lo sumo, hubieran llegado a lomo de buey”
Las
quejas del comercio no cesaban; los problemas eran permanentes: paradas por mal
tiempo, daños continuos, altos fletes y mucha inseguridad con
Esta afirmación era muy lógica porque el trasporte en mula desde San Francisco (Chinchiná) elevaba los costos por tonelada de siete centavos a un peso; y por fallas del cable aéreo se perdían, solamente en intereses, $35 por tonelada, pues la mercancía en lugar de llegar a la estación de La Camelia en ocho horas quedaba represada dos meses en Mariquita.
El cable a plena capacidad llevaba 50 toneladas diarias; su ineficiencia era notoria. El 28 de febrero de 1927, por ejemplo, estaban almacenadas 2107 toneladas en las estaciones del tren debido a los retrasos en el cable; lo que significaba que tardaría 40 días para transportarlas a la capital caldense y ello si no se recibiera más carga.
El desespero de los comerciantes iba en aumento, a tal punto que propusieron reconstruir los caminos de herradura y revitalizar el sistema de arriería, pues veían que el cable no era la solución y que el transporte desde el río Magdalena, ya fuera por carretera o por tren, seguía siendo una utopía por los costos y la dificultad de su mantenimiento.
COLGADOS DE LA BROCHA
Aparentemente, sin estudios que avalaran el proyecto, el 19 de agosto de 1927 se inauguró el cable entre Manizales y Villamaría. Desde un principio el general Pompilio Gutiérrez dijo que era una obra inútil que fracasaría cuando llegara el tren a la ciudad, pues entonces se convertiría en una diversión de domingos y días festivos que duraría hasta que se agotara el entusiasmo público.
La apreciación de Gutiérrez fue profética. El tren acaparó los pasajeros y la confianza de los turistas se acabó cuando el domingo 15 de abril de 1928 unos muchachos hicieron bambolear una cabina que chocó con una torre y se desenganchó con un saldo trágico de varios heridos.
La moda de los cables persistió. El cable del norte se levantó con dineros del ferrocarril de Caldas, cuyos directivos no tuvieron en cuenta el poco flujo de pasajeros ni que el tren de occidente y el industrial de los antioqueños habían acaparado el transporte de café que iba sobre rieles hasta Medellín y luego hasta Puerto Berrío.
Pese a los malos augurios, se hizo el esfuerzo y el 7 de noviembre de 1930 llegó el cable al casco urbano de Aranzazu. Al igual que lo sucedido con el de Villamaría, la suerte del cable del norte estaba escrita: los costos de operación, la baja tasa de retorno y las graves fallas en su mantenimiento acabaron prematuramente con tan costosa obra.
Luego se despilfarró plata con el fallido cable al Pacífico. Aún así, como las golondrinas que gozan trepadas en las altas cuerdas, los manizaleños siguieron pensando en un cable a La Dorada, que encontró la más viva oposición de los ingenieros Bernardo Arango y José María Gómez y de los empresarios del cable a Mariquita, que prometieron bajar fletes para llevar carga al Magdalena, en vez de llenar las góndolas con la tierra de un barranco cercano a la estación, que cargaban para equilibrar el peso..
RETORNA EL CABLE AÉREO
Después de medio siglo del desmantelamiento de las torres, se volvió a soñar con los cables aéreos y otra vez los manizaleños sintieron la sensación de viajar en las nubes cabalgando en las góndolas que llevan en siete minutos desde el centro de la ciudad a la Terminal de Transporte en la zona de los Cámbulos. El cable debió llegar desde un principio hasta Villamaría pero se postergó dicho tramo aumentando los costos y posteriormente obligando a los pasajeros a hacer un trasbordo
EL CABLE DE LOS YARUMOS
La administración municipal y la Fundación Lúker se unieron para construir el Ecoparque Los Yarumos con excelentes instalaciones, recorridos ecológicos, atracciones para la práctica de deportes extremos y el centro interactivo Bioma con una esfera planetaria y el Bios que es un centro de bioinformática y biología computacional. Para facilitar el acceso a los Yarumos en la administración del alcalde Juan Manuel Llano se hizo un convenio con Fontur -Fondo Nacional de Turismo-, para que en asocio con Infimanizales se construyera un cable aéreo que uniera el Ecoparque con la zona del Cable. Infimanizales se encargó de la construcción de las estaciones y Fontur del cable, de las góndolas y de su operación. Infortunadamente el esfuerzo y los recursos se perdieron, pues un fallo judicial ordenó que se desmotara el cable y las góndolas porque estaban presentando un gran riesgo para la ciudadanía
Con la construcción de la línea a Villamaría la operación del Cable está en punto de equilibrio y ante el buen
resultado se tienen adelantados los
estudios técnicos para la construcción de un tercer ramal que iría desde el
Terminal de transporte hasta el sector del Cable, con estaciones intermedias en
Fátima y en la Universidad de Caldas .suministrando un medio de transporte
rápido que contribuiría a descongestionar el tráfico en Manizales. Se espera que con las experiencias pasadas esta vez no halla errores y los cables se conviertan, ´por fin, en una buena solución para la movilidad de una ciudad que pegaron en el respaldo arisco de la cordillera.
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