EL
BRUJO DE LA QUEBRADA HUMAHUACA
Alfredo
Cardona Tobón
Este
29 de noviembre se cumple otro aniversario del nacimiento de Edith Angélica y se revive el recuerdo con el articulo
que escribíamos en navidad. En esta tarde lluviosa miré su
retrato e imaginé que abría la puerta del estudio y entraba con un tinto, una sonrisa y el tema para un nuevo escrito. Posiblemente me hubiera dicho : “ Che Alfredo, tengo
el argumento de este año, alistá papel y lápiz y empezá a escribir” y en esa forma
habría tenido principio el cuento
que publicábamos al finalizar cada año.
Edith
ya tenía escogido el personaje: era un
indio diaguita que con el aroma del
tinto, la ideas compartidas y la ficción
de parte y parte dio origen a las cuartillas que jamás aparecieron porque el
tiempo se acabó para mi querida esposa.
Han
pasado varios meses y apenas ahora tengo
ánimos para terminar el escrito
El
personaje hubiera podido ser un araucano , un ona de la Tierra del Fuego o un charrúa de la
Banda Oriental, pero ¿por qué un
indio diaguita?- pregunté a Edith
Angélica.
-Pues porque esta año le vamos a dar crédito a
los daguitas respondió mi compañera- mientras agregaba dos cucharaditas de azúcar
al café, probaba una rosquilla de
navidad y ubicaba al brujo en el
desfiladero cuyano del Humahuaca. ..
Con la
sangre de gallegos, italianos, franceses y demás genes del crisol argentino,
Edith llevaba la esencia diaguita por parte del bisabuelo Justo Bustos,
un hombre recio que cruzaba la cordillera arreando ganado hacia Chile. Ella se sentía en deuda con los diaguitas y por ello los incluía para equilibrar, de algún modo, la inequidad
de sus compatriotas con los primitivos pobladores de las pampas.
El
diaguita en mención era un brujo idólatra amigo del bochinche que utilizaba yerbas para curar los males e
invocaba un ídolo con cabeza de cerdo y cola de puercoespín. Ese indígena de nombre Nahuel un día
llegó a una misión mendocina y al
entrar a la capilla
vio la imagen de una Virgen con un niño en los brazos; al brujo lo
tenía sin cuidado los dioses de los blancos,
pero esta vez le llamó la atención ese
niño rubio, con crespos y ojos azules.
Nahuel
se acercó al Niño Dios, lo observó por todos los costados, le acarició
los crespos y vio, o creyó ver, que le sonreía. En esas se acercó un monje doctrinero
y Nahuel sorprendido por la presencia
del religioso salió de la capilla y tomó el camino que lo llevaba a su caserío..
A
partir de este encuentro el brujo
diaguita frecuentó el templo de la
misión llevando flores y miel que depositaba a los pies de la Virgen y el Niño. Los días
corrieron y al llegar la Navidad los frailes separaron al
Niño de la Virgen y lo depositaron en una cuna hecha con bejucos y cintas con la
intención de reunirlos en Natividad.
Al
llegar el día todo estaba preparado para
tan magno acontecimiento: la novena, la pólvora, los villancicos y el regreso del niño a brazos de María
Santísima, El domingo de Navidad Nahuel entró a la capilla y acompañó
a los feligreses hasta la media noche,
pero cuando los doctrineros fueron a recoger al Niño para
colocarlo en el pesebre, la imagen del
pequeñín no estaba en la cuna, había
desaparecido dejando un reguero de pétalos que se
extendía hasta las estribaciones del Aconcagua.
Los
frailes y los fieles siguieron el rastro que los llevó a la cueva del brujo
diaguita y allá en el fondo vieron que estaba el Niño Dios en brazos del ídolo diaguita que ya no tenía cara de cerdo ni rabo de
puercoespín pues se había transformado
en un ángel rodeado de faroles encendidos.,
Todos
se postraron ante el Niño Dios que arropado con una manta de hilos de oro voló en brazos del ángel sobre los abismos de la quebrada Humahuaca hasta llegar a la misión franciscana donde, con los brazos
abiertos, lo esperaba la imagen de la
Virgen María.
La noche
se iluminó, los luceros brillaron, los diaguita y los españoles celebraron el nacimiento de Cristo, los
doctrineros con maitines y cantos gregorianos y el brujo y su gente danzando al son de los tambores..
“Ché
- dijo Edith Angélica- muy emocionante
esa navidad, pero ¿ a qué horas repartieron las hayacas y el pan dulce ?- Al oír
su chanza burletera le di un beso sin
imaginar que era la última navidad que pasaba en su
compañía.
Los viejos del Quinto Cuartel, una aldea perdida
en los pagos del norte argentino, cuentan que en tiempos remotos los diaguitas asaltaron
la misión cristiana y que un brujo había robado la imagen del Niño Dios,
cuentan que años después los chilenos la rescataron y la veneran al otro lado de la cordillera
donde los diaguitas mantienen el
santuario lleno de flores y bolsas de miel.
*historiayregion.blogspot.com
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