EL DUENDE DE LUIS ELADIO*
Alfredo Cardona Tobón
Hace poco me encontré
con “ El Tigre” y entre tinto y tinto mi amigo formuló consejos al presidente Petro, rajó del alcalde
de Medellín y remató con uno de esos cuentos que ni siquiera él los cree. En tiempo pasado Eladio Jaramillo se
refirió a los espantos de Anaime y ahora venía con la historia de Toño, un duende que parece haberse vuelto pereirano.
“ Todo empezó en una finca que yo tenía por las lomas del
Tatamá empezó a decirme
“El Tigre” con acento de preocupación y de misterio- allí continuó contando mi
amigo, los vecinos aseguraban que en un plan
sembrado con naranjos habían quemado
una fonda en tiempos de la Violencia, las ruinas lo atestiguaban y los testimonios de los más viejos confirmaban
la muerte de un cantinero de apellido Vélez y la
desaparición de un campesino que respondía
al nombre de Toño.
De la cantina quedó un muro y de Toño ni siquiera un apellido que atestiguara su paso por este mundo ; sin embargo persistió
el rumor que a falta de un cadáver el
diablo había retenido el alma de Toño y
la había anclado en el plan de los
naranjos sin que pudiera pasar a la otra
vida. Todo confirmaba esta versión pues cerca de los hierros calcinados se veían cosas muy raras como la
presencia de pájaros tres patas, el humo que salía de un
arroyo acompañado de las toses ahogadas
de un tísico y que al
pasar por el sitio los pelos se paraban, la gente se mareaba y
les agarraba una tembladera que solamente cesaba después de rezar los mil jesuces..
Pese a todo lo que ocurría en el plan de los naranjos, a Eladio no lo arrugó el espanto ni lo amilanaron
los espavientos de la peonada, así que se blindó con el
escapulario de la virgen del Carmen, el
cordón de San Francisco y con dos
aguardientes entre pecho y espalda “El
Tigre” se internó en la zona del fantasma anunciando a viva voz que iba a podar unos
palos de cacao y ver si el Toño de
marras era tan verraco como para impedir
que lo hiciera.
“El Tigre” Jaramillo se terció el machete y puso en su funda la tijera que utilizaría en la tarea. Todo parecía normal: los pájaros tres patas se escondieron entre
unos guamos, no se oyeron los tosidos del tísico ni se le pararon los pelos. Toño, o el
espanto que fuera, no se presentó de
inmediato pero cuando una nube tapó el sol tres palmadas en la espalda sobresaltaron al”
Tigre” Jaramillo que se volteó para ver quien lo había golpeado
confirmando que estaba solo y había desaparecido la funda con el machete y
la tijera.
“Vos si sos muy
mentiroso”- le dije a Luis Eladio, quien muy serio tomó impulso y continuó su relato:
-“Pero eso no es todo compañero porque la historia de Toño no
se acaba en el plan de los naranjos. Resulta que hace poco vendí la finca arruinado
por la broca, la roya, los bajos precios y los ladrones. Dando gracias a Dios
por semejante desencarte me olvide de
Toño, de los vientos que tumbaban los plátanos y de los “lavaperros” de la zona que impunemente
amenazan a la gente honrada.
Pero que te parece amigazo-
continuó diciendo “El Tigre”- , que no se cómo, el tal Toño, se metió entre
los corotos que traje, se instaló en mi
apartamento en Pereira y siguió mortificándome
con sus travesuras. El duende abría la
nevera, regaba agua en el piso, trababa
las ventanas y se acostumbró a palmotearme la espalda a cualquier hora de la noche. Las palmadas
no me asustan
afirmó “El “Tigre” preocupado por el sueño trastocado y porque el asusto
lo tenía alejado de la mujer y demás
miembros de la familia.
Eladio trató de
encontrar alguna explicación al fenómeno, pensó que podría ser el perro, golpes
del viento, tensiones musculares y nada.. no encontró explicación lógica.. En
uno de los episodios se volteó bruscamente para ver quien lo palmoteaba y casi
se mata al caerse de la cama y otra vez, al tratar de ver a Toño, casi se rompe
la espalda contra el espaldar del lecho.
“El Tigre” está ojeroso
y hecho un manojo de nervios, la bola del espanto se ha regado y en la
urbanización unos lo miran con sorna y otros con misericordia ante el asedio de
ese duende, espanto o ser maligno. Ya
rezó la novena a San Benito, se encomendó a las ánimas benditas, visitó el sepulcro del padre Gachito, prendió veladoras a la virgen de Fátima en
San Clemente y a San Jeremías en San Lorenzo y el hechizo continúa. “El Tigre” ha acudido a
yerbateros, ha pedido asesoría a jaibanás
y a varios hechiceros. Mi amigo está desesperado, solo le falta
desocupar el apartamento y dejar el
campo abierto a Toño o acudir a Rosa la Peluda, que es una bruja especializada
en enamorar a los aparecidos y llevárselos lejos a vivir juiciosos.
*historiayregion.blogspot.com
.
Pobre Tigre, se lo llevó el... que lo trajo. Le recomiendo que se vaya para donde Rosa la Peluda
ResponderEliminarBuenas tardes.
ResponderEliminarLos que hemos vivido más de lo necesario, confiamos en la providencia divina.
Lo de los duendes es una maravilla, yo los evoco en mis noches de ensueño.
Un abrazo desde Medellín Colombia 🇨🇴
Maestro que buenas historias es usted un evocador de épocas maravillosas gracias
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