POR TIERRAS DE LOS UMBRAS

 

POR TIERRAS DE LOS UMBRAS

Alfredo Cardona Tobón



En sus crónicas fray Pedro Simón habla de “mujeres de buen parecer”, del dios Xixaraca, de los demonios  tamaracas, de anser y los pueblos de la sal. Son crónicas que quedaron en libros viejos que pocos leen. Sin embargo, siglos después, los descendientes de las tribus  umbras  al desempolvar tiempos idos hacen que la diosa Michua retorne a las  laderas del cerro  Carambá  y  vuelva  a escucharse el bramido del diablo en los remolinos de la quebrada La Maldecida.

Pese al  mestizaje y la labor destructiva del cristianismo se han conservado algunas leyendas nativas: Contaban los ancianos tapasco  que Xixaraca  abandonó la región agobiado por la ingratitud de los suyos  y que en su viaje a la eternidad  dejó estampadas sus huellas en las  rocas de Sausaguá y de Mápura,.

Al faltar Xixaraca los  tamaracas o genios del mal  se escaparon de las prisiones bajo la mole del cerro Opirama y en forma de langosta y granizo afligieron  a los umbras; sin la protección de Xixaraca, agregaban los ancianos, los nativos quedaron sumidos en un espiral de desgracias: los tamaracas  con yelmos y arcabuces  los atropellaron, luego ataviados con ponchos y carrieles  les quitaron las tierras y las minas y  posteriormente  los asesinos amparados por banderas azules les arrebataron la vida.

En el convento de Anserma y en  las misiones de Tachiguí y San Nicolás de Quinchía los doctrineros borraron el pasado de los umbras, enmudecieron la lengua primitiva y convirtieron los guerreros de Chiricha, Ocuzca y Ocupirama en peones serviles.  La cultura umbra se perdió en el  tiempo o  estancada en  como testimonio de un pueblo  que  dominó el   tumbaga, la cerámica  y la metalurgia del oro .

Las enfermedades, los desplazamientos forzados y las levas menguaron  las aldeas indígenas    que al terminar el siglo XIX  congregaban a los tabuyos,   los apias,  los quinchias y a   los nativos de Guática.  Los umbras fueron desplazados poco a poco por los emberas del Chocó y por los antioqueños que  se regaron  por los flancos de la cordillera occidental y a la fuerza y con argucias se apoderaron de sus resguardos.

A mediados del siglo XIX  en la vereda Currumí  de Guatica,  Cándido Aricapa desempeñaba  el cargo de gobernador de la parcialidad, eran tiempos muy difíciles  en medio de la “pajaramenta” de la región que se escudaba en el conservatismo para exterminar a los campesinos umbras, tildados de liberales, y  quedarse con sus minifundios. Al caer la noche los vecinos de Currumí se reunían en el corredor del rancho de Cándido Aricapa a charlar, a tocar guitarra y  oir las historias de los abuelos. Los cocuyos ponían la luz y la luna aportaba el reflejo sobre la cúspide pelada del cerro Batero.

Los curas paisas decían que  los  pies enormes en  las rocas de Sausaguá  eran las huellas del diablo y los jaibanás  aseguraban  que  Michua convertía el agua en sangre y los bejucos en culebras cuando los enemigos se atrevían a entrar en el territorio de los umbras. Candido Aricapa difundía las leyendas de su pueblo, aseguraba  que las  dos cascadas que se despeñan de lo más alto del Carambá eran   lágrimas de Michua  que seguían  desprendiéndose desde el día en que la señora del valor y de la guerra siguió  tras Xixaraca por las orillas del Cauca .

En los resguardos  de Carambá  y  Pirsa- Escopetera  ubicados en los municipios de Riosucio y  Quinchia florece nuevamente  la  cultura umbra. En el cañón de Mápura la  comunidad  se fortalece con festivales, obras de teatro, juegos y campeonatos donde Michua, Xixaraca, los tamaracas se renuevan  con las leyendas . En  el corregimiento de Naranjal  una batea de piedra  siempre está llena con  un agua milagrosa especial para curar pujos y afecciones gástricas;  en el corregimiento de Batero los macheteros del capitán Bermúdez aparecen en Semana Santa en busca de un portal que les permita abandonar este mundo y librarse de su prisión en el Patio de las Brujas,  en   dieciséis  fuentes saladas  los umbras  sienten las pisadas de los tatarabuelos  y  entre los relámpagos ven los fuegos fatuos de su cementerio.

LENGUAJE  Y TOPONIMIA UMBRA



En un intento de rescate varios estudiantes umbras están enseñando el lenguaje a los niños mientras otros recuperan   los nombres  desplazados por el santoral cristiano.   Entre esos términos nativos están los siguientes lugares:  Anchisme, Huisana, Guarguará, Estúveda, Insambrá, Caustría, Gobia y Batero en el municipio de Quinchía; Talabán, Zarcirí , Mismis. Ocharma, Ospirma, Taijara, Suaiba, Tauma en Guática y Chatapa, Maraprá, Chavarquía, Tumarapo, Concharí, Taudia  y Tamarbia en Anserma.  En cuanto a los apellidos muchos han desaparecido y se conservan :  Arce. Tapasco, Quebrada. Ladino, Chaurra, Usma, Guapacha, Colorado, Largo,   Manso, Guarumo, Aricapa ,  Uchima...

GASTRONOMÍA Y  TERRITORIO

A la sangre cobriza, al lenguaje, a las leyendas y creencias,  a los sitios ancestrales,  a la solidaridad, el amor a la familia y a la tierra se suma la gastronomía de los  umbras.  El maíz, el cacao, los fríjoles, las cidras  y el chontaduro son puntales de su  cocina donde en los toldos y los restaurantes de las galerías y también en las mesas campesinas  nos deleitamos con el sancocho,  los envueltos, el chiquichoque, las nalgas de ángel,  las estacas, el sirope,  los tamales , el corazón negro, los fríjoles con garra,  la chicha de maíz, el  dulce de chachafruto, las arepas de mote y la sopa de sagú.

Todo lo anterior junto con el territorio conforman la realidad umbra. El gobierno colonial definió las encomiendas y los resguardos y con los límites fijados por los españoles  las comunidades sobrevivientes llegaron hasta entrado el siglo XX. En la zona de los umbras estaban los resguardos de Apia, Tabuyo, Quinchía, Guática  y Arrayanal y al lado de ellos se extendieron  los baldíos del Valle de Risaralda y de la Cuchilla de La Soledad, hoy Cuchilla de Belalcazar.

A fines del siglo XIX el gobierno del  Cauca parceló los resguardos y autorizó  la venta de lotes y en pocos años los antioqueños  ocuparon  el resguardo de Tabuyo, el de Arrayanal y la parte alta del resguardo de Quinchía. Los guatiqueños raizales se vieron acorralados en el sitio de  Potreros y por la fuerza o con mañas los paisas ocuparon  el resto de su territorio.

A fines del siglo XIX y principios del siglo XX Francisco  Jaramillo, Pedro Orozco y otros  empresarios de origen antioqueño  ocuparon los baldios de Belalcázar y del Valle de Risaralda mientras invasores  provenientes de Antioquia se apoderaron de numerosas haciendas en la guerra de los Mil Días y en los años posteriores a esa guerra. En la actualidad  los campesinos de  origen umbra ocupan la mayor parte de Quinchía, una zona en Guática y los terrenos aledaños al corregimiento  de Bonafont en Riosucio. Viven en  pequeñas propiedades o minifundios que  no aseguran la existencia digna de sus ocupantes .A estos compatriotas nos referimos en este articulo  que trata de reivindicarlos  mostrando que en el pasado y presente de esta región hay algo más que la memoria castellana y otros valores diferentes a los paisas y caucanos.

*historiayregion. blogspot.com

 

 

 

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