CONTARLE
AL CORAZÓN PARA IMAGINAR EL FUTURO
Jáiber
Ladino Guapacha
Un
libro como el que ustedes tienen en sus manos no deja de ser un motivo de
fiesta por la capacidad que tiene de transformar la mirada y avivar el deseo de
hacer algo por este terruño en el que aún hay tanto por conocer. Asombrarse con
los huesos de un mastodonte que nos lleva a pasear un momento en la
prehistoria, añorar la poesía de la lengua umbra, recuperar el legado indígena
que nos hace fuertes y tercos frente a los obstáculos de la vida.
Alfredo
Cardona Tobón, quien se ha destacado como historiador de la región, ha asumido
su tarea como una vocación a la que se aplica con rigor científico, lo que lo
lleva a no contentarse con la insinuación del dato sino que fatiga el archivo
en búsqueda de un contexto, el cual comparte con una prosa agradable y entretenida,
resultado de sus muchas y variadas lecturas literarias que generan un tono
ameno para todo tipo de lector.
La
ardua labor con que ha recuperado el pasado, sin que esa hubiese sido su área
de formación académica le valió el Honoris Causa concedido por la Maestría en
Historia de la Universidad Tecnológica de Pereira.
Ahora
bien, mi primer recuerdo de Cardona me transportó a mis épocas del colegio, en
grado octavo, mientras transcribía algunos párrafos de Quinchía mestizo para un
trabajo de sociales. Era el año de 1998. Mi curiosidad se avivaba en cada
página pues allí encontraba explicaciones a las charlas de mis abuelas y tíos
sobre la Guerra de los Mil Días o sobre El Capitán Venganza. Además, me
explicaba el mural de la Casa de la Cultura, pintado por Fernando Uribe, en el
que el cerro Batero guardaba en su interior una diosa a la que los indígenas
llevaban ofrendas.
Una
vez bachiller, en el seminario de los Padres Claretianos en Medellín, le pedí a
mi papá que me consiguiese un ejemplar del libro que contaba la historia de mi
pueblo, pues a donde fuera quería mantener presentes mis raíces con su lectura.
Ese apego a la escritura de Cardona Tobón se ha venido alimentando después con
sus columnas en La Patria, con los demás libros que no conocía, con la
biblioteca personal que ha donado a la Casa de la Cultura y, lo más valioso, su
amistad.
No
obstante, creo que fue durante las temporadas de encierro por la pandemia, a
causa de la Covid-19, que su tarea de historiador adquirió todavía mayor
repercusión en mi formación intelectual. El afán del adolescente inquieto por
explicarse el mundo que lo rodea, sino por comprenderse a sí mismo, en su
interioridad, en esas herencias del ADN
y sus relaciones con este ecosistema de formaciones rocosas. Además,
claro está, por la labor docente que ahora me justifica.
En
los días de confinamiento, pensando en cómo podía fortalecer las competencias
lingüísticas de mis estudiantes, la idea de que robustecieran sus vínculos
familiares a través de un diálogo con el que aprendieran la historia de sus
terruños, tomó fuerza. A la par de talleres con el pretexto de la lectura de
Quinchía mestizo, apareció Cristian Cardona y el proyecto Cinescuela, del cual
nacieron distintas iniciativas como el mural que tenemos en el colegio de
Miracampos, obra del artista Juan Alejandro Trejos.
La
inquietud intelectual ha terminado por convertirse en el más genuino cariño,
pues Cardona Tobón no sólo le ha aportado a mi ejercicio educativo nuevas
oportunidades y herramientas, sino que se ha convertido en motivo de
inspiración para mis propios textos.
El
primero es la crónica novelada Amelia, río y memoria escrito como un homenaje a
mi abuela materna después de su fallecimiento en el 2020. Los momentos de
ficción que trae la historia familiar son mi diálogo con el Maestro. Por
ejemplo, cuando pinto a mi bisabuela Rosa, hace un siglo, con esperanzas de
progreso para la Villa de los Cerros, se relaciona de manera directa con el
libro de Cardona puesto que nos cuenta del liderazgo que en aquella época tuvo
nuestro Quinchía.
Paralelamente
en la antología de Cuentos cortos para esperas largas de 2021 apareció mi
relato “Nuestra Señora de la Sonrisa India” en el que recogí un testimonio del
naturalista francés Boussingault, en uno de sus pasos por estos desfiladeros,
al que llegué por la juiciosa forma en que Cardona documentó sus fuentes.
La
influencia de Cardona Tobón puede verse en las publicaciones de la última
década, en las que se evidencia la vitalidad de las preguntas por la tradición
remota y la contemporánea: Es el caso en
Historia de Guacuma (Alejandro Ugarte, Merardo Largo, Fernando Uribe,
2013), los libros de Jorge Alberto Uribe El renacer de un pueblo (2018) y
Relatos de mi pueblo, mitos, leyendas y memorias (2019) a los que podemos sumar
el estudio sobre la resiliencia Entre cerros y montañas. Memorias de
resistencia (2020) de Alberto Berón y su equipo.
Finalmente,
los avances de la ciencia y la tecnología, los desafíos del cambio climático,
la reconfiguración geopolítica que nos convierte en huéspedes y exiliados, la
fragilidad del ecosistema nos obliga a meditar en la urgencia de repasar la
obra de Cardona Tobón para soñar el futuro y responder la pregunta sobre lo que
nos identifica y debemos conservar, sobre lo que hemos sido y necesitamos
transformar.
Este libro es la
historia del municipio de Quinchía, departamento de Risaralda en Colombia y Se
titula ‘Carambá’ por un cerro llamado así por los antiguos habitantes de la
región que lo tenían por santuario de Xixaraca, el Creador del universo y de
Michua, la Señora del Valor y de la Guerra.
‘Carambá’ registra la
existencia de la comunidad ancestral con
capítulos que ojalá no hubieran existido con su cortejo de violencia,
por desgracia ello sucedió y ha de ser contado como parte de un pasado agobiado
por todo tipo de adversidades.
‘Carambá’ se suma a
‘Quinchía Mestizo’ a ‘Ruanas y Bayonetas’, a ‘Indios curas y maiceros’, al
‘Patio de las Brujas’, a ‘Crónicas de Opirama’, a ‘La princesa maga’ al blog
historiayregion.blogspot.com y a
centenares de artículos de Alfredo Cardona Tobón relacionados con Quinchía y
las comunidades del Occidente del Viejo Caldas.
‘Carambá’ va dirigido
a los quinchieños y a sus vecinos, su lectura explicará muchos hechos y
revivirá otros que borró la ingratitud o
se sepultaron junto con las
víctimas.
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