GENERAL JOSÉ MARÍA MELO

 

EL PODER DEL PUEBLO

Alfredo Cardona Tobón

 

                            
  Monumento  en la hacienda Juncaná en Chiapas- Mexico

EL PODER DEL PUEBLO

Alfredo Cardona Tobón

 

En la época colonial  se  compraban las dignidades  o se obtenían  por  merced del soberano, por ello  los españoles y los criollos ricos detentaron  el mando  sin   la participación del pueblo que solo contó para pagar impuestos y servir de carne de cañón en las guerras de la Corona.

En el bochinche del veinte de julio de 1810 los criollos hicieron a un  lado a quienes los habían  exaltado y se burlaron del pueblo llano que                                se contentó con una junta en San Victorino  sin representación real  ante  el gobierno presidido por el virrey Amar y Borbón.

El 29 de agosto  de 1813  en el primer golpe de estado en la Nueva Granada  el pueblo raso  arrebató el poder a Jorge Tadeo Lozano y lo entregó a don Antonio Nariño, que tampoco contó con la gente del común, en un gobierno con los mismos  personajes  y las  mismas mañas de los tiempos pasados

 La república continuó con ínfulas de democracia  y con  la invisibilidad de los nativos, los afros, las mujeres, los pobres y los analfabetas mientras los herederos de los próceres creaban los partidos políticos sordos al clamor de la gleba arreada por militares, clérigos y latifundistas.

A mitad del siglo XIX  las ideas socialistas se extendieron por Europa y desembarcaron en nuestra costa caribeña, Los artesanos alzaron su  voz y  aparecieron las sociedades democráticas reclamando sus derechos y la igualdad ante la ley. Los “guaches”  y ruanetas se opusieron al  libre comercio que arruinaba a los trabajadores, se fueron contra los tratados ventajosos  que lesionaban la soberanía nacional, repudiaron la esclavitud, gritaron a los cuatro vientos que la tierra pertenecía a quien la explotara y soñaron con una vida mejor en una patria donde la libertad cobijara a todos los ciudadanos.

A la gente del común se opusieron los ”cachacos”, los comerciantes y los filipichínes,  que  deslumbrados por el capitalismo de  mediados del siglo XIX apoyaban la  economía extractivista  y se arrodillaban ante Inglaterra y los Estados Unidos  negando  el respaldo a la  industria nacional.

Durante el gobierno del general Obando menudearon los choques entre cachacos y guaches, la violencia aumentó  y también la pobreza y el hambre de los desposeídos.  Fue entonces  cuando el  17 de abril de 1854 el  general José María Melo con el concurso del ejército y  el pueblo   derrocaron  al presidente Obando y  asumieron el poder. Parecía un cambio radical. Por primera vez en la historia nacional había un presidente salido de la entraña popular. Pero fue solo un sueño que truncaron los eternos dueños del país.

Poco figura  el general José María Melo  en los anales patrios, pues  quienes han gobernado lo han borrado del escalafón de los próceres no obstante ser uno de los héroes en la lucha contra España, un militar de escuela con estudios en Alemania y conocimiento de los  movimientos socialistas que agitaron a Europa

Melo fue un  personaje  que  limitó las tasas de interés, intentó   una reforma agraria para incentivar los cultivos y  dar tierra al campesino y  allanó el camino para la libertad total  de los esclavos.

Las  ideas de Melo, como las de Gaitán  y otros soñadores  no pudieron ponerse en práctica. No  le  dieron tiempo  de gobernar, ya que  los banqueros, los latifundistas, los comerciantes, los contrabandistas y los intereses foráneos se   unieron  con los jefes liberales y conservadores en  un frente nacional que declaró la  guerra al general y sus seguidores.

El curtido militar se atrincheró  en la Sabana de Bogotá para hacer frente al enemigo que recibió armas de Estados Unidos y congregó  a los vetustos sobrevivientes de las luchas independistas. En los pocos meses al frente de un gobierno que no existió  el general a Melo  no tuvo otro oficio que combatir al  frente de los obreros y los militares que nada pudieron hacer ante la superioridad en armas y recursos del estamento tradicional colombiano.

Salvo algunas cartas, unas proclamas políticas y contados artículos de prensa, de Melo no se conservan suficientes documentos que permitan ahondar  la motivación de sus actos.  Fue un rebelde que se opuso  al estado lamentable de los países latinoamericanos. Chocó contra el imperialismo español, luego contra Joaquín Mosquera y la camarilla bolivariana, luchó  contra Paez y Vargas en Venezuela, derrocó  a Obando en Colombia,  luchó  contra el gobierno del general Barrios en El Salvador y contra los enemigos de Benito Juárez en territorio mexicano.

Sin un proceso judicial  los vencidos de 1854 fueron conducidos como fieras a diferentes lugares del país en una represalia sin antecedentes, la furia de los vencedores se cebó contra los compatriotas  en desgracia y  se reflejó   el odio de las oligarquías contra quienes habían osado enfrentarlas con el fusil en la mano  al grito de PAN, TRABAJO O MUERTE.

 

Tras la derrota se disolvieron las Sociedades Democráticas, se prohibieron las juntas políticas permanentes y en las selvas de Panamá pereció la flor y nata del artesanado colombiano..Mosquera  ordenó el fusilamiento de  Melo pero hubo amigos que lo impidieron y se cambió  la sentencia a muerte  por el destierro. El eterno rebelde viajó a Centroamérica y puso su espada al servicio de las causas liberales .En la madrugada  del primero de junio de  1860 sorprendieron al escuadrón de caballería de Melo en la hacienda Juncaná en Chiapas,  lo apresaron herido y sin  fórmula de juicio unos reclutas mejicanos lo fusilaron

 Tal vez como el rebelde  que nació en la imaginación de Gabo en “Cien años de Soledad”,  el militar chaparraluno  pensó en sus últimos segundos : ” Tanto joderse uno en la vida  para que lo  maten seis maricas sin poder hacer nada”

* historiayregión.blogspot.com

 

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