El Salón
Versalles, que tuvo visitantes tan ilustres como el poeta y cuentista Jorge
Luis Borges y fue el sitio donde el escritor antioqueño Manuel Mejía Vallejo
escribió su novela Aire de Tango, cumplió este domingo 60 años de haber sido inaugurado por Leonardo
Nieto, un chef argentino amante de los negocios de comida y que eligió este
lugar de Medellín para instalar su sueño: montar un rincón al estilo
Buenos Aires en la ciudad donde murió Carlos Gardel, su ídolo de juventud
.
Ícono de la calle Junín, el bulevar peatonal con más historia del Centro de
Medellín, el Versalles fue inaugurado el 15 de agosto de 1961. Aunque el
sitio existía con anterioridad a esa fecha, no funcionaba con la misma oferta
gastronómica ni con el mismo ambiente con el cual lo posicionó don Leonardo
.
“Mi papá vino a Medellín a conocer el
sitio donde había muerto Gardel, luego se dio cuenta de que estaban
vendiendo un restaurante en Junín, averiguó, lo compró y lo convirtió en un
espacio totalmente diferente a como operaba con sus anteriores dueños”,
cuenta Marcela Nieto, una de sus dos hijas
.
Relata que su padre, para no chocar con el gusto gastronómico de los paisas,
adaptó los sabores de las empanadas argentinas a las locales y produjo una
pizza única que hasta la actualidad se sigue vendiendo en el lugar, que es
visitado por escritores, intelectuales, profesores y estudiantes
universitarios. El jugo de mandarina es otra de las especialidades.
“Mi padre tuvo la
idea de hacer del Versalles (que ya traía ese nombre cuando él lo adquirió)
más que un restaurante o una repostería, un lugar de bohemia, en el cual la gente llegara a tertuliar, a leer o a
escribir poesías, a conversar”, dice Marcela
.
Don Leonardo -como su esposa Aída hace 35 años, como Gardel y como Zubeldía-
murió en Medellín. Sucedió en junio del año pasado, cuando recién iniciaba la
pandemia. Tenía 94 años. En las seis décadas que estuvo en la ciudad dejó un
legado que aún esta capital conserva: creó el Festival del Tango en 1964 y
estuvo vinculado en cuatro versiones; fundó la Casa Gardeliana en el barrio
Manrique, que luego convirtió en un museo y se lo donó a la ciudad. Y el
Versalles, que está tan cargado de historia como otros lugares del Centro,
como el mismo Salón Malagá (carrera Bolívar
Al Versalles, cuentan las historias, llegaban todos los futbolistas y los
periodistas tanto del país gaucho como de otros países del continente o de
otras ciudades de Colombia.
Uno de los hechos más llamativos de la historia de don Leonardo es su
relación con el técnico de fútbol Oswaldo Juan Zubeldía, fallecido en Medellín en enero de 1982, un mes
después de haberle entregado al Atlético Nacional el cuarto título y
el segundo bajo su dirección técnica (ya había logrado el primero de su mano
y el tercero para el equipo en 1976).
“Mi padre prestó servicio militar con
Zubeldía, tenían una amistad desde el Ejército, y él se dio
cuenta de que Nacional estaba buscando un técnico. Entonces hizo el contacto
hasta que lo trajeron. Después, mi padre ayudó al traslado del féretro de
Zubeldía a la Argentina”, relata Marcela.
Apunta que su progenitor murió tranquilo, invadido del cariño de muchos de
los empleados de Versalles que llevan allí hasta cuarenta años laborando.
Añade que era un hombre sereno, alegre, amoroso y que sintió un amor muy
grande por Medellín y por ese rinconcito tan especial y tan cargado de
historia y de belleza como lo es Junín, el bulevar que conecta los parques de
Bolívar y Berrío, los dos más importantes de la ciudad.
“Acá vimos conjugar de mil maneras el
verbo juniniar, pero también aguantamos en pie y sin claudicar épocas
difíciles. Vimos cómo el Centro iba transformándose y eran otros
los destinos elegidos por las grandes empresas y comercios, observamos la
llegada de nuevos transeúntes y sin abandonar el corazón de esta ciudad,
fuimos testigos de primera mano de su historia”, dice el texto con el que la
familia de Leonardo Nieto conmemora estas seis décadas de estadía en la
ciudad de uno de los lugares más emblemáticos de Medellín, el histórico Salón
Versalles.
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