DEL MÁS ALLÁ

 

El  TIGRE JARAMILLO  Y LOS ASUSTOS  DE ANAIME*

 

Alfredo Cardona Tobón

 



Una cosa son  los espantos y otra muy distinta son los “asustos”.  Los primeros son universales como las pandemias y los otros son locales como las epidemias.  En los espantos se nombran  La Patasola, el Mohan y el Puto Erizo mientras  los “asustos”  con su carácter local señalan al de Hojas Anchas, al de Juan Tapao, el compadre del Gurrío o  a la Bruja de Palocabildo.

 

Para actualizar el tema   acudí  al  “Tigre Jaramillo”, un  experto que   clasifica los “asustos”, anota las apariciones y guarda testimonios que confirman su presencia como la uña de la gran bestia que guardaba Cosiaca en el carriel o la guedeja ensortijada que dejó un tamaraca cuando casi lo ensarta  uno de los lugartenientes del Capitán Venganza.

 

Según  el  “Tigre Jaramillo”  el corregimiento de  Anaime, en Cajamarca,  es uno de los cuarteles de los “asustos” .Los hay en los caminos, en los charcos del rio, en la iglesia y en los solares abandonados. Cuenta mi amigo  que en los tiempos de su lejana infancia pululaban   a lo largo y ancho de la cordillera,  pero ahora, asegura el “Tigre”, los “asustos” están en desbandada a causa de la luz eléctrica, porque “asustos” y tinieblas son sinónimos y  ellos en general son enemigos de la claridad del dia.

 

Los “ asustos”  prefieren los   “muladares” y los montes cerrados y a veces se refugian en las cañadas. Son los  parientes pobres en el mundo de los  seres de ultratumba y entre ellos figuran los diablos  con variedades que abarcan los demonios, a Belcebú, al Putas y otros enemigos malos

 

Aunque “ el Tigre Jaramillo es” de Calarcá,  sus afectos lo acercan   al pueblito de Anaime pues allí  afirmó  los primeros pasos y  tiene compadres en cada cuadra. Recuerda Jaramillo que  los “asustos”  nocturnos  se metían  en Anaime debajo de las camas y halaban a los niños cuando iban a echar mano a la bacinilla, así que orinar por la noche  era una hazaña heroica  y tan peligrosa que los afligidos muchachos preferían orinarse en la cama.

 

                                                             Eladio Jaramillo

Jaramillo  no  olvida a los    “asustos” del camellón a  Cajamarca que de día  eran  matas de salvia   y cuando llegaba la noche  se convertían en  bultos blancos que extendían los brazos y aterraban a los viajeros, era espeluznante ver como se alargaban y recortaban con el viento mientras se oían los aullidos de los perros de monte y las carcajadas siniestras de los pájaros tres patas.

 

Como si fuera poco a lo anterior se   sumaban los “asustos”  de los  calvarios, o sea de  los túmulos de piedra  que iban formando los caminantes donde había perecido alguien por causas naturales o  mansalveado por un bandido; en   cada uno de  esos calvarios las almas en  pena  reclamaban un padrenuestro  para librarse de las ataduras terrenas  y ay de aquel que no rezara, pues algún mal le esperaba en la travesía.

 

Los “asustos” frecuentaban los cementerios , allí  ardían los fuegos fatuos y entre las cruces y las lápidas  se reunían  el  espíritu del avaro que había dejado de morir de hambre a su anciano padre,  el de la madre que ahogó a su hijito, el alma de un gringo ateo y la de un estafador  que se hacía pasar por cura...   

 

Muchas casas viejas de Anaime  tienen  su “asusto” afirma “El Tigre Jaramillo”, que las tiene  “chuliadas”  junto con su respectivo “asusto”. En  una de ellas aparece un hombre largo y encorvado como una guama que sale detrás de un aguacate y echando chispas  desaparece entre las ramas de un ciruelo; dicen que allí hay un entierro, pero nada se ha encontrado pese a los numerosos destrozos hechos por los guaqueros.

 

Otro “asusto” gravado en los recuerdos d ”El Tigre Jaramillo”   es el de un  caballo blanco; eso fue en 1945, cuando  en medio de las tinieblas anaimitas  un brioso animal  salía  por la calle de las fufurufas y al galope se perdía por los lados de la pila con un jinete de cabeza enorme. . Cuenta “el Tigre"  que la gente estaba aterrada y nadie osaba  circular por la calle a altas horas de la noche,  pero  una noche su tío Mateo, animado por los aguardientes, se armó hasta los dientes y lo esperó  en la curva de las Gutiérrez; al pasar  el caballo lo tomó   por las riendas y tumbó al jinete. – No me mate don Matías-chilló el “asustó”  que al quitarse una cáscara de toronja que  cubría su cabeza resultó ser el bobo del pueblo, que azuzado por unos  bromistas  se había disfrazado para impresionar  a los crédulos vecinos.

 

En la salida a Chili  dos “asustos”  se suman a la  lista del ”Tigre Jaramillo” : . Ellos   salen de una quebrada y abrazados en franca camaradería caminan  calle arriba con una botella de aguardiente en su mano,  dicen que fueron dos amigos que se mataron por lios de faldas y  ahora están tratando de deshacer el crimen

 

. Para completar los “asustos” de Anaime  un espíritu burlón  puso en vilo a la gente a mediados del pasado siglo;  cuentan  los vecinos del  poblado que el espanto esperaba  en los zaguanes solitarios y cuando alguien   se disponía a  abrir la contrapuerta  el “asusto”  le  asestaba un  golpe en la espalda que además del dolor dejaba  a la victima aterrada.

 

Los  espantos, asustos, fantasmas o aparecidos  son  seres que  llenan  un mundo imaginario que nutre la imaginación: son parte de nuestros miedos y constituyen la columna del folclor con los duendes las brujas y los encantamientos.  Sin cosiaca, Salvo Ruiz y el mismo Tigre Jaramillo  nuestras realidades serían distintas, la trova no tendría sentido y  la esencia nuestra, buena o mala, no sería la colombiana.

 

 

 

* historiayregion.blogspot.com

 

 

 

 

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