EN LA CASA DE LOS ESPANTOS

EN LA CASA DE LOS ESPANTOS

Alfredo Cardona Tobón

 

l Salve Salve placer de la vida

                      Salve y  salve sin par carnaval

                                                        De Riosucio la tierra querida..

                                                                           Eres timbre de gloria inmortal¡

 



Durante los preparativos  para el Primer Encuentro de la Palabra los riosuceños quisieron reconocer  el aporte de Edith Bustos y Alfredo Cardona a la historia y cultura del municipio y agradecer su apoyo al proyecto  liderado por César Trejos Valencia y  Otto Morales Benítez que fructificó con los Encuentros con la historia y con los Encuentros de la Palabra..

 

Así pues, al concluir una serie de conferencias sobre la región, se remataron los actos  con una velada de música y poesía en “Leño Verde”,   donde en medio de brindis y  y canciones  llegó la medianoche. La música calló, las puertas se cerraron y la pareja  salió del bar escoltada por un grupo de amigos que los acompañaron formando una calle de honor.

 Atrás dejaron la  escuela de niños, cruzaron el parque de la Candelaria y llegaron a “La Casa de los Espantos” donde los esperaban “Tatines” con su corte de  matachines. Al llegar cesaron  las charlas y empezó el reino de los grillos con sus cantos trasnochados. A lo lejos se oyó el ladrido de un perro y las notas agónicas de un tango mientras la luna se escondía detrás de una nube preñada de lluvia..

 

De repente, como en las novelas de terror, empezó a oírse un murmullo que fue creciendo a medida que la comitiva subía  al segundo  piso de La Casa de los Espantos. No había luz eléctrica. Unas velas iluminaban el recinto, las  chapolas se estrellaban contra los pabilos y crepitaban al fundirse con las llamas, la sombras se movían dantescamente en las paredes  y pendientes de un lazo varias calaveras de plástico se bamboleaban con el viento. De verdad parecía que se hubiera entrado a la guarida de los muertos..

 

Al fondo  de la segunda planta estaba la fuente del “Agua endemoniada”  y  a su lado  “Tatines” se preparaba a oficiar  como sumo sacerdote en la ceremonia  que exaltaría a Edith y a Alfredo a la categoría de hijos adoptivos de la Perla del Ingrumá. Así como Juan el Bautista vertió sobre las cabezas judías la linfa sagrada del río Jordán, “Tatines” regó sobre la bella cabellera de Edith Angélica una totumada de guarapo y sobre Luis Alfredo una segunda totumada del recio licor de Quiebralomo.

 

Mientras “Tatines”  bendecía al revés, el murmullo subió de tono. Se oyó quedamente  “ ya son riosuceños” y poco a poco las voces subieron de  tono hasta que se oyó  un recio, rotundo y fuerte ¡ya son riosuceños¡  en el momento en que  “Tatines” inclinó la cabeza de los nuevos riosuceños  sobre el tazón de guarapo. Sin que  importara el olorcito a chicha ni el guarapo que escurría por la falda de Edith Angélica y por la camisa de Luis Alfredo, un abrazo fraternal y endiablado  arropó a los presentes que unidos en hermandad acababan de ungir a una bella amazona y a un intrépido caballero como miembros de  las huestes inmarcesibles de Ojo de Agua y Tumbabarreto.

 

La fiesta continuó hasta que los primeros rayos de sol  gatearon por los tejados y achispados los trasnochados matachines y demás  mortales abandonaron la “Casa de los Espantos” y  cantando el himno del Carnaval  se dirigieron a la Galería a calmar el guayabo con los caldos “ peligrosos”  de Eugenio Pescador y de doña Lila Guapacha. El aroma de la arepa de mote se entrepiernó con las “nalgas de ángel” y el oloroso chocolate con canela hizo duo con el quesito de las Estancias.

 

Así terminó una de las tantas noches mágicas que solo las entienden los riosuceños.En ninguna parte se unge con guarapo ni en parte alguna tutean al diablo en una casa de espantos, .pero sí  en Riosucio donde se vive en olor a carnaval. De aquellos tiempos en “ Leño Verde” , con Amparito Velásquez, con Cesar Valencia Trejos, Tatines, los Pinzón, don Carlos Gil, “Medio Mundo” y  Tobías  solo queda el recuerdo. Casi todos los de esa noche de murmullo y aleteos de murciélagos se han ido con su música a otra parte; por allá estarán entre las nebulosas   haciendo política con Otto Morales, haciendo barra al equipo Dinastía  o  cantando una zamba con Edith Angélica Bustos, la riosuceña-argentina que hace poco  decidió hacerles compañía.

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