RESGUARDO CAÑAMOMO- LOMAPRIETA EN RIOSUCIO- 1960-

 




El Resguardo Cañamomo Lomaprieta, ubicado en Riosucio, Caldas, es una zona de minifundio, habitada por descendientes de tribus ansermas. En el siglo XIX sus comuneros siguieron las directrices de jefes conservadores de Riosucio y lo mismo sucedió hasta mediados del siglo pasado.

Pero hacia 1960 el MRL ( Movimiento Revolucionario Liberal ) empezó a tener alguna influencia en la zona  y algunos dirigentes indígenas se adhirieron a las doctrinas comunistas. Esto alarmó a las autoridades civiles y militares del departamento de Caldas, que empezaron a hablar de alzados en armas, como ocurría en Quinchia  en la llamada Republica bandolera del Capitán Venganza.  Esto fue un infundio, una patraña, orquestada para perseguir y acallar las voces de los nativos que exigían tierra y condiciones dignas para  los suyos.

Se presentaron algunas detenciones arbitrarias ante lo cual el abogado Alberto Alzate Tobón asumió su defensa  siendo señalado por algunos como un sedicioso enemigo del gobierno, lo cual fue desmentido por el gobernador de Caldas y el comandante del Batallón Ayacucho.

 

Recortes de prensa

Camilo  Alzate González.

 

–Hijo, ¿ya leíste la prensa? –le preguntó el abogado Mario Gärtner a su hijo Guillermo Aníbal durante una llamada telefónica que debió ocurrir en la tercera semana de marzo de 1966, en Pereira.

–No, papá, no la he leído –contestó Guillermo, quien alternaba las clases del colegio con los oficios clandestinos de la Juventud Comunista.

–Mira El Espectador y no vengas a la casa –le advirtió su padre. 

El 17 de marzo de 1966, la prensa nacional abrió con una acusación salida de los cuarteles de la Octava Brigada del Ejército. Los altos mandos militares de Caldas sostenían que en un paraje de Riosucio llamado La Iberia se estaba creando una “república independiente” de bandoleros adoctrinados por ideologías izquierdistas, que buscaba desafiar el orden constitucional. En su trama, los militares señalaron con nombre propio a reconocidos políticos, abogados y activistas estudiantiles de Pereira.

La Iberia es una hilera de casas montadas en una cuchilla que se desprende de la cordillera Occidental. Sus habitantes eran y siguen siendo indígenas o campesinos minifundistas, herederos del viejo resguardo colonial de Cañamomo y Lomaprieta. 

–En esos sectores hacíamos educación política, de derechos –me dice hoy Guillermo Gärtner–, pero que hubiera intentos de formar una “república independiente” fue un infundio, una operación psicológica montada indiscutiblemente por el Ejército Nacional, desde el Batallón San Mateo.

Las tropas capturaron a los indígenas Faustino Rotavista, José Largo y Martín Hernández, quienes fueron conducidos al batallón en Pereira. Pero los soldados “no encontraron, como no tenían por qué encontrar, uniformes ni armas de ninguna especie”, y no obstante decomisaron “propaganda del Movimiento Revolucionario Liberal (MRL) y propaganda legal del Partido Comunista”, según puede leerse en el papel amarillento del comunicado que publicó uno de los abogados defensores de los indígenas. 

Este comunicado se refiere a un informe del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS). De forma errada –o quizá tendenciosa–, el DAS suponía que en Riosucio se estaba formando “un nuevo grupo del Ejército de Liberación Nacional”. Pero el comunicado desmiente tales acusaciones e insiste en que se trata más bien de un montaje con “oscuros fines” cuyo propósito es “justificar una persecución contra un movimiento agrario que aspira simplemente a recuperar lo que se la ha quitado por la fuerza”. 

Cuando la prensa hizo eco de las acusaciones del Ejército contra los detenidos en Riosucio, faltaban solo tres días para las elecciones legislativas. El operativo parecía una maniobra para torpedear las candidaturas de varios miembros del MRL, como Liborio Chica, Gerardo Bernal y Zabulón Ramírez, quienes gozaban de simpatía en esas montañas. 

“Quiero advertir que se trata de una típica provocación contra esa región campesina, eminentemente pacífica, y que por lo general se opone al Frente Nacional”, insistía el abogado defensor de los indígenas en su comunicado. “En ese esfuerzo de los indígenas por la reivindicación de sus derechos, los hemos ayudado y estamos dispuestos a seguir ayudándolos, porque la batalla contra la injusticia no tiene color ni fronteras”. 

No tengo el recorte de prensa donde, según Gärtner, él aparecía reseñado con los otros dirigentes políticos por los hechos de La Iberia, pero sí conservo el comunicado que desenmascaró todo el montaje. El doctor Alberto Alzate Tobón, quien lo suscribe al final, fue su autor. Él era uno más entre los acusados por los militares de ser instigador de la “república independiente” de La Iberia. Ese hombre era mi abuelo. 

Comentarios