DON JUSTO Y LAS CHARALEÑAS
Alfredo Cardona Tobón
DON JUSTO Y LAS CHARALEÑAS
Alfredo Cardona Tobón
Antonio Nariño quiso hacer de Cundinamarca un Estado
fuerte para oponerse a las tendencias federalistas o realistas de otras provincias; con ese
objetivo ocupó a Mariquita e Ibagué y buscó
la anexión de la región de El Socorro.
En una mañana de 1812 Nariño envió una expedición militar bajo el comando de Don Justo de Castro, un campesino de alcurnia,
dueño del feudo de La Conejera, propietario de caballos y perros, pero sin experiencia guerrera;.
En esa madrugada los sabaneros y sus peones salieron hacia El Socorro con lazos y grandes
sillas de vaquería, las alforjas
surtidas, las escopetas bajo sus bayetones con el entusiasmo que suscitaba una cacería de
venados sin pensar que quizás iban a encontrarse con la muerte.
.
La columna de Don Justo se topó en El Socorro con los federalistas
dispuestos para el combate. En la primera descarga
vieron que el asunto era en serio
y les disparaban a matar, entonces los santafereños torcieron el rumbo y fueron a parar a Charalá,
donde las mujeres de ese pueblo belicoso los recibieron a piedra y garrote. .O las vencían o se
retiraban, no había más opciones para la tropa de Don Justo que
pretendió desbandarlas con tiros
al aire, pero fue inútil, las valientes charaleñas atacaron, y Don Justo, galante y caballero, en vez de hacerles daño se dejó desarmar junto con su tropa por las bravas hembras del
Fonce.
El periódico “El Carraco” comentó socarronamente la campaña incruenta de
Cundinama y anunció un poem, al estilo de La Eneid, para conmemorar tal acontecimiento, esto
enardeció a José María Carbonell que
agarró uno de los ejemplares y lo pateó con furia. De ahí salió el mote de “pateadores” aplicado a los
seguidores de uno de nuestros primeros partidos políticos.
Como era imperativo someter al Socorro, Antonio Nariño envió una segunda
expedición bajo el mando del general Baraya, que se “volteó” en el trayecto pasándose al
bando federal con hombres y armamento. La sumisión de Don Justo a las charaleñas, la
defección de Baraya y la derrota del brigadier Pey en el sitio de Palo Blanco
obligaron al Precursor a firmar la paz de Santa Rosa y a limar las diferencias entre Tunja y Cundinamarca,
que como en tiempo de los zaques y los
zipas, volvían a ser potencias beligerantes.
El 4 de junio
de 1812 se reunió el Congreso de las Provincias Unidas
en la Villa de Leiva y se estableció el
sistema federal en la Nueva Granada,
exceptuando a las provincias de Cundinamarca y del Chocó que continuaron apoyando el sistema
centralista. Con Torres como presidente del Congreso de las Provincias Unidas y
Nariño, como dictador de Cundinamarca,
no tardó en declararse la guerra entre centralistas y federalistas que al fin
tuvieron que olvidar sus diferencias para hacer frente a los españoles.
Una expedición marchó hacia Cúcuta en apoyo de Bolívar
y otra comandada por Nariño se dirigió
al sur a enfrentarse con los pastusos. Al salir a campaña Nariño dejó el gobierno de Cundinamarca a su
tío Don Manuel Bernardo Álvarez, hombre respetable, caprichoso y terco, sin
prestigio político y sin el menor contacto con la realidad que se vivía, era
dejar a Santa Fe al garete en medio de los políticos espolones que movían sus
fichas en las demás provincias
La república se
desmoronó por todos los costados, Nariño fue a parar a las mazmorras de España,
Bolívar emigró a Jamaica y en 1816 la desgracia se consumó con la llegada a Santa Fe de la vanguardia
del ejército realista. La gente hastiada
de la guerra y del mal gobierno criollo
acogió con alborozo a los
invasores. Una comisión presidida por bellas
damas recibieron al general Morillo entre
loas y zalemas, pero el general rehusó los halagos: “ No puedo asociarme
a la alegría verdadera o fingida, de una
capital en cuyas calles temía yo
resbalase mi caballo en la sangre fresca
de los soldados de su Majestad que
cayeron a impulsos del plomo
traidor de los insurgentes parapetados en sus casas”.
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