EL PADRE GERARDO JARAMILLO CORTES...

...Y SU HUELLA EN BONAFONT

Alfredo Cardona Tobón*


Gracias a su  pericia el chofer del yip eludió las balas disparadas  por gente de Gildardo Vinasco, alias “El Palomo”, en un recodo de la   carretera entre Bonafont y Riosucio. De puro milagro escaparon con vida el padre Gerardo Jaramillo Cortés y su  progenitor   al evitar cruzar el retén puesto por los bandidos  en ese día de  junio de 1963.

 El padre Gerardo había llegado a Bonafont en  1961 y allí estuvo hasta 1976  en medio de un torbellino de violencia, en un periodo dominado por  bandas asesinas que llenaron de terror la región. Pese a todo a  este padre “pantalonudo” no le tembló la voz para clamar desde el púlpito que dejaran en paz a sus feligreses y a su propia familia amenazada y extorsionada  por los bandidos que  los creían ricos, pues algo tenían en medio de una comunidad carente de todos los recursos.

En una de sus visitas a los feligreses enfermos una mula le dio una patada  causándole una lesión en una pierna, el padre quedó cojo  pues  la herida no le quiso sanar a causa de la diabetes; pero eso no fue obstáculo para que saliera a auxiliar a su gente en esa tarde del 30 de julio de 1962  cuando un violento terremoto  acabó con la iglesia, la casa cural  y causó graves destrozos en Bonafont . Sin importarle la adversidad  y la pobreza de los suyos  el padre levantó una capilla de guadua, se alojó donde le dieran dormida y  pese a  una segunda sacudida telúrica que tumbó lo que estaba levantando  entregó un nuevo templo a Bonafont.

Ni bandidos, ni la furia de la  Naturaleza achantaron al levita nacido en Aguadas en  1929; por cuyas  venas corría el fuego de los pioneros paisas y una pizca de genio de culebrero. Ponchera en mano el sacerdote  buscaba recursos  por mercados, bares y corazones para ayudar a los parroquianos más desvalidos y celebrar, en explosión de fe, las fiestas magnas del calendario católico

 En  Bonafont aún recuerdan las  fiestas de San Isidro y la Semana Santa oficiadas por el padre Gerardo, un curita proletario que jugaba billar, se tomaba sus aguardientes y contaba chistes de todos los colores porque, como él decía, reír es bueno para el alma y una ayuda para la salud.

En las fiestas de San Isidro los comuneros de la antigua parcialidad  indígena llenaban  de billetes el poncho de la imagen del santo, los ganaderos de orillas del Cauca se desprendían de novillonas y toretes y los campesinos humildes separaban un lechón o un pollo  gordo para ofrecerlos a San Isidro, que era sin duda el mayor benefactor de la parroquia. Y ni hablar de la Semana Santa:  era en vivo, con Guapachas y Ladinos vestidos de centuriones; un Tapasco quemado haciendo las veces de Jesucristo y pirsas rellenitas representando  a la Verónica y a La Magdalena

Pero el padre Jaramillo Cortés  no solo pensaba en el cielo con un paso maluco por la tierra; como los sacerdotes de la Golconda estaba convencido que a Dios se llega mejor sin hambre ni necesidades, por ello  luchó por el establecimiento de un centro de educación secundaria, de un teatro donde los fines de semana presentaban películas mejicanas y con una carretera pavimentada que facilitara el viaje a la cabecera municipal. Disfrazado de Cantinflas el padre Gerardo recabó recursos en festivales y ferias para un Centro de Salud en el corregimiento  y cojo y adolorido sacó fuerzas  para coordinar los auxilios enviados por USA a los países del tercer mundo.



Estaba de párroco  en Riosucio cuando un día se le  acercó uno de los mafiosos de la región y le dijo: “Padre, yo no quiero verlo cojiando  y pasando trabajos con ese bastón,  le voy a regalar el carro que quiera y le pongo chofer para que lo lleve donde quiera...”

-Gracias mijo- le respondió-si quieres ayudarme dame el carro pero en billetes. Y así fue. El padre recibió una buena suma de dinero que  donó al orfanato y al asilo de ancianos.

 En 1999  después de celebrar las bodas de oro sacerdotales le amputaron la pierna izquierda arriba de la rodilla, meses después,  al cerrar la puerta de un carro, se lastimó la pierna derecha y se gangrenó. Llevaron el padre a  Manizales y allí le dijeron que tenían que amputarle la otra pierna.  Fue el 14 de noviembre de 1999. Al recibir tan trágica noticia el padre Gerardo  cubrió su rostro con una cobija y  al destaparlo vieron que estaba muerto.

El entierro fue apoteósico. Los jugadores del equipo Dinastía estaban con sus uniformes y viejos matachines no podían controlar las lágrimas; recordaban las celebraciones con el sacerdote de los trriunfos del equipo local y del Once Caldas y cuando en los Carnavales del Diablo  le decían con sorna “padre  la bendición que nos va a llevar el Putas:”

*   http://www.historiayregion.blogspot.com

* Articulo escrito con base a información suministrada por el Sr. Rafael Mendieta


Comentarios

  1. Que hermosa crónica, hacia eventos de boxeo para recoger los fondos para la iglesia de Bonafont y nos daba centavos los domingos a todos los niños...tomaba aguardientico en los billares del señor apodado Bruto
    Cuando ya estaba anciano se sentaba en la entrada de la plaza de mercado de Riosucio a pedir la limosna para el ancianato...no soy creyente pero el padre Jaramillo fue un verdadero santo
    Gracias por recordarnos esta hermosa persona

    ResponderEliminar
  2. Felicitaciones por esa historiatan llena de altruismo , siempre en el recuerdo de sus feligreses y Riosuceños en general.

    ResponderEliminar
  3. Un sacerdote que dedicó toda su vida al servicio y a la ayuda a los más necesitados. El mejor ejemplo de amor cristiano. Todo lo entregó por los más pobres y nunca se guardó nada para el, ni siquiera lo hizo para cambiar su raída sotana

    ResponderEliminar

Publicar un comentario