MITOS Y LEYENDAS URBANAS

Alfredo Cardona Tobón*



 

Al igual que en el campo, en las zonas urbanas se  habla de fantasmas, duendes y aparecidos llenando de  espanto a los  parranderos y  a los transeúntes solitarios en la oscuridad de las noches.

 

En el Viejo Caldas la gente está ligada al más allá; somos un pueblo supersticioso, comprometido con los espíritus; este es el país de las ánimas, el dominio de La Patasola  y la Llorona, con monstruos debajo de las camas y brujas voladoras haciendo nido en los zarzos de los ranchos.

 

Muchos mitos campesinos han viajado desde los barbechos a las avenidas citadinas; es el caso del ánima sola y de la Candileja. Hay otros como el Puto Erizo  circunscrito a las montañas eriazas o como el Sombrerón que vive a sus anchas en las cuevas perdidas en la maleza.

.

Entre los fantasmas de las zonas urbanas  recordemos dos de las capitales y uno de Marulanda:

 

EL ESPANTO DE LA PANAMERICANA

 

Entre los taxistas manizaleños  corre la voz de un espanto que desde hace años viene atormentando al gremio por los lados de La Enea; a  veces aparece con forma de hombre y en  otras se  presenta  con la forma de una hermosa mujer:

 

"Eran las nueve de la noche y  regresé al centro después de dejar un pasajero por los lados del Aeropuerto;  pasé por la glorieta de San Marcel y cuando descendí por la vía que busca la Panamericana, una mujer me hizo señas, yo paré, abrí  la ventanilla y ella me pidió que la llevara a la Avenida Santander. La dama muy pispa y de pocas palabras se sentó atrás y yo continué la marcha. Cuando estábamos pasando por el puente de Lusitania sentí un profundo escalofrío y una sensación de terror. Entonces miré a la pasajera y había desaparecido. Preso del terror eché reversa y pedí auxilio a unos vecinos que me dieron agua para reanimarme y me contaron que no era la primera vez que ello sucedía en ese sitio apartado."

 

EL DIABLO PEREIRANO

 

El mono  Lotero- nadie  sabe su nombre- fue un carnicero que le daba la rasca por mentarle la madre a San Juan, a San Pedro, a los apóstoles y hasta a las once mil vírgenes,  es decir a toda la corte celestial, aunque en sano juicio era un  cristiano pacífico y rezandero.

 

En una de sus frecuentes borracheras, ya muy entrada la noche,  el mono Lotero  se encerró con tranca en su cuchitril. A la madrugada el negro Lucas Echeverri, que rondaba por la esquina, oyó unos fuertes gritos en la pieza del mono- Suélteme, por Dios!- decía- y se oía un tropel horrible dentro de la pieza.

 

De repente se abrió la puerta de par en par y ante los ojos de Lucas se presentó un cuadro aterrador: El mono Lotero estaba chorreando sangre, su cara estaba cruzada de arañazos como de fiera y las imágenes de santos que el mono tenía  en la pieza, estaban por el suelo hechas pedazos. A los llamados de auxilio de Lucas y de Lotero, los trasnochadores del "Billar de Juancho",  situado por los lados de Cuba Madre, en Pereira, se acercaron y  vieron al  mono Lotero con los ojos inyectados de sangre haciendo grandes esfuerzos para hablar y señalando al techo  como queriendo explicar algo. Al fin, el mono salió de su aturdimiento, se restregó los ojos y  entonces el negro Lucas,  todo intrigado, preguntó qué le había pasado  y el mono Lotero en tono airado y casi al borde del llanto, le dijo gaguiando: "No estás viendo negro pendejo que me iba a llevar el diablo?-"

 

LA BRUJA DE MARULANDA

 

 Teresa García era una mujer de vida alegre, asidua servidora en las casas de cita del Alto del Diablo y del Arracachal en el municipio de Marulanda .  Su afición por los hombres  guapos y de mejor estampa no conocía límites, no importaba  la edad o su condición social los conquistaba con zalemas, coqueteos, o con maleficios. No se le escapaba ni uno.

 

Ante los ruegos de esposas y novias el padre Melguizo intentó convertir a la García, que según decían tenía pacto con  el diablo; pero lo que consiguió el levita fue ganarse la enemistad de  Teresa que en lo sucesivo se la dedicó al sacerdote: Le ensuciaba la comida, no lo dejaba dormir, le rasgaba los libros, le deshilachaba la ropa y se le aparecía en pelota. Desesperado el  padre viajó a Medellín a buscar ayuda en la curia  y consiguió el Cordón de San Nicolás con el cual logró amarrar a la pelafustana mientras estaba entretenida en una de sus fechorías

 

Los feligreses quisieron matar la bruja, pero ante sus lamentos y súplicas se ablandó el corazón del padre Melguizo quien con dulces palabras consiguió el arrepentimiento de Teresa y la promesa de quemar los conjuros y tomar la senda de la virtud. Después de una confesión el diablo abandonó a la bruja y Teresa, sin esa sed lujuriosa, no retornó a los burdeles y terminó sus días  en compañía de las Hijas de María.

 



Comentarios