EL GUERRILLERO RAMÓN MARÍN


EL  NEGRO MARÍN

Alfredo Cardona Tobón

 


El general Ramón  Marín nació en Marmato en 1860. Trabajó en las minas  y al estallar la guerra de 1885 se alistó en las tropas rebeldes lilberales y combatió, al lado de Rafael Uribe Uribe, en el occidente de Antioquia y en el norte del Cauca.

” Como buen marmateño, era minero, y en su condición de tal vino al Tolima, a trabajar en las minas de Frías. Allí se destacó cual hombre hábil en su oficio y excelente capataz; y la circunstancia de haberse impuesto como macho a los trabajadores de esas minas cierta vez que estos se sublevaron empezó a hacerlo notorio en el norte del Tolima como hombre valiente y a darle cierta aureola de caudillo”[1]

"Alto, hercúleo, de grandes pies y manos poderosas, feo como un mal pensamiento, de color pardo al cual daba un leve tinte rucio aquella mancha de carate que dicen ser común a las gentes de la región de donde él era nativo, su propia fuerza ayudábale a destacarse, atraer la atención, a provocar el proselitismo. Con un gran sombrero alón, levantado sobre la frente a la pedrada, su guarniel terciado y el gran machete al cinto, venía constituir un acabado tipo de cabecilla tropical" [2]

Al referirse al liderazgo de Marín en la zona minera del  Tolima, - dice Charles Bergquist:

 "La carrera de Ramón Marín constituye uno de los mejores ejemplos de movilidad social que daba el servicio en el ejército liberal. Nacido en Marmato, Antioquia, de ascendencia africana, el Negro Marín trabajó antes de la guerra como capataz en las minas de oro del norte del Tolima, donde gano cierto prestigio  al sofocar una revuelta de trabajadores, y donde posteriormente adquirió una mina propia".

Su incursión en las guerrillas liberales

A raíz de las vicisitudes y confrontaciones entre liberales y conservadores por el poder, registra a finales del siglo XIX e inicios del siglo XX, la llamada Guerra de los Mil Días, todo por "La negativa del Senado a aprobar la ley de elecciones que los liberales uribistas consideraban garantía indispensable para la pureza del sufragio. A partir de esa negativa los liberales de Uribe Uribe llegaron a la conclusión de que por el camino de las urnas jamás tendrían acceso al poder. Desde ese momento los liberales se dividieron en pacifistas o directoristas, orientados por Parra; y los guerreristas, de Uribe Uribe" .

Jhon Gillies, vicecónsul de Gran Bretaña, citado por Thomas Fischer, relata. "Un fiel empleado durante muchos años de una compañía minera inglesa se vio arrastrado por incomodidades de la guerra, a tomar las armas, y se convirtió en el jefe de unos cuantos miles de hombres. Con esta fuerza desplegó una maravillosa habilidad a lo largo de la campaña, arrebatando armas y munición en suficientes cantidades como para satisfacer sus demandas al respecto, y lo que hay que reconocerle, ha mostrado gallardía con los vencidos, un rasgo raramente visible en este conflicto que se ha desarrollado de una manera inmisericorde y bárbara".

El Negro Marín en la guerrilla

Sus incursiones en las guerrillas las describe Sánchez en "Memorias de un país en guerra"  "Por eso, no es de extrañar que, desde la derrota liberal en Santander, la mayoría de las acciones de la guerra de los tres años sean producto de la actividad guerrillera en el centro del país, especialmente en el valle del Magdalena, desde Honda hasta Neiva"

"De entre estas área se destacan los llanos de Ambalema y la región quebrada del occidente de Cundinamarca como escenario naturales de la acción guerrillera. Ambalema era considerada como una "bandera roja levantada a orillas del Magdalena, semillero de aguerridos combatientes y de fervientes luchadoras", centro de operaciones y lugar de reposo del célebre guerrillero, el "Negro Ramón Marín".

"Entretanto las guerrillas del Tolima y Cundinamarca habían unido fuerzas y en audaces jornadas llegaron a Soacha, donde los combates se realizaron con una ferocidad desconocida. La genialidad militar del general Marín, jefe de la guerrilla del Tolima, conocido como el negro Marín, puso en jaque a los cuatro mil hombres que defendían a Bogotá. Estos se replegaron para oponer resistencia en el centro de la capital. Inexplicablemente Marín y MacAllister desistieron de tomar a Bogotá, sin ser vencidos, abandonaron el sitio"

Thomas Fischer afirma, "El jefe máximo de los guerrilleros en esta región fue el comandante Ramón Marín, mulato y antiguo empleado en las minas de de la compañía inglesa The Western Andes Comp. Ltd en Marmato  y Frías"

 

Secuestra a Plenipotenciario español en Honda

Enrique Santos Molano en sus crónicas sobre la guerra de los mil días trae a colación este detalle, "Las guerrillas de José Francisco Acevedo en Boyacá y de Ramón Marín en el Tolima, eran el dolor de cabeza del ejercito gubernamental, y cometían "tropelías" como la de secuestrar en Honda al Plenipotenciario español, Manuel de Guirior, a quien devolvieron mediante un rescate de cien pesos oro".

 Toma de Honda

Honda que siempre ha sido un baluarte de la economía, política, social y de las incursiones armadas, también sufrió el embate del Negro Marín, y  así lo describe Gonzalo Paris Lozano, "Marín a quien después del afortunado asalto que diera a Honda a principios de 1900 siempre había tentado el deseo de apoderarse nuevamente de aquella ciudad, que todavía era la llave de la comunicación entre el alto y el bajo Magdalena y entre éste y la capital de la República, pidió y obtuvo el concurso de Tulio para atacar otra vez aquella plaza.

El ataque se llevó a efecto (14 de enero de 1901) y en combate de violencia excepcional, los revolucionarios llevaron la mejor parte y tomaron allí al gobierno una considerable cantidad de fusiles y municiones. Los puntos culminantes de aquella acción fueron la toma del cuartel establecido en el viejo y fuerte edificio que sirviera  antaño de convento de franciscanos y que ocupó una parte del área cubierta hoy por la plaza de mercado; y el combate con dos buques armados en guerra y apostados en Arrancaplumas, el cual culminó con la toma de esos dos buques, uno de ellos fue abordado en el propio Arrancaplumas y otro que perdió amarras y gobierno bajo el fuego de los revolucionarios en los pedregales de la boca del Guali, adonde lo arrojó la violenta corriente del Salto de Honda. Fue en el combate contra tales buques donde Tulio y su gente actuaron en forma decisiva". (

Y hasta tiempo les dio a sus hombres para que saquearan la ciudad, como lo describe Carlos Eduardo Jaramillo en su escrito "Fin de dos guerras, principio de dos siglos". Estos estaban inducidos "al pillaje, al robo, al secuestro, al incendio, al saqueo y a la imposición arbitraria de sanciones económicas. Cuando el Ramón Marín (El Negro Marín) se tomó por última vez el puerto de Honda, les dio a sus tropas dos horas para que saquearan a la ciudad".   

Extranjeros mediando para su amnistía

Thomas Fischer, trae un interesante  subcapítulo sobre la mediación internacional en el caso del Negro Marín, quien cansado ya de combatir, quería dejar todo para retornar a su vida normal, así describe Fischer dicha situación,

 "Cuando el legendario "Negro Marín concentró en las cercanías de Honda alrededor de 2000 soldados, Gillies, así como el representante Francés, Paul Richuox, ofrecieron a Marroquín sus buenos oficios como mediadores. Con este fin se reunieron el 3 de abril de 1902 en la casa de John Russel, el director de la minas de Frías, Gillies, Richuox, el comerciante ingles John Owen, por una parte, y Marín, su secretario Virgilio Leiva y otros liberales por otra. El gobierno en Bogotá había enviado como delegado a su subsecretario de Guerra, quién según el informe de Gillies, no se encontraba. Los rebeldes dieron a entender en esta reunión que ya estaban cansados de la guerra. No obstante, pidieron el apoyo extranjero a la hora de rendir sus armas, ya que las concesiones verbales del gobierno no les nspiraban  demasiada  confianza. Además y como condición previa para entrar en negociaciones de paz, pidieron se reconocidos como beligerantes, ya que no querían se tratados como "cuadrillas de malhechores". A esto se sumó que no querían rendirse antes de consultar al Directorio del Partido Liberal.

Sin embargo el gobierno no cooperó en la búsqueda de un acuerdo para finalizar la guerra, ya que abusó del armisticio unilateral, declarado por parte de los guerrilleros, para y transportar una gran cantidad de municiones de Honda a Bogotá. Marín había puestos sus ojos desde hacía tiempo en este convoy gubernamental.

Aunque, por el momento, la reconciliación no fue alcanzada, estos contactos informales facilitaron el acercamiento de los partidos armados; Marín y sus tropas se rindieron a finales de septiembre, cuando ya no vieron posibilidad alguna de alzarse con la victoria, aceptando finalmente la oferta de amnistía"

Su muerte

Una persona como esta batalladora, trabajadora e incansable  "en 1923 murió en la pobreza, victima de la tuberculosis, en Honda".(18) según escribe Bercquists, pero Gabriel Paris Lozano hace su vocación final, "El negro Marín, a quién el retrato en las cajetillas de cigarrillos, la canción popular y el relato exagerado, con perfiles de leyenda, de sus andanzas guerrera ayudaron a crearle un renombre que ciertamente estuvo por encima de la realidad, fue de los últimos en deponer las armas. Llevo después una vida trabajosa. El pronto olvido de lo que fue la guerra y la rápida e irremediable decadencia de los caudillos  destacados en ella que carecían de dotes para actuar con eficacia en la vida civil, lo dejaron rezagado en el camino. Roído por la tuberculosis y atormentado por la pobreza, murió en Honda, el 10 de diciembre de 1923". 

Las calles de Honda  fueron luego su refugio y aquí encontramos la tumba de este

combatiente la cual  resalta entre otras, y solo quedan inscritas para la historia las palabras "Los liberales de Honda le dedican este recuerdo. [3]
 

 El guerrillero liberal Ramón Marín

 El médico norteamericano Herbert Spencer Dickey  trabajó en la mina de plata de Frías en  el Tolima en los años de la guerra de los Mil Días y conoció personalmente al Negro Marín. Es interesante leer lo que escribió en su libro “ misadventures of a tropica medic”:

 

 

Era un negro alto y muy fornido, y sus proezas físicas probablemente tenían mucho que ver con su elevada estatura. Sabía emplear el machete como los mejores ¡y no era nada adverso a hacerlo en ocasiones! El general está sentado en un cajón. Tiene sombrero alón de Panamá-con cinta roja, blusa de dril blanca bien almidonada, abotonada al cuello, y en las mangas ocho bandas de franela roja, "en indicación de su enorme rango, aunque nunca supe la designación exacta". Su pantalón blanco tiene también bandas de franela roja de cuatro pulgadas de ancho. "De alguna parte, Dios sabe de dónde, había adquirido una espada. Era una espada decorativa, de las de las sociedades secretas a las que les gustan los uniformes, y tenía una hoja grabada que deleitaba a Marín. La cargaba en una vaina de papel barnizado, atada a su bien llevada bandolera. Para uso serio tenía su machete colgado al otro lado, y revólver, colgado de la misma bandolera". Detalle más, detalle menos, es el mismo hombre de nuestra fotografía..Alrededor del jefe anda su numeroso séquito: "La mayoría —acaban de hacer un saqueo en Ambalema— tenía zapatos. Estos zapatos, según recuerdo, eran todos puntiagudos, de cuero lustroso y de paño, y no había rastro de calcetines. Tal vez no había calcetines en Ambalema. ¡Cómo sufrían estos pobres diablos con sus zapatos!; pocos los tenían abotonados, por sus tobillos gruesos; pocos habían tenido zapatos antes, y les apretaban mucho. Brincaban como loros en un techo caliente"

 

El médico había ido al campamento guerrillero a reclamar un caballo que le habían robado y encontró que el Negro Marín estaba sufriendo los horrores de un dolor de muela. El guerrillero está dispuesto a ordenar a Figueroa la devolución del caballo, si Dickey le quita su dolor de muela. Dickey piensa primero en una inyección de cocaína en la boca, pero —tiempos inocentes— no se consigue cocaína. Le aplica a Marín una respetable dosis de morfina en un brazo y, antes de caer dormido, el general manda que suelten el caballo. Dickey regresa a la mina de Frías un poco preocupado por lo que pueda pasar cuando el general despierte y se encuentre otra vez víctima de los dolores. Manda en seguida un paquete de gotas y algodón. Marín no se pone bravo. Tal vez, concluye Dickey, pensaba que ya era otro diente el que le dolía.

 

 

 




[1] Paris Gonzalo-
[2] Paris Gonzalo-Los guerrilleros del Tolima
[3] Murcia Godoy Tiburcio- centrodehistoriahonda@gmail.com

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