Alfredo Cardona Tobón
Juan José Rondón
A las tres de la tarde del 4 de febrero de 2001, unos terroristas abandonaron una
camioneta Cherokee de placa venezolana en una zona cercana al Mausoleo de los
Lanceros en la ciudad de Tame; al sospecharse que llevaba explosivos se
suspendió el tráfico, pero el vehículo
explotó antes de la llegada de los expertos, afectando las
viviendas vecinas y el Mausoleo con los
restos de dos lanceros tameños que acompañaron a Rondón en la carga del Pantano
de Vargas .
En 1996 la comunidad de Tame rescató las cenizas de Bonifacio Gutiérrez Zambrano y
de Saturnino Gutiérrez Daza y honró
su memoria en el Mausoleo en forma de pirámide chata, ubicado en la vía al aeropuerto Vargas Santos
de la capital de Arauca. La historia dice que cuatro de los catorce lanceros que
acompañaron a Rondón eran tameños: los despojos mortales de dos de ellos están
en Tame y en Tibasosa reposan las cenizas del
sargento Inocencio Chincá, cuya memoria se exalta en ese bello pueblito
como si fuera uno de los suyos. El
cuarto lancero de Tame fue Pablo Matute,
aunque hay dudas, varios historiadores
dicen que fue venezolano y otros
lo confunden con Domingo López Matute, un legendario llanero del Apure cuya vida terminó
en la provincia de Salta en la
Argentina.
Domingo López Matute
Se conoce la existencia de lucha
y trabajo de Bonifacio Gutiérrez y el heroísmo de Inocencio Chincá, pero nada se sabe de Saturnino Gutiérrez y entre
la leyenda y las cábalas ha quedado el pasado de Pablo Matute o Domingo López
Matute.
Dicen las crónicas que Bonifacio
Gutierrez Zambrano recibió graves heridas en el Puente de Boyacá,
sus compañeros lo rescataron y lo condujeron a Tunja
donde la familia Luengas Valdéz lo
atendió con esmero hasta que se
recuperó y regresó a los llanos. Doce años después, Bonifacio regresó a Tunja en calidad de diputado por Casanare y al
relacionarse con los notables de la ciudad tuvo la oportunidad de conocer a Obdulia, una bella mujer de
veinte años, sobrina del Obispo de la
diócesis.
Como el mundo gira a su manera y los destinos
se cruzan, resulta que Obdulia era la muchachita de ocho años que llevaba jugos de frutas a Bonifacio cuando él
se recuperaba en la casa de sus padres.
La pareja empezó a verse y el
amor se incendió con tal llama, que apenas conociéndose, Bonifacio y Obdulia decidieron formar un hogar,
pero el papá, Pedro Luengas, se opuso , pues no quería que su hija se internara
en matorrales lejanos con un hombre de
color que apenas distinguía.
El idilio continuó pese a todo, hasta
que una noche de 1832, Bonifacio raptó a su amada y tomó rumbo al Casanare al sitio de San
Lope donde el gobierno republicano le
cedió 50.000 hectáreas en reconocimiento a los servicios prestados a la patria. La inmensidad
de San Lope no satisfizo a Bonifacio quien extendió el hato con terrenos de Capibabare,
una antigua hacienda de los jesuitas, abandonada en el siglo XVII cuando la Corona española expulsó a
la comunidad religiosa de las colonias americanas. Así se conformó el Hato Corozal, donde actualmente está situado
el municipio de ese nombre y también la Yegüera, otro gran establecimiento donde se levantaron los ocho hijos de Bonifacio y Obdulia,
la valiente mujer que tomó el mando de
la enorme propiedad tras la muerte de su marido.
Bonifacio Gutiérrez Zambrano
pereció al rodar por un despeñadero, se ignora la suerte de Sinforoso Gutiérrez Daza. Por su parte Inocencio Chincá, mestizo
de ancestro guahibo, fue lanceado en la
Batalla de Boyacá en un duelo con un oficial español y murió tres días después
en Tibasosa al gangrenarse la herida.
En Tame se habla de un cuarto
lancero tameño en el ataque comandado por José María Rondón: Se mienta a Pablo
Matute, pero puede haber una
equivocación al confundir este nombre con el de Domingo López de Matute, un llanero
oriundo de Guardatinajas, Venezuela, que
parece ser el mismo Pablo Matute de la avanzada llanera que se hizo gloriosa en
el Pantano de Vargas, luchó en Las Queseras del Medio, en El Sombrero, en Boyacá, en Bomboná, Ayacucho
y Junín y acompañó a Sucre en las campañas del Alto Perú. Al postergársele un
ascenso en Bolivia, Domingo López Matute desertó con 170 granaderos para
incorporarse a las tropas del general
Juan Antonio Álvarez, gobernador de la provincia de Salta en el Río de La Plata.
Esta fuerza mercenaria luchó al lado del mejor postor, llenando de pavor el
norte de la Argentina. Domingo raptó una
señorita de la alta sociedad de Salta para casarse con ella, pues sus padres, como había ocurrido con
Bonifacio Gutiérrez se oponían al matrimonio debido a su color y su
procedencia. Al rebelarse “El Tigre
del llano” contra el gobernador
de la provincia, lo apresaron y fusilaron
el 17 de septiembre de 1827
Los granaderos colombianos cayeron
uno a uno en medio de la lucha intestina
entre federales y unitarios; quedó la
leyenda y el recuerdo de esos llaneros sin Dios ni disciplina que intervinieron en
las primeras guerras intestinas del norte argentino.
La explosión de la camioneta el 4
de de 2001, causó serios daños en las
inmediaciones y abrió la tumba donde
reposaban Bonifacio y Saturnino
Gutiérrez. El presidente del Centro de Historia de Tame, don Plutarco Granados, rescató dos cajas grises donde estaban los huesos de los lanceros y las depositó en el
cementerio de la ciudad hasta que
restauraron el Mausoleo, adonde
nuevamente se llevaron los despojos mortales de los dos héroes. Aún faltan las placas de mármol con los nombres de los
lanceros; por lo pronto los Gutiérrez en Tame e Inocencio Chincá en Tibasosa están en buenas manos. ¿ Quien sabe que pasó con las cenizas de Domingo
o Pablo Matute, señalado por la historia sureña como un grancolombiano, peligroso
y en nuestra historia como uno de los centauros que salvó la patria?
Cordial saludo, soy Luis Pérez, oriundo de Tame, Arauca, y agradezco la información publicada sobre los lanceros de Tame. Me queda solo una inquietud: ¿Cuáles son las fuentes consultadas sobre Domingo o Pablo Matute? igualmente, para Bonifacio y Saturnino Gutiérrez.
ResponderEliminarGracias por su atención. Mi correo electrónico es Lmperezg@yahoo.com