EPISODIOS DE LEYENDA

 

Alfredo Cardona Tobón*

 


A menudo la imaginación popular se acomoda de tal manera con los sucesos, que al pasar el tiempo la realidad se mezcla con la leyenda. Nuestro pretérito está lleno de episodios que no resisten el severo análisis de la historia, pero dibujan con propiedad una época o el carácter de un personaje.

 

¿Cuánto hay de verdad o de mito en la vida del Negro Marín, guerrillero de mil combates y mil y una derrotas?- ¿Y qué hay de cierto en lo dicho sobre Mirús y Calzones, bandidos al estilo de Robin Hood,  o en las loas perfumadas sobre el Mariscal Alzate Avendaño, uno de los grandes promotores de la violencia política en el Viejo Caldas?-

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Revisemos algunos sucesos que son mezcla de historia y de leyenda,,  adobémoslos un poco y veremos que dan papel y cuerda para escribir estupendas novelas: .

 

LA PRESUNTA HIJA DEL GENERAL JOSÉ MARÍA CÓRDOVA

 

La corta y heroica vida del general José María Córdova fue tumultuosa, violenta, llena de pasiones y de gestos heroicos. Entre lo mucho que se ha escrito sobre el joven general hay unas notas que se refieren a una “juana” y  su pequeña hija

 

Se dijo  que entre las tropas que acompañaban a José María Córdova en la campaña de la costa Atlántica iba un sargento con su “juana” y una niña  crecidita. El suboficial murió en combate y  la `juana`  continuó con la columna, contestando a lista en nombre  del suboficial fallecido y cobrando los dineros que le habían asignado en vida  a su compañero.

 

Pasaron tres años y la muchachita de la “juana” se convirtió en una mujer en capullo  que siguió tras el general antioqueño sirviéndole al lado del capitán Francisco Villa, edecán personal de Córdova. La jovencita acompañó al militar paisa en la campaña del sur y en los campamentos se hablaba de la hija del general y a veces de la concubina del valiente militar granadino.

 

Córdova defendía a  la muchachita del acoso de la oficialidad y le prodigaba los mayores cuidados, pero llegó el momento que tuvo que separarse de ella por los rumores que en nada lo favorecían y la internó en un  convento  de Lima, donde se perdieron las huellas de la hija o de la amante del osado y violento oficial antioqueño.

 

LA MUERTE DEL "FOGOSO" GUTIÉRREZ

 

José María Gutiérrez de Caviedes, fue uno de los líderes de Mompox en el levantamiento de la ciudad contra los españoles y un destacado militar muy cercano al dictador Juan del Corral, en los primeros tiempos republicanos de Antioquia.

 

El llamado “Fogoso Gutiérrez" por su oratoria encendida, comandó la columna paisa que marchó hacia el sur a reforzar las tropas de  Nariño en su campaña contra los pastusos. El “Fogoso" no tenía mucho afán de apoyar al Precursor: en Supía suscribió el Acta de Independencia,  en Ansermanuevo atacó a los guerrilleros realistas y a los partidarios del centralismo de Cundinamarca; quemó el poblado, apresó a personajes que apoyaban al rey y cuando por fin  se unió a las fuerzas de Nariño, no acató  sus órdenes y dejó al descubierto la retaguardia republicana con la consiguiente derrota de los patriotas

 

El coronel Sámano apresó a Nariño y desbarató las fuerzas republicanas. El “Fogoso” Gutiérrez  buscó refugio en un convento de Cali, pero al saber que los españoles iban a aprehender y quizás a fusilar al religioso que le  dio asilo, se entregó a los españoles. En una fría madrugada y sin testigos, un pelotón de fusilamiento segó la vida del  "Fogoso". Mucho tiempo después, un sacerdote llegó a un lejanísimo hato en los llanos orientales para asistir a un moribundo. Yo soy el "Fogoso" Gutiérrez  dijo el moribundo antes de entregar su alma al creador.

 

Se rumoró con insistencia que "El Fogoso" no murió en esa ocasión, las balas eran de salva y  lo que se enterró fue un ataúd vacío. Se dijo que  Sámano lo había perdonado  movido por los ruegos, la belleza y los favores de la hermosa mujer de Gutiérrez que sacrificó su honra para que su esposo viviera.

 

LA HIJA DE SIMÓN BOLÍVAR

Debajo de una gran ceiba en el  corregimiento de Mulaló, en el Valle del Cauca,  la negra Benedicta Caicedo vende chirimoyas y masato. Es voluminosa y alegre y no pierde la oportunidad para afirmar con orgullo ser  tataranieta de la esclava Ana Cleofe Cuero, la madre de Manuela Josefa Bolívar Cuero, hija del Libertador Simón Bolívar.

La mayor  parte de los habitantes de  Mulaló descienden de los esclavos de la gran hacienda de don Joaquín Caycedo y Cuero, un notable patriota fusilado por los pastusos en la Primera República. En Mulaló murió el caballo Palomo de Bolívar; allí exaltan su memoria y cuidan su tumba con esmero. Dicen las leyendas  que a veces el  noble animal  trota en las noches de luna por las calles silenciosas con el Libertador en traje de gala y  que se oye el sonido de las medallas tintinear en el pecho del guerrero...

La presencia de Bolívar y el Palomo han estado presentes en Mulaló desde la navidad de 1822, cuando el Libertador en compañía del mariscal Antonio José de Sucre, de paso a los campos de guerra de Quito y El Perú, pernoctó en la hacienda de los Caicedo. Una bella esclava atendió al general Bolívar y calmó no solamente la sed sino las ansias de un hombre que necesitaba una mujer cerca.

 La madrugada sorprendió a Ana Cleofe en brazos de Bolívar... en la sonrisa de despedida la grácil africana presintió que en sus entrañas llevaba la semilla de la Gloria. Años después, el caraqueño pasó de nuevo por  Mulaló y encontró a Ana Cleofe con una mulatica que la familia Cuero Argáez había apadrinado y consentían como si fuera una de sus niñas.  Sea cierta o no la leyenda, es sumamente verosímil, pues Bolívar no reparó  en lechos ni en amantes y hay noticias de hijos suyos por medio continente..

 

LA ESCLAVA QUE DEFINIÓ UNA BATALLA.

 

Al filo del medio día del  28 de septiembre de 1819, avanzaron 700 jinetes, 200 lanceros y 100 fusileros patriotas hacia  las posiciones españolas en la hacienda de San Juanito, en cercanías de Buga, Valle del Cauca.

 

 Los profundos fangales y el fuego nutrido de los realistas impedían el avance de la caballería patriota. La guerrilla del inglés Runel llegó hasta el trapiche situado al lado de la edificación principal y se detuvo, pues era  imposible continuar con la densa lluvia de metralla. De repente, dos combatientes armados con lanzas y con mechones encendidos se aventuraron en medio del plomo. Eran la esclava María Antonia Ruiz, vestida de hombre, y el zambo Joaquín Bermúdez, que sin importarles el peligro, se acercaron a los ranchos pajizos, que rodeaban los edificios, y les prendieron fuego haciendo salir a campo abierto a los defensores de San Juanito que ante el empuje patriota y la  promesa de perdonarles la vida capitularon y entregaron sus  armas.

 

Así María Antonia pasó a la historia y también la infamia del capitán Custodio Gutiérrez, quien olvidó la palabra empeñada y fusiló vilmente a los comandantes vencidos en  los escaños de Cartago.

 

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