Alfredo Cardona Tobón
En Pereira
Desde
los primeros días de la república los pereiranos miraron con codicia la planicie pantanosa de
Dosquebradas. Estaba cerca, la sección de Frailes era una despensa y por un lado de las ciénagas pasaba el camino del Privilegio que comunicaba
la ciudad con la poderosa Antioquia.
En
la llamada República Liberal, Pereira contaba con los valiosos aliados del
occidente caldense y algunos municipios del Quindío. Era el momento para dar el
zarpazo y adueñarse de Dosquebradas invocando confusas disposiciones limítrofes. Eso intentó, pero no contaba con el bloque de
Manizales, el norte y el oriente de Caldas que
se opuso a sus pretensiones e
impidió la desmembración de Santa Rosa de Cabal.
Pereira
llevó sus aspiraciones a la Asamblea y así empezó el conflicto entre ambas
poblaciones, cuyas filos no han acabado
de limarse. Al aprobarse en primer debate el intento de Pereira, la ciudadanía
de Santa Rosa, como un solo hombre ,se preparó para defender lo que
consideraba justamente suyo. El primero
de abril de 1936 el doctor Mejía Palacio y otros líderes de Santa Rosa de Cabal
exhortaron a sus coterráneos para que no
comerciaran con Pereira y retiraran de allí fondos y ahorros, en respuesta a la pretensión de anexar la
vereda de Dosquebradas y otros territorios santarrosanos a la geografía
pereirana.
Ese
día hubo una manifestación
multitudinaria encabezada por la banda municipal y los colegios y se comisionó
una delegación compuesta por el alcalde Josué Echeverri, el doctor Vélez
Estrada y el personero para que se
presentaran a la Asamblea de Caldas a defender la integridad territorial de
Santa Rosa. Doña Magola Villegas presentó
una enérgica proposición de
protesta contra el proyecto; el comercio de Santa Rosa se comprometió a no tener transacciones de ninguna clase,
esto es, en forma de compra, permuta o préstamo con Pereira. Ciento catorce
firmas ratificaron la declaración de los
comerciantes “Inspirados en un
sentimiento de patriotismo y de solidaridad ante la campaña de boicoteo e
independencia que la ciudadanía santarrosana adelanta en contra de Pereira por
el hecho insólito e injusto, desleal e infame de querer arrebatar a Santa Rosa
una región que legal y justamente le
corresponde, con la cual perjudicaría seriamente la vida económica y espiritual
que viene gozando”.
El
doce de abril de 1936 se conformó la
Junta Pro-Defensa de Dosquebradas integrada por los señores Antonio Ardila,
Jaime Llano Escobar, Benjamin Villegas y Aturo Serna Gómez. Decía don Carlos
Llano en
una manifestación en Santa Rosa: “Pereira quiere la fracción de Dosquebradas con sus 4.558 hectáreas y sus 3740 habitantes y como si esto fuera poco
pretende también un parte de las
fracciones de La Estrella y el Manzanillo
y un lote del corregimiento del
Español en los linderos de Santa Rosa con Marsella. En total pretende 12.518 hectáreas con 10.914
habitantes, 200.000 arrobas de café y unas 8000 cabezas de ganado. Lo que
significa en total una rebaja en el presupuesto municipal del 25% al 30 %. “Santa
Rosa debe resurgir por patriotismo, por espíritu público en todas las esferas-
agregaba don Carlos Llano- recordando
siempre que Pereira la ciudad del metal coquetón, maleante y corruptor de
conciencias, voluntades y caracteres es un dragón poderoso que habita en las
orillas del río Otún y que no satisfecho con la realidad de su grandeza
material tiene un delirio incontenible
de progreso que amenaza con tragarse no solo
a Santa Rosa, sino también a todo el Quindío, a todas las poblaciones de Occidente y
enfrentarse también con Manizales”
Los
debates en la Asamblea son candentes. Es Pereira midiendo fuerzas con
Manizales. Están los liberales al lado de Pereira, contra los conservadores que respaldan a Santa Rosa. El
miércoles 28 de abril de 1936 se atajan las pretensiones expansionistas de Pereira
en la Asamblea de Caldas y estalla el
júbilo en Santa Rosa que celebra la derrota
del “proyecto imperialista”.
Santa
Rosa no duerme, está en vela esperando el resultado. Llega la grata noticia y a las dos de la
madrugada se organiza una grandiosa manifestación popular que cubre la plaza de
Bolívar y llega hasta el Colegio Apostólico, se viva a Manizales, al doctor Botero, a Calle y demás defensores
de Santa Rosa. Desde los balcones del Colegio de varones, don Miguel Ángel
Valencia habló de la victoria; las
banderas se agitan en tanto el rio humano a los sones de la banda municipal interpretan el himno de Santa
Rosa mientras desde los balcones las damas arrojaban flores a la muchedumbre.
Mientras
la ciudad de las Araucarias vibra, en Pereira los noctámbulos siguen en palique
en “El Páramo”, el mundo continúa girando en los merenderos o roncando a pierna
suelta sin darse por enterado del alboroto de los vecinos. Había sido un tiro
al aire, por si acaso resultaba, en realidad Pereira no necesitaba tierra ajena, pero para los santarrosanos Dosquebradas era
la clave de su futuro.
Semanas
después, en junio 10 de 1936, las
directivas del Club Rialto de Pereira invitaron a varios ciudadanos de Santa Rosa
al baile de la Cosecha. Pablo Arbeláez contestó en el siguiente telegrama: “ Agradezco
invitación clásico baile de la Cosecha. Lamento profundamente hayase
interpuesto muralla de honor que impídeme aceptar”.
El malestar
santarrosano persistió por décadas; eso
explica su oposición constante a los intentos separatistas de Pereira. Aunque
Pereira no pudo anexar a Dosquebradas, no se puede negar que sus
dirigentes apoyaron decididamente la creación del municipio de Dosquebradas,
perjudicando enormemente a la población vecina al arrancarle la joya más preciosa de su corona.
En
términos micro se repitió aquí lo de Panamá, incluyendo al dragón imperialista
que retozaba, no en las aguas del Caribe, sino en los agitados remolinos del Otún.
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