LOS CABALLISTAS Y SUS TAREAS

Jaime Lopera,

 
 

 

Son los caballistas los protagonistas de un papel preponderante en el proceso de colonización del llamado eje cafetero. Este oficio –que muchos ejercen hoy en día bajo otro tipo de cánones—era familiar de la arriería en varios aspectos: en tanto que los arrieros utilizaban los animales para el transporte de personas y mercancías, los caballistas eran en primera línea los encargados de criar, amansar y vender las bestias que los arrieros utilizaban.

Varias funciones se describen en el grupo de caballistas: en primer lugar, los propietarios de este ganado viajaban por departamentos y municipios adquiriendo los mejores ejemplares para su crianza, llámense potrancas, yeguas, mulas o sementales para cría y levante. En segundo lugar, el criador confiaba con la ayuda de los amansadores quienes, al ver llegar los potros a su edad adecuada, se encargaban de “arreglar” los caballos ya sea que por nacimiento, o no, tuviesen un paso determinado como trochadores, trotones o de paso colombiano. El amansamiento era un arte, no solo por la forma de acercamiento a los animales ariscos sino también por el manejo de las diversas formas de riendas que el jinete debía utilizar en el paso que se necesitaba.

Un viaje de Popayán a Armenia, por ejemplo, destinado a comercializar caballos, solía durar unos veinte días para traer entre 30 o 40 animales que llegaban a la feria de los poblados con la regularidad que el caballista ofrecía. Este negocio era más rentable cuando el apresto o preparación de los caballares daba la calidad y exigencia que se demandaban, sea que se usaren como animales de carga, de servicio o de exhibición. En algún libro sobre la arriería se hablaba de los 400 ejemplares que vinieron desde Neiva al Quindío, a principios del siglo XX, y las subsecuentes inconveniencias que para los caballistas representaba semejante viaje.

Javier Gutierrez Tobón, un calarqueño cuya historia familiar en la década del 40-50 tiene recuerdos de los caballistas de la ciudad, rememora que su padre (el negro German) no solo era caballista sino también “arreglador” de las bestias como que uno de sus animales favoritos, Bengala, fue presentado por Miguel Angel Ocampo en una feria en Girardot en 1950, en la modalidad de paso fino, y se alzó con el primer lugar en los premios de aquella ocasión. Arturo Herrera, hermano de Rodolfo y Elvira, y Benjamin Pardo Padilla, lo acompañaron en esta jornada de triunfos y jolgorios.

Ese mismo caballo, Bengala, al parecer fue adquirido por el Presidente Laureano Gomez por intermedio del Ministerio de Agricultura y se ignora hasta el momento el precio que pagaron por ese caballo que finalmente terminó en una hacienda mexicana como reproductor. Centella y La Zarzamora también fueron dos ejemplares muy reputados en esa época en manos de los caballistas calarqueños como Antonio Cupito. Bengala era, después de Don Danilo, uno de los más bellos ejemplares de los Ortiz, pero llegó un momento en que esta profesión fue copada por los esmeralderos y los mafiosos de la región y de esta manera cambiaron de rumbo como diversión y pasatiempo.

CABALLOS Y CABALLISTAS

 

Asunto: RE: Recuerdos perdidos en la historia

 CALARCA Y SUS CABALLISTAS
Traten de recordar para la historia:
El caballo de Dn David Valencia se llamaba Atila.
Dn Jorge Romero tenía a Bengala.
Dn Germán Gutierrez a Fantasma.
Dn Samuel Ortiz a Oligarca y la Zarzamora.
Dn Antonio Cupito a Diana y Centella.
Dn Rodrigo Rodriguez a Guerrillera.
Dn Saul Sabogal a Tribunero.
Dn José Luis Giraldo a Calarqueñita
Dn Elias Atehortua a Sonrisa y Chucua.
Dn Abel Gutierrez a Chavela y Fantasía.
Dn Segundo Barbosa a Silueta y Atila.
Dn Arturo Herrera a Capricho.
Dn Hernando Aristizabal a Cacique.
Dn Pedro Acosta a Cerezo y La Gaitana.
Dr José Giraldo Salazar a Katiuska.
Dn Antonio Salamandra a Primavera.
Dn Antonio ("toño") Jaramillo a Príncipe, Sonrisa y Quindianita.
Y no podía faltar el caballo de "chuzos".
"Bibliografia":
Notas de Antonio "toño" Jaramillo.
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