Alfredo
Cardona Tobón
El
triunfo patriota en la batalla de Boyacá fue un acto trascendental en la guerra de la independencia; pero después de esa victoria la lucha continuó durante meses en la Nueva Granada y en el
resto de las antiguas colonias de España
hasta la consolidación definitiva de la libertad.
Pasado
el pánico por la derrota en el Puente de
Boyacá, el virrey Sámano envió
expediciones a varios sitios para
retomar el control; el coronel Francisco Warleta con 350 veteranos
españoles del Regimiento de León tomó la
población de Cáceres en Antioquia y luego ocupó a Yarumal en tanto el español
Sebastián de la Calzada salía de Popayán
con rumbo a Cartago con la intención
de abrir un corredor que comunicara a Pasto con Santa Marta, los dos
baluartes más poderosos del gobierno colonial
Para evitar lo anterior Bolívar ordenó a
general José María Córdova marchar hacia Antioquia para contener a
Warleta. El 12 de febrero de 1820 el general patriota, en rápido movimiento, derrotó a los realistas en “Chorros Blancos” dejando libre el camino para la liberación de la costa Atlántica.
.Ante
tal situación Sebastián de la Calzada
abandonó la población de Cartago y regresó a Popayán a organizar su defensa, dejando una columna que bajo el mando del patiano Simón Muñoz, avanzó por el
Valle del Cauca dejando una estela de desolación y ruina.
EN
EL NORTE DE LA PROVINCIA
Después
de la batalla en el Puente de Boyacá, los habitantes del Valle del
Cauca de alzaron en armas y comandados por Joaquín Ricaurte vencieron al coronel
español Miguel Rodríguez en el Llano de San Juanito.
Las
derrotas en “Chorros Blancos” y en “Sn Juanito” fueron duros golpes para los
realistas; sin embargo en los cantones
de Cartago y Toro continuaron las
hostilidades mientras en la mayor parte del virreinato continuaba ondeando el
pabellón real; aunque en el norte de la provincia de Popayán no hubo grandes movimientos de tropas, en las poblaciones de Cartago, Ansermanuevo y
Supía se libró una guerra de guerrillas al igual que en las aldeas de Arma, La Montaña, Quiebralomo y Tachiguí.
Los
vecinos de Ansermanuevo, en su mayoría partidarios de la monarquía, se
dispersaron por los bosques de la cordillera occidental y conformaron grupos
armados bajo las órdenes de Ermenegildo Mendiguren, Castelar y Jerónimo Ortiz.
En las filas republicanas se destacó el inglés John Runnel, quien con su
cuadrilla de indios y de negros robó, atacó
haciendas e impuso su voluntad hasta la llegada del ejército republicano
dirigido por el coronel Concha, que lo capturó y lo envió prisionero a Santa Fe
de Bogotá.-
Mendiguren,
con una partida de setenta hombres ocupó el caserío de Riosucio, saqueó la casa del padre Bonifacio
Bonafont y destruyó los archivos de la
parroquia. En la noche del 28 de febrero
de 1820 veinticinco hombres de Jerónimo Ortiz, atacaron a Quiebralomo
causando dos bajas y obligando a la
avanzada patriota a retirarse al paso de Bufú.
Mientras
los curas de Guática y Quiebralomo inclinaban a sus feligreses a favor del rey y el padre Bonafont encendía los ánimos
patriotas en la aldea de La Montaña, los antioqueños atajaban las guerrillas realistas en los pasos de Bufú
y de La Cana; y desde la aldea de Arma
neutralizaban la ofensiva española sobre el norte de la provincia.
Don Francisco
Pereira Martínez, uno de los sobrevivientes del combate de Cachirí en
tierras del Socorro, se había refugiado en las ruinas de Cartagoviejo. Cuando
Calzada se replegó hacia el sur, don Francisco Pereira se puso al frente de la Jefatura Política y Militar del Cann y auxilió
con hombres y armas al capitán Custodio Gutiérrez en la reconquista de las poblaciones de Supía y
Riosucio.
En
una carta fechada el 5 de diciembre de 1819, el capitán Custodio Gutiérrez informó
al presidente Santander sobre tales operaciones:
“ Excelentísimo
Señor:
Tengo
la satisfacción de comunicar a V.E haber dado libertad a los pueblos de Riosucio
y La Vega de Supía, dejando arreglados las postas y el correo y completamente
abierta la comunicación de este valle con Antioquia.
En
esta jornada ha conseguido la República la ventaja de haber hecho prisioneros a
50 soldados, otros tantos fusiles y cartuchera, 30 bayonetas, 50
cartuchos, 50 piedras de chispa, dos
tambores y una caja de guerra de metal muy bueno. Entre los soldados se encuentra un capitán y un subteniente americanos, un tambor, dos
sargentos, un cabo y 4 soldados
españoles. También cogí en los montes y armado al cura de este pueblo doctor
Ramón Bueno, quien protegía a estos tiranos y que, por su causa escaparon un
capitán, dos subtenientes y dos soldados españoles que hasta ahora se ignora dónde
están”.
Las
guerrillas de uno y otro bando operaron en toda la región; el 11 de marzo de 1820 una partida realista embosca en Tachiguí
a un oficial patriota y a cuatro soldados que venían del Chocó y los asesinan; en tanto que
doscientos soldados de Calzada se concentran en Riosucio y retroceden hasta Ansermanuevo al recibir
informes sobre la superioridad de las
fuerzas antioqueñas destacadas en los pasos del río Cauca.
Ls
cantones de Toro y Supía estuvieron unas
veces en poder de los realistas y otras en manos de los patriotas. La población
de Riosucio fue un baluarte republicano y Supía fue la primera población de
esta zona que manifestó su voluntad de independencia; en cambio muchos notables de Cartago respaldaron la causa realista, de tal modo, que como cuenta Boussingault,
organizaron un baile cuando murió Bolívar.
EL
OCASO REALISTA
El
19 de mayo de 1820 los patriotas
derrotan a Simón Muñoz en el sitio de Alegrías; y se apoderan de 300 mulas con
armas, pertrechos y bastimento para las tropas españolas. El oficio de ese
patiano al servicio de los realistas era robar y asaltar para mantener las fuerzas realistas, pero su crueldad y sus
excesos fueron tan grandes que las
autoridades quiteñas lo llamaron a juicio; para librarse del castigo Muñoz
desertó de las filas coloniales y continuó sus atropellos bajo las banderas
patriotas hasta que sus antiguos compinches lo capturaron en Quilcacé y lo mataron a garrote.
En
junio de 1820 el general Valdez derrotó
a Sebastián de la Calzada en Pitayó; allí empezó el declive total de la causa
realista, fue entonces cuando La Calzada se retiró a Venezuela donde continuó luchando por
su causa, al final viajó a Cuba y allí
terminó sus días..
Doscientos
años después de los acontecimientos
libertarios conviene recordar esa época y reconocer la valentía de los patriotas de este territorio.¿ Cómo olvidar al
padre Bonifacio Bonafont, a Francisco Pereira Martínez, Custodio Gutiérrez,
Miguel Robledo y al padre Remigio Antonio Cañarte?- ¿Cómo no reconocer el coraje de esos soldados anónimos, reclutados de
la gleba indígena y afroamericana, que lucharon y ofrendaron su vida por la libertad en esta provincia y en el sur del continente?
La
historia no solamente fue tallada por los grandes héroes, también en estos
territorios olvidados se escribió con sangre y lágrimas la magna gesta de la independencia..
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