Alfredo
Cardona Tobón
Donmatías
es un pequeño pueblo al norte del Valle de Aburrá con un riachuelo que lo atraviesa arrastrando pequeños trozos
de sulfuro de hierro, que de lejos parecen pepitas de oro. En su clima maduran frutos
de tierra fría y lozanas muchachas de tez blanca y mejillas sonrosadas que
hacen honor a la llamada “raza
antioqueña”
Además
de sus pandequesos y los derivados de la
leche, Donmatías se distingue por ser uno de los más grandes viveros de
sacerdotes, monjas y misioneros de Antioquia y la cuna de Miguel Ángel
Builes, un obispo distinguido como siervo de Dios y aspirante a
la beatificación, gracias al cabildeo de sus coterráneos en El Vaticano y a la labor incansable de las hermanas de la
Congregación de las Teresitas, atentas a
la menor manifestación milagrera de Builes.
La
exaltación de monseñor Builes ha creado
indignación en varios sectores colombianos que recuerdan tiempos amargos de la
historia y a San Ezequiel Moreno, otro obispo atizador de la violencia y de la persecución contra
el liberalismo colombiano al que calificó de ateo y comunista, de perverso y
pecaminoso.
El
obispo Builes inyectó odio a la comunidad
antioqueña y fue enorme el dolor que llevó fray Ezequiel Moreno a las tierras del sur.
Los dos obispos, el uno paisa y el segundo español, murieron sin reparar los
daños causados: Builes murió en Medellín
y Moreno en un convento de su tierra
natal, donde ni el cáncer que lo afligió
en sus últimos años logró morigerar su temperamento.
En
1930 el dirigente liberal Olaya Herrera ocupó la presidencia de la República y
el obispo Builes asumió facultades que nadie le había conferido al pretender que la
cúpula eclesiástica lo acompañara en la campaña contra la república liberal que tornaron violenta los llamados “curas
guapos” de Santanderes, Boyacá y Occidente del Viejo Caldas. "Los obispos que no defenestran desde el púlpito la apostasía roja- decía el alto prelado- no son más que perros echados" y así continuaba echando leña a la pira insensata de la violencia.
UNA
INFAUSTA RECORDACIÓN
En
1949 los “pájaros” y la policía “chulavita” desplazaron a centenares de familias del occidente
caldense. Muchas viajaron a Cali, otras a Pereira o Medellín y Roberto Patiño, un honorable ciudadano oriundo
de Donmatías, aunque afiliado al
conservatismo, creyó más prudente salir de Quinchía y trasladarse a su
tranquilo pueblo natal, donde afilió su bus
escalera a Transportes Ochoa para hacer recorridos a Yarumal y Santa Rosa de
Osos.
Roberto
Patiño con su familia, el suegro y un sobrino político se instalaron en Donmatías en
una amplia casa con pesebrera, huerto con papayuelas y cerca de piñuela,
situada a la vera de una calle recubierta con huesos que enterraban como si
fueran piedras. Era un lugar idílico hasta entonces. Pero todo empezó a cambiar
un domingo a fines de 1949. Ese día de
mercado empezaron a oírse desde el altoparlante de la iglesia, numerosas arengas contra los comunistas y los presuntos aliados liberales, señalándolos de descreídos,
enemigos de Cristo, bandidos, perniciosos y dañinos para el resto de la
comunidad
Los
sacerdotes de la diócesis de Santa Rosa de Osos replicaban las consignas de
monseñor Builes contra unos ciudadanos que nada tenían que ver con Rusia y
el materialismo moscovita y cuyo único
pecado era no votar por las listas de Laureano Gómez.
Fue
un largo día... De los denuestos se pasó
a las pedreas y a los ataques físicos;
dos viviendas cercanas a la casa ocupada
por Roberto Patiño sufrieron los embates
de la turba fanática mientras Roberto y
los suyos esperaban lo peor, pues ya se había corrido el rumor de que venían de
una zona infestada por el flagelo rojo.
Fue tal el pánico de Roberto Patiño en Donmatías que trasteó de nuevo los corotos y en una madrugada repasó el camino y regresó a Quinchía, donde tenía amigos y la chusma azul que controlaba por ese entonces el pueblo lo contaba entre los copartifarios.
Fue tal el pánico de Roberto Patiño en Donmatías que trasteó de nuevo los corotos y en una madrugada repasó el camino y regresó a Quinchía, donde tenía amigos y la chusma azul que controlaba por ese entonces el pueblo lo contaba entre los copartifarios.
LAS
ACTIVIDADES DE BUILES
El
obispo de Santa Rosa de Osos se entrometió en casi todos los aspectos de la
vida colombiana: “Gobernantes de mi patria abrid los ojos- tronaba en uno de
sus discursos- ¿Cómo es que olvidáis dictar
leyes que rechacen al moscovita ateo
que mancha con su planta inmunda nuestro suelo?. ¡Soldados de mi patria!
¿Para qué recibisteis la bandera
tricolor y jurasteis defenderla, si ahora la arrojáis por tierra para que la
pise el ruso infame?. Ya suenan los clarines al combate. Vuestra misión es
defender la patria. ¡Atrás el extranjero¡. ¡Viva Colombia!.”
Dos
meses después del nueve de abril de 1948 y la muerte del caudillo Jorge Eliecer
Gaitán, el obispo Builes incitó al aniquilamiento, al menos moral, de los
liberales. Para Builes, el dirigente conservador Laureano Gómez, uno de los
mayores impulsores de la violencia política,
era el personaje providencial enviado por Dios para salvar a Colombia.
Miguel
Ángel Builes no solamente se fue contra
los opositores políticos sino contra los carnavales, los paseos de las mujeres solas, el cine, las
novelas y la radio y se opuso a los reinados
de belleza considerados por el alto jerarca católico como nuevo pábulo de las pasiones más
vergonzosas. El Obispo condenó el baile
y se fue lanza en ristre contra la autonomía universitaria y escuelas normales
establecidas por el gobierno.
En
su celo apostólico Miguel Ángel Builes estableció dos nuevos pecados femeninos
en su diócesis: la utilización de los
pantalones y montar a caballo a “lo hombre”, con el agravante que solo él y
ninguno otro sacerdote podía absolverlos.
Se
abona a monseñor Builes su labor incansable a favor de la iglesia católica: fundó
cuatro comunidades religiosas, creó 23 parroquias, construyó edificios, dio
vida al Seminario de Misiones y levantó la Basílica menor de Nuestra Señora de la
Misericordia. Fue amado por muchos y detestado por otros; fue admirado por los
feligreses conservadores y odiado por los liberales.
Tras 43 años de servicio, monseñor Miguel
Ángel Builes murió en Medellín el 29 de
abril de 1971 a la edad de 80 años.
ubieras especificado con imagenes
ResponderEliminarsolo el que lee con criterio sus escritos comprenderá que no se refería como tal al partido liberal, sino a la ideología que iba en contra de sus principios como cristiano
ResponderEliminarlas virtudes?????????????????????
ResponderEliminarno se
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