UN CURA VALIENTE Y PROGRESISTA
Alfredo Cardona Tobón*
El padre Miguel Ángel Melguizo fue cura párroco de Marulanda- Caldas-
El 9 de febrero de 1930 se
efectuaron en Colombia elecciones presidenciales con el triunfo del candidato
liberal; en esos comicios se contabilizaron 369.934 votos a favor de Olaya
Herrera contra 240.360 del candidato conservador Guillermo Valencia Castillo y
213.583 del otro candidato conservador Alfredo Vásquez Cobo. El triunfo liberal
desencadenó una virulenta reacción dentro de un vasto sector opositor que creía
que su derrota significaba el adviento de una era de persecución contra la
iglesia y los más caros principios del catolicismo.
En los departamentos de Santander y Boyacá
algunos sacerdotes enarbolaron la bandera de la rebelión contra el gobierno recientemente
instituido y fomentaron acciones violentas en sus feligresías. En el Viejo Caldas se presentó ese fenómeno en
varios municipios, donde esas acciones clericales fueron el caldo de cultivo
para la terrible violencia política que se presentó años más tarde, cuando una
división liberal llevó nuevamente al conservatismo al poder.
LAS LLAMARADAS DEL ODIO
Semanas después del triunfo de
Olaya Herrera, el Presbítero Naranjo
López, cura de Chinchiná, arremetió violentamente contra el nuevo régimen anunciando
que llovería fuego sobre Colombia, ya que eso merecía una república donde
gobernaba un hombre impío.
En Balboa y en Belén de Umbría se
presentaron disturbios alentados por sus curas y lo mismo sucedió el 28 de
abril de 1933 en Santa Rosa de Cabal, cuando el sacerdote Roberto Buitrago manifestó
lo siguiente ante los cadáveres de dos ciudadanos conservadores asesinados en
la población: “Yo, como ministro de Cristo, predico lo que este predicó en la
Sinagoga: Llorad ante vuestra madres y sobre vuestros hijos que muy pronto
llegará la venganza. Hermanos míos aquí reposan estas dos víctimas que piden
venganza, yo les pido a mis copartidarios el exterminio, el boicoteo y la
traición si es necesario, para arrojar a los liberales de este pueblo. Hay que expulsar estos bandidos, obligarlos a
que se marchen, no prestarles ningún servicio y negarles hasta el saludo a esos
facinerosos”.
Pero no todos los sacerdotes se
alinearon con los violentos; y algunos levitas virtuosos, que entendían lo
sagrado de su misión y su compromiso con todos los fieles, arriesgaron su vida
en defensa de toda su feligresía, sin distinciones de color político, como
sucedió con el padre Ángel María Melguizo cura de Marulanda, un hombre sin par,
de mente abierta y amigo del progreso.
La construcción de tres iglesias
con sus casas curales y escuelas anexas en Montebonito, Mesones y Brasil en una
época sin carreteras, con puras trochas empantanadas, sin auxilios del gobierno
y en medio de comunidades pobres fueron obra de este sacerdote extraordinario
que en el año 1897 llegó a Marulanda a remplazar al padre Jesús María Restrepo
Restrepo, primer cura de la aldea fundada por el general Cosme Marulanda.
El sacerdote Ángel María Melguizo
había nacido en Anorí, Antioquia, el 1° de agosto de 1855; recibió el presbiterato el 19 de septiembre de 1885 y
ejerció casi todo su apostolado en las ariscas breñas de la tierra fría que van
del páramo de Herveo hasta el cañón del rio Perrillo, cuyas orillas comunicó
con tres puentes techados, una hazaña monumental en esa abismal hondonada que marca límites entre Caldas y Tolima.
Como se ve este meritorio
religioso no solamente se preocupó por las almas de los fieles sino por su
bienestar material, porque además de las obras enunciadas lideró la
construcción del camino que unió a Marulanda con Manizales y se interesó en
grado sumo por la instrucción de los parroquianos.
Después de una meritoria
existencia el presbítero Melguizo murió a la edad de 87 años en Marulanda donde
se le dio sepultura el tres de noviembre de 1942. A este virtuoso levita, que bien podría estar
en los altares, se le puede aplicar aquella frase en loor al padre Almanza: “De
humildad fue su vida, de amor su ministerio”.
Hay algo más que realza la labor
del padre Melguizo: dentro de su
mansedumbre y entrega al prójimo,
guardaba el valor para recorrer las trochas imposibles en medio del frio, la ventisca y la noche
cerrada que a veces lo alcanzaba atendiendo a sus feligreses. Fue el mismo valor que le dio fuerza para oponerse
a los violentos que trataron de entronizar el
odio dentro de una comunidad hecha para la paz y la concordia, en
contraposición con los llamados “curas guapos” que tanto daño hicieron en las
comunidades.
Los ancianos de Marulanda
contaban que antes de las elecciones que llevaron al poder a Olaya Herrera, el
dirigente manizaleño Tomás Calderón viajó a la aldea en campaña proselitista.
Después de un discurso incendiario la chusma asesinó al jefe liberal Ernesto Patiño. El odio desbordado amenazó con llenar de sangre
las calles del pacífico caserío; ante tal circunstancia el padre Melguizo salió
de su iglesia y se dirigió a la plaza a calmar los ánimos de los exaltados, exigiendo a Tomás Calderón que se retirara del pueblo y dejara tranquila a la gente empujada por él a semejantes bochinches.
Los conservadores se dispersaron
y se guardaron en sus casas, en tanto los pocos liberales de Marulanda animados
por la reacción del padre Melguizo salieron a la calle vivando al sacerdote, a
la religión católica y al partido liberal y en manifestación pacífica cargaron
al párroco y lo llevaron en hombros hasta la Casa Cural.
No faltó quienes acusaran al
religiosos ante el Obispo de Ibagué por su apoyo a los presuntos enemigos de la
Iglesia, pero el alto Jerarca ni siquiera contestó la carta de los
malquerientes del padre Melguizo.
muy bien el articulo de el padre, con respeto quiero aclarar el nombre del presbítero, era Ángel María Melguizo
ResponderEliminarSe corrigió el error. Gracias por la observación. Es Angel María en vez de Miguel Ángel.
EliminarMuchas gracias por la información. Es un excelente artículo. Y muy merecido, el padre melguizo es considerado un santo para nosotros los Maryland
ResponderEliminarMarulanditas
ResponderEliminar