Alfredo Cardona Tobón
La Celia es uno de los municipios
menores del departamento de Risaralda con una historia nueva pese a lo cual es
casi desconocida por su gente y por los risaraldenses. En busca de esa historia
visitamos con el doctor Juan Hurtado a doña Silvia Jaramillo, una pobladora del
antiguo caserío quien en su lecho de enferma revivió innumerables sucesos del
pasado municipal.
Contó doña Silvia que por allá en el
año de 1910, en el sitio donde hoy se encuentra la población había tres fincas
cafeteras denominadas “La Selva”, “Sabaletas y “La Celia”, de propiedad de los
herederos de Martín Ortiz Romero. Había cosechaderos de maíz y fríjol que
sostenían numerosos campesinos oriundos de Santuario y del corregimiento de El Rey, hoy Balboa y las fincas en expansión daban trabajo a
peones de la región.
En un punto entre “La Celia” y
“Sabaletas, un señor robusto llamado Luis Guevara, de gruesa panza,
dicharachero y ganoso de dinero montó la fonda de “El Embudo”, donde se reunían
los vecinos a tomar cerveza y a libar el aguardiente tapetusa destilado en las
vecindades. Don Luis, contaba el papá de doña Silvia Jaramillo, retornó al suroeste
antioqueño y el nuevo propietario de “El Embudo” le cambió el nombre por “La
Guaca” que al final quedó como la fonda “Barcelona”.
En 1913 los hermanos Manuel
Vicente y Martín Ortiz Osori, junto con Carlos Echeverri y otros vecinos levantaron un caserío al coronar la pendiente del río Monos en tierras
consideradas baldías cerca de la hacienda La Celia. A los primeros colonos se sumaron Manuel
Tabares, Estanislao Rodríguez, Teodoro Loaiza, Daniel Zapata y otros 35 padres
de familia y el rancherío con una humilde capilla empezó a convertirse en una
fundación estable, cuyos vecinos Vivian de las rozas de maíz, de los cultivos
de fríjol o como peones de las fincas cercanas o trabajadores en las fuentes
saladas de la Martinica, La Rica y San Agustín.
Los empresarios que estaban abriendo monte y
montando haciendas apoyaron la fundación, pues les convenía al retener mano de
obra para sus cultivos. Se contó, además, con el aval de la administración de Santuario
que vio con buenos ojos el desarrollo de ese núcleo poblacional en tierras poco
habitadas.
La aldea con el nombre de “La Celia”,
por estar cerca de la finca con ese nombre se desarrolló rápidamente en forma tal que a los dos años de levantar las primeras
casas alcanzó la dignidad de
corregimiento como consta en el Acuerdo
con fecha del 25 de noviembre de 1915, firmado por Don Alejandro Uribe, presidente del Concejo
de Santuario, y por Carlos Echeverri, Secretario de la corporación municipal:
“Acuerdo No. 1- Sobre la creación de un nuevo
corregimiento en el municipio.
El Concejo de Santuario en uso de sus
facultades legales y considerando:
1°- Que en la importante fracción de “La Celia” de
esta jurisdicción existe un caserío, en donde al mercado concurren más de 200 personas, todas de dicha fracción
y de las de Cañaveral y de Monos.
2°-Que dicho caserío fuera de su
número regular de habitantes tiene local para escuelas, oficina, buena
localidad y aguas potables.
3°- Que toda la expresada región, como
el supradicho caserío se halla en terrenos baldíos y
4°Que tanto para el incremento y
desarrollo de la riqueza pública, como para la buena administración conviene
sobre manera erigir a dicho caserío como cabecera de corregimiento de esa región que más tarde podría llegar a ser la categoría de municipio por la riqueza y
extensión de sus terrenos, como por la laboriosidad de sus habitantes
ACUERDA:
ARTÍCULO 1- Erígese en cabecera de
corregimiento el caserío de La Celia, que se denominará Barcelona.
ARTTÍCULO 2. Aprópiese para el desarrollo
del poblado un área de terreno de 20 hectáreas, que serán medidas de
acuerdo con la demarcación respectiva.”
A mediados de diciembre se inauguró el
corregimiento de “Barcelona” con fiestas, cabalgatas, pólvora y la asistencia
de las autoridades y las personalidades de Santuario y del Alto del Rey. Ese
día Vicente Ortiz, propietario de La Celia donó los solares para la iglesia, la
Casa Cural, la Casa Consistorial y la escuela. Meses después el municipio de
Santuario compró a los herederos de Martín Ortiz quince hectáreas de terreno contiguas
al caserío para repartirlas a quienes quisieran instalar su casa en el nuevo
corregimiento.
EL POBLAMIENTO DE BARCELONA
La clase dirigente del municipio de
Santuario impulsó el poblamiento del vasto y fértil territorio municipal. Los
Lenis, los Gartner, los Uribe y demás familias prominentes se vincularon desde
sus primeros tiempos a los corregimientos del Alto del Rey y de Barcelona.
El sacerdote Marco Antonio Tobón
Tobón, director del colegio San Agustín de Santuario y de la revista “Tatamá”
de esta misma población, insertó el
siguiente aviso en la edición de agosto
de 1915:
COLONOS:
Llamamos la atención de las familias
que en otras partes están escasas de tierra. El territorio de La Celia en el
Alto Cañaveral goza de las más feraces montañas de variados climas, en terrenos
baldíos en su mayor parte.
Pueden acomodarse allí 10.000 habitantes. El caserío toma rápido
incremento y hay una buena escuela oficial.”
Como se había augurado el corregimiento
de “Barcelona” alcanzó en muy pocos años la dignidad de municipio, así que el
30 de noviembre de 1959 por Ordenanza
No. 96, la Asamblea de Caldas creo el
nuevo distrito municipal de “La Celia” y Barcelona pasó a la historia.
José Villa Grajales fue el primer
alcalde que orientó al municipio que ha sorteado serias dificultades como
asuntos limítrofes con Santuario, la violencia partidista de mitad del siglo
pasado y los coletazos de los narcos que impusieron el terror en todo el
territorio.
“La Celia” es un bello municipio, con
buenas aguas y tierras fértiles, con gente amable y emprendedora, donde
familias líderes como los Cano, los Herrera, Hurtado, Zapata, Echeverri… han convertido el municipio en una despensa y
un remanso de paz del departamento de Risaralda.
Gracias por recordar parte de la historia de mi pueblo.
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