Alfredo
Cardona Tobón
Isidro
Parra nació{o el 15 de mayo de 1839 en la población antioqueña de El Peñol; sus
padres siguieron el turbión irresistible de la colonización de las tierras del
sur hasta anclar en los barrancos de la pequeña aldea de Manizales.
Cuando
Tomás Cipriano de Mosquera se levantó en armas contra el gobierno conservador
de Mariano Ospina Rodríguez, don José Jesús Parra y su hijo Isidro se unieron a
la fuerza de la revolución, luchan en los llanos del Tolima y en las vegas del
río Magdalena y entran triunfantes con las fuerzas caucanas a Santa Fe de
Bogotá.
Después
de la toma de la capital de la república los Parra regresan a Manizales que
continúa en guerra contra Mosquera y sus aliados; pero allí no hay espacio para
los liberales, ni oportunidades en esa zona monopolizada por los herederos de
la Concesión Aranzazu y por los belicosos Arango y Villegas que mangonean en la
aldea.
En
busca de tierra y de mejores perspectivas los Parra y algunas familias amigas
remontan la cordillera central de Los Andes y en la ladera que escurre hacia el
río Magdalena establecen un caserío en el sitio denominado Las Granjas, que
pronto abandonan para continuar avanzando hacia tierras más cálidas. Al fin
se topan con un valle feraz, de buenas
aguas y con algunos vecinos entre los cuales sobresale el francés Desiré Angee
y su compañera Mercedes González
En
1851 el gobierno había cedido tierras baldías y aportado auxilios para el establecimiento de la población de El
Líbano; con la llegada de los inmigrantes antioqueños El Líbano progresó
rápidamente, de tal manera que en 1866 se le reconoció oficialmente y se nombró
a Isidro Parra como su primer alcalde.
Isidro
fue un líder, e indudablemente el motor del progreso de la nueva fundación que
se arropa bajo las banderas del radicalismo liberal.
En 1876
los conservadores se levantan en armas contra el gobierno liberal de Aquileo
Parra; los estados federales de Antioquia y El Tolima apoyan a los
revolucionarios caucanos, e Isidro Parra, de inmediato, organiza tropas que se
suman a las fuerzas liberales comandadas por el general Daniel Delgado. Son
400 libaneses entre los cuales
figura Isidro Parra y sus cuatro
hermanos.
El
20 de noviembre la sangre hermana corre
por los amargos campos de Garrapatas; el combate se prolonga hasta el 22; el
ejército liberal luchando al descubierto lleva la peor parte en esta danza de la muerte. Isidro
Parra lucha como un valiente sobre los escombros humeantes de la hecatombe y
por encima de los cadáveres y las banderas rotas es ascendido a general.
Los
liberales se retiran deshechos; los vencedores conservadores con el temor de un
contrataque que no podrían resistir abandonan el campo tan duramente retenido y
se retiran hacia las trincheras de Manizales.
Termina
la sangrienta guerra de 1876 y tras una precaria dominación liberal la paz
vuelve a hacerse trizas en 1879 con el levantamiento de los conservadores antioqueños que quieren
sacudir el yugo impuesto por los
caucanos que imponen los gobernantes y atentas contra los más caros valores
paisas.
Isidro
Parra y su gente vuelven al combate: el 26 de enero de 1879 Parra recibe
informes que anuncian los preparativos de los alzados en armas en el sur de
Antioquia y de inmediato alerta a las autoridades radicales de Manizales sobre
el peligro que acecha. Tras fuerte combates
en el sur y en el centro de Antioquia los liberales controlan la situación y la
columna del Líbano comandada por Isidro Parra
regresa a los surcos.
En
la guerra de 1885 el conservatismo retoma el poder y en 1895, cuando los
liberales pretenden conquistar el gobierno por las fuerza, de nuevo Isidro
Parra se alista bajo las banderas de su partido y con una columna guerrillera
extiende sus acciones desde Villamaría hasta Mariquita. De desastre en desastre, la derrota liberal
es inminente, con el descalabro en el sitio de El Papayo, los revolucionarios
del Tolima comprenden que es inútil seguir combatiendo y pactan la paz con el
adversario. Isidro Parra y su tropa deponen las armas y se retiran con un
salvoconducto del general conservador Manuel Casabianca.
Pese
al compromiso de paz con Casabianca las tropas conservadoras de Manizales no
respetan la decisión del general gobiernista y vuelan al Tolima, como buitres,
a aniquilar las rendidas fuerzas radicales de ese estado vecino. En la noche
del 21 de marzo de 1895 el coronel
Luis María Arango rodea el rancho donde
duerme tranquilamente Isidro Parra, con cuatro matones irrumpe en la vivienda y
sin compasión asesina vilmente a sus ocupantes.
El
cuerpo del patriarca humanitario,
protector de los menesteroso, que vestía a los niños pobres del Líbano, que
viajaba desarmado por los caminos solitarios, que creo riqueza y defendió con
la espada sus ideas cuando era imposible hacerlo con argumentos y razones, fue amarrado desnudo a un tronco de madera, y
arrastrado como un animal se le abandono como a un perro en la plaza de El
Líbano, donde su amigo conservador
Adolfo Rincón le recogió para darle
sepultura en el solar de la casa de unos parientes, pues el párroco no permitió
enterrarlo en el cementerio católico.
“Es
lo cierto- escribe el doctor Enrique Ramírez- que Isidro Parra murió el 21 de
marzo de 1895 en su agreste vivienda, sin oponer resistencia; y es sabido así
mismo que murió traidoramente. ¿ Quién lo mató’?- Una comisión fullera,
restauradora de crímenes, con sed de hazañas que agradaban a la parte oficial y
que salió en busca de Parra por montañosos senderos, segura de hallar presa de
muchísimo valor. La comisión fue comandada por Luis Arango y formaba parte del
Batallón Hilachas, cuyo nombre hace armonía con esos desalmados.”
Las
cenizas del jefe radical reposaron por un tiempo en un obelisco levantado por
la alcaldía de El Líbano en tiempos de la República Liberal; en el año de 1988
los restos de Isidro Parra quedaron en un cajón de madera, entre una arrume de
chatarra del Palacio Municipal de El Líbano.
Don Alfredo Cardona, estoy muy interesado en conocer mas sobre el general Isidro Parra. Qué se sabe del destino final de sus restos?
ResponderEliminarReposan donde siempre debieron estar, en el obelisco ubicado en el parque central de El Libano
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