Alfredo Cardona Tobón*
Con una misa solemne que empezó a las ocho de la mañana del 15 de junio de 1905, comenzaron
los actos de inauguración del departamento de Caldas. En el templo no cabía una
persona más; estaba lo más granado de la sociedad manizaleña; el gobernador Alejandro
Gutiérrez, los secretarios del Despacho,
las autoridades civiles y eclesiásticas, representantes del Cauca, de Antioquia y numeroso público.
Era
un hermoso día; los frescos vientos de
los nevados corrían por las calles empedradas y florecía la ilusión de un mundo
que empezaba. Pero no hubo fervor popular ni
alborozo por la separación, porque eran muy fuertes los lazos con Antioquia, cuyo nombre concitaba a los manizaleños
como un toque de clarín.
A las doce del día se posesionó don Alejandro Gutiérrez.
Nadie como este notable ciudadano era el indicado para presidir los destinos del
nuevo departamento; en 1869 siendo alcalde del naciente Manizales entregó los primeros
solares de la aldea; en 1870 fundó el
primer hospital del poblado, fue Ministro del Tesoro en la administración
Sanclemente, general de la república y en 1899 gobernador de Antioquia .
En acto sencillo, sin la presencia del presidente de la República
ni de altos dignatarios nacionales, don Alejandro se
posesionó ante el Doctor Silverio Arango, presidente del Tribunal
Superior de Manizales; luego, en un acto solemne, se ofreció un Te Deum en la catedral, oficiado
por el Obispo de la Diócesis, el clero local y el Seminario en pleno.
El
nacimiento de Caldas fue sobrio, con la austeridad de una comunidad cuyo blasón
siempre ha sido el trabajo; no hubo voladores ni pólvora, tampoco se vieron
borrachos en las calles; una concentración escolar puso la nota popular en la plaza Bolívar donde
se agitaron las banderas de Caldas y de Colombia y los oradores derramaron lirismo en los
discursos congratulatorios.
Al empezar la noche se cerró la
celebración con una recepción en la casa
del gobernador. Todo terminó a las diez de la noche con un brindis por la
ventura del recién creado Departamento; los gastos corrieron por cuenta de don
Alejandro Gutiérrez. Bellos tiempos aquellos cuando no se echaba mano al erario
y las dignidades administrativas eran un
honor y no la presa de los ambiciosos y los corruptos que trabajan para
sí olvidando a la comunidad.
UN LARGO CAMINO
En todos los tiempos el pueblo
antioqueño se ha unido ante las adversidades y ha conservado el amor
indeclinable hacia su tierra. Sin embargo los manizaleños, siendo paisas, se separaron de Antioquia. Se esgrimieron como argumento los
excesivos gastos en el ferrocarril al
Magdalena y las exiguas inversiones en las provincias del sur, pero la
verdadera causa habría que buscarla
entre los empresarios y políticos que
buscaban el control del poder sin la
tutela de Medellín.
Para llegar a ser la capital de la
provincia del Sur, hubo que recorrer un largo camino. Primero apareció Sonsón
como cabeza administrativa de las vastas soledades meridionales que parecían
más aptas para guarda tigres que para
albergar cristianos. En 1850 el presidente José Hilario López trasladó la
capital de la provincia a la ciudad de Rionegro y cuando el liberalismo
antioqueño perdió el poder, Rionegro se vio desplazada por el fortín conservador de Abejorral.
Poco duró el esplendor de Abejorral.
Cuando los colonos y los empresarios siguieron hacia el sur buscando tierras y
negocios, surge Salamina como nueva sede del poder político y militar de la
provincia del Sur.
Muy cerca está el límite con los estados del Cauca y Tolima. En la pura
frontera surge una aldea donde confluyen
las recuas muleras y de bueyes con todo tipo de mercancías. Es cuando le toca
el turno a Manizales, última capital de la Provincia meridional de Antioquia y
atrás fueron quedando los pueblos estancados en el tiempo, pues los militares,
los abogados, los leguleyos,
comerciantes y gamonales que vivían a costa del erario o adheridos al aparato
estatal, anclan definitivamente en
Manizales
LOS DUEÑOS DEL PODER
A medida que se establecían nuevas colonias y se incrementaba el comercio con
el Cauca y el Tolima, la ciudad fronteriza se enriqueció
y alcanzó la categoría de segunda
ciudad de Antioquia. Era como una sucursal de la capital paisa, en tal
forma que las familias prominentes de Medellín tenían un pie en el Valle de Aburrá y otro en las
faldas de Manizales.
Alejandro Gutiérrez Arango
Durante el gobierno de don Alejandro
Gutiérrez Arango el territorio caldense
se extendió hasta el rio Magdalena. Con visión de futuro, el primer mandatario
de los caldenses dio impulso a La Dorada y a La Virginia, extendió los caminos,
construyó puentes. Caldas era un territorio por conocer y para hacerlo don
Alejandro envió visitadores a los más remotos sitios del Departamento.
La administración encontró enormes diferencias
entre los distritos paisas y las atrasadas poblaciones que pertenecieron al
Cauca y al Tolima. Hubo que impartir orden y atajar la corrupción rampante en estos
municipios. Se tomaron medidas y allí
empezó el resentimiento contra la clase dirigente manizaleña, sobre todo con los Gutiérrez, a quienes acusaban de acaparar
el poder..
Por ley 17 de 1905 el gobierno de Reyes
creó a Caldas con las provincias de Manizales, Aranzazu, Robledo y
Marmato,las dos primeras de Antioquia y las otras del Cauca. Por ley primera de
1908 se le quitaron las provincias de
Marmato y Robledo para formar con el Quindío el Departamento de Cartago; pero
este mismo año, por Decreto 916, se suprimió Cartago y las tres provincias que
lo conformaban quedaron definitivamente en Caldas..
Fue un rifirrafe donde intervinieron
todo tipo de presiones tanto políticas como personales, hasta que al fin quedó
la mariposa con un ala en el río Magdalena y la otra en las selvas del Chamí.
El Cauca se resignó y Antioquia quedó satisfecha, pues las provincias del sur
se compensaron con la región de Urabá cercenada
de Antioquia en el gobierno de Hilario López.
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