DISCURSO EN LA INAUGURACIÓN DEL PARQUE DE BARRIO GALÁN
SEPTIEMBRE DE 1984-
ALCALDÍA DE HERMES VINASCO
ARROYAVE
En la inauguración del
parque del barrio Galán, la colonia de Quinchía residente en Manizales colocó una placa en honor a los
caciques quinchieños sacrificados durante la rebelión indígena de 1557. Treinta y dos años después la placa no existe y administraciones y vecinos indolentes dejaron convertir el parquecito en un rastrojero.
En septiembre de 1984, el presidente del Centro de Investigaciones históricas de Centro-Occidente de Colombia, señor Jorge Eliecer Zapata Bonilla, leyó el siguiente discurso en este acto presidido por el alcalde Hermes Vinasco Arroyave :
En septiembre de 1984, el presidente del Centro de Investigaciones históricas de Centro-Occidente de Colombia, señor Jorge Eliecer Zapata Bonilla, leyó el siguiente discurso en este acto presidido por el alcalde Hermes Vinasco Arroyave :
“EXALTACIÓN DE LA RAZA PRIMIGENIA
Ocupirama, Aytamara,
Upirama, Tuzarma y Capirotama son nombres que al pronunciarse, dan la musicalidad de la selva virgen, pues
tienen la tonalidad de cantos
vernáculos, de silbos encantador, de paz sin estridencias. Son nombres que debieron tener en su lenguaje
original, sentido de libertad, de amor, de abundancia, de edénica vida.
Y así debió ser en el principio, cuando la
planta del hombre frustrado de allende el mar, no había manchado con su
ambición, con su sangre y su misma fatiga el
panorama abierto de un mundo que
le era ajeno. Pero en la tonada del cada nombre debe haber una historia
diferente, gajo de una historia madre,
porque la misma raza, organizada bajo el signo del poder y de la
perdurabilidad, conducía al misterio
americano. No hay en la historia de los hombres una sola rueda suelta, solo hay eslabones perdidos en
la oscuridad de los tiempos, y como en los idiomas orientales, estos generaban palabras
de descendencia que fueron incapaces de asimilar los extraños para dar
con la clave de un pasado que hoy estamos testimoniando al apuntar sobre la
piedra vocablos de todavía indescifrable
significación pero que son partes del enigma nuestro.
Por eso, en el idioma de la
selva virgen, Aytamara, Ocupirama, Upirama, Tuzarma y Capirotama, deben ser
enlaces de sílabas que son la génesis de
toda una dinastía de prohombres sobre los que se hizo la desconocida historia
del pueblo que opuso resistencia mayor al empuje de Jorge Robledo y sus
hombres en el empeño por auropeizar lo
que jamás pudo ni podrá parecerse a Europa.
Nosostros nos quedamos con
esos nombres exaltados por la sangre,con
su significado de naturaleza bravía, fértil, diáfana, cúmulo de la esperanza de renovación que se dio y se
sigue dando en el mestizaje, como raza de América. Ellos, los cacique de ésta
tierra, son el primer punto de referencia
histórica hacia la que Quinchía
debe mirar con orgullo como partida de su historia escrita.
LA INTELIGECIA INDÍGENA
Juan Jacobo Rousseau dijo en su
“Discurso” en 1756 que “el hombre
salvaje es el único ser racional bueno, libre y feliz”. Y la bondad, la libertad
y la felicidad conducen a la búsqueda de progresos que perfecciona la vida. Por eso el hombre
primigenio de América desarrolló una vasta labor mental de la que el viejo
mundo debió asombrarse, pues los progresos logrados en campos como la
astronomía, la medición matemática, la arquitectura, la metalurgia, las leyes y
la agronomía, eran en su época comparable y en veces superiores a los avances de los griegos y los
egipcios. La misión francesa
denominada “La Condamine” es la
prueba de lo que hallaron los europeos en este lado del mundo. Pero el idioma y
las artes son la expresión más clara de
la versatilidad del pensamiento aborigen, pues mientras el hombre europeo
descubrió, cubrió y encubrió todo un continente sin poder defenderse con un solo dialecto, los
indígenas aprendieron el castellano sin dejar morir sus lenguas nativas.
Por eso este idioma de
España y de Indoamérica se tornó en una lengua esplendorosa y dinámica, porque
se vio obligada a acrecentar su caudal con palabras con las voces llegadas de
diverso dialectos americanos. Se fortaleció el decrépito castellano que
trajeron los hispanos a estos lares. Y el arte, que en su ignorancia
desconocieron los peninsulares, era ya una expresión madura de la civilización
americana. Incas, mayas, aztecas, agustinianos y taironas son apenas puntos de
referencia, pues a nosotros los de estas breñas
nos tocan con su arte los quimbayas, expresiones todas las mencionadas,
de una concepción universal de las formas, pero avanzados más que los del Viejo
Mundo en la simplificación de las definiciones. Lo que hoy con petulancia
denominan arte abstracto, era ya una escuela americana antes de la fecha del
descubrimiento.
Los testimonios están dados
en la simbología que alcanzaron con la recta y con el triángulo como mínima
expresión de aquella. En la representación de sus dioses , y de los estados
máximos de la vida, como la maternidad, la abundancia y la riqueza, la guerra y
el triunfo, el hombre de América es tan artista, como el europeo al exaltar los
héroes, la belleza o la imaginación.
LA HUELLA ARRASADA
Améica fue un continente
descubierto por el efecto de una aventura económica, antes que de una aventura
mental. Por eso aquí no llegaron los hombres de ciencia sino los comerciantes,
los traficantes, los usureros, los ambiciosos de poder y de dinero. Y ellos, fueron los que encontraron las expresiones del arte,
de la cultura y la civilización aislada, sin comprender que se enfrentaban a la respuesta de lo ignorado por su mundo. Por eso con sentido de ganancia, de riqueza
material miraron lo que hallaron. Tuvieron que correr siglos, para que los europeos
se dieran cuenta del valor de lo que habían destruido, fundido para transformar
en expresión comercial. De ahí el
asombro de los ultramarinos de hoy, de
ahí sus estudios sobre estas tierras y estas expresiones, pues apenas caen en
la cuenta que sus mayores en la ignorancia de su aventura, le quitaron al mundo
civilizado la posibilidad de comparar y encontrar las razones, ahora más
distantes que antes, del acomodamiento
del hombre a través de sus propios
recursos.
Sin embargo, nos quedan hoy
siglos del pasado, huellas sobre las que nos inclinamos reverentes porque en
ellas está la voz de un pretérito que nos es común a todos por la raza, como
las que el dios Xixaraca dejó en las rocas de Mápura.
LA MITOLOGÍA COMO TESTIMONIO
DE GRANDEZA
América misma como
continente es un mito indescifrable. Pero ubicándonos en este territorio donde
hoy rendimos homenaje al asado, tenemos expresiones propias de la imaginación creadora del
indígena, pues un pueblo capaz de concebir su dios, su diosa de la guerra y su
demonio, tuvo también seres superiores para la agricultura, la
inteligencia y la belleza.
Los nombres rescatados, al
lado del ya mencionado Xixaraca
dominador de la roca dura, nos dan la dimensión del vuelo mental de los
quinchias. Horas es entonces de exaltar
a Tamaraca, dios del mal, como expresión
de la concepción diferencial entre lo razonable y lo inexacto en el
cumplimiento de la vida y de Michua, Señora del Valor y de la Guerra, moradora del imponente
Batero, símbolo geográfico de la municipalidad. Estos nombres deben difundirse
a lo largo y ancho de Colombia para que se deje consignada de por siempre la fertilidad del pensamiento
de una raza que legó grandeza, pues por la historia de la patria corren con
brillo propio los nombre de Chiricha, Cananao y Sabastián Mamia, caciques que defendieron
el honor de su pueblo ante las
arremetida de los extraños. Gloria pues a la raza no vencida, a la raza que llega hasta nuestros días imponente y
fuerte transportando en el tiempo la semilla de la inteligencia y de la
confraternidad., pues esta misma raza fue la que venció la violencia
incentivada por foráneos y colocó la comunidad como símbolo y belleza de uno de
los departamentos más jóvenes y prometedores de la patria.
Estamos aquí para rendir
testimonio a través de la historia a los gloriosos nombres de Aytamara,
Ocupirama, Upirama, Tuzarma y Capirotama como fin de una leyenda y comienzos de la verdadera historia de un
pueblo que empieza a hallar sus raíces y a colocarse en el concierto nacional
como punto de referencia de identidad, pues mientras en otros lares de la
república los hombres se “civilizan” cambiando de apelativos, aquí permanecen
las mismas voces primitivas como enseñas de constancia y confesión de
unidad en la sangre y en el espíritu.
Quinchía, al rendir este
homenaje, al descubrir esta placa a los
primeros guerreros de su historia, no hace otra cosa que colocarse a la
vanguardia de los pueblos que creen en
su destino, y sin renegar de él, exaltan
con unción patriótica la verdadera esencia de la raza.
En nombre del CENTRO DE
INVESTIGACIONES HISTORICAS DE CENTRO OCCIDENTE
DE COLOMBIA, grito emocionado: Gracias Quinchía por tu sangre indígena ,
porque ella es la vida palpitante de América toda.”
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