CON LETRA DE RAFAEL NUÑEZ Y
MÚSICA DE ORESTE SINDICI
Quizá el primer himno
fue la Guaneña que animó a los combatientes patriotas en la batalla de
Pichincha. Una Oda al 20 de Julio con letra de José Joaquín Guarín , estrenada
en 1864 se tomó como himno oficial, pero no tuvo acogida. Unión.
Alfredo Cardona Tobón
¡
Oh gloria inmarcesible
Oh júbilo inmortal¡
¡En surcos de dolores
el bien germina ya¡
Miles de colombianos , entre
treinta mil y cuarenta mil compatriotas, entonaron el himno nacional en los
estadios brasileños en los preliminares de los encuentros del Mundial de
Fútbol; fueron espectáculos maravillosos que nos llenaron de orgullo y de
esperanza; fue un cimbronazo que sacudió el alma y revivió nuestro patriotismo
llenándonos de fe y de esperanza.
RECORDANDO NUESTRO HIMNO
En Belo Horizonte y en
Brasilia, en Cuiabá y en Fortaleza nuestra gente atronó el espacio con las
notas del himno nacional colombiano en forma llana y franca sin las
deformaciones de Shakira que cambió la letra o de Fanny Lu que le quitó el
vigor marcial en el Estadio Metropolitano de Barranquilla. Porque el himno hay que cantarlo como es, como lo
hicieron los aficionados colombianos que no olvidan la versión oficial aprobada
en 1963 con las partituras de José Rozo Contreras, que son la aproximación más
fiel a la música original del maestro Oreste Sindici.
Quizá nuestro primer himno fue el bambuco pastuso la
Guaneña que animó a los combatientes
patriotas en la batalla de Pichincha; también danzas como “La Libertadora”
fueron expresiones nacionalistas
interpretadas en bailes y en actos oficiales al empezar la República.
Una Oda al 20 de Julio de
1810 con letra de José Joaquín Guarín y música de José Caicedo y Rojas,
estrenada en 1864 se tomó como himno oficial; pero la bella obra no tuvo
acogida pues es muy difícil de cantar y no tiene la marcialidad que le gusta al
pueblo.
En 1850 Rafael Nuñez
desempeñaba el cargo de Secretario de Gobierno de la Provincia de Cartagena y
en uno de sus arranques líricos escribió
un largo poema para exaltar la Independencia de
Cartagena. Como ocurrió con la mayoría de su obra literaria, la
composición quedó en la gaveta de un escritorio hasta que el 20 de julio de
1880 los maestros Delgado y Fortich desempolvaron la composición de Nuñez y la
musicalizaron ; pero al igual que la Oda
de Joaquín Guarín, la obra no gustó y fue un tremendo fracaso.
Hubo que esperar al director
de teatro José Domingo Torres, un gestor cultural de fines del siglo XIX,
notable organizador de eventos, coleccionista de la obra de Nuñez y con
excelentes relaciones públicas, quien tal vez para congraciarse con el
presidente Nuñez revivió los olvidados versos escritos en Cartagena y se empeñó
en buscar quien les pusiera música-
El personaje más indicado
para esa misión era sin duda el profesor Oreste Sindici, la autoridad máxima en
materia musical en la brumosa capital colombiana; pero Sindici no tenía tiempo
y envuelto en sus afanes no le puso atención a José Domingo Torres,, que
comprometido con los actos de la
Independencia de Cartagena no se dio por vencido y buscó el apoyo de la esposa
del profesor italiano.
¿QUIÉN ERA ATILIUS AGUSTUS
ORESTES THEOPISTOS MELCHOR SINDICI TOPAY?
Fue un italiano nacido en
Ceccano el 21 de mayo de 1828, nacionalizado en Colombia, que pasó a la
historia como el autor de la música de nuestro himno.
Sindici llegó a nuestras
costas en 1865 como tenor de una compañía de opera; ancló en Bogotá al
desintegrarse la compañía y se dedicó a enseñar música y a tocarla en la
catedral y en otras iglesias
capitalinas. Fue director de una Academia y formó un hogar ejemplar con una dama hija
de franceses. Sindici estableció cultivos de quina y añil en el municipio de
Nilo, Cundinamarca, que solo le dejaron pérdidas. En medio del torbellino de
nuestras infaustas guerras civiles sufrió la muerte de su hijo Oreste Justino,
sacrificado en el sitio de Flandes en la guerra de los Mil Días.
Por presión de José Domingo
Torres, la esposa de Sindici, doña Justina Jannaut, consiguió que el Maestro
pusiera los versos de Nuñez en
pentagrama. El presidente Nuñez hizo
algunos cambios en la composición para
ajustarla a la melodía y don Orestes, en su finca “El Prado” en Nulo, con un
armonio que aún existe, dio música a nuestro himno y lo interpretó por primera
vez el24 de julio de 1887 a la sombra de un tamarindo del parque de Nilo.
La obra se estrenó el 11 de
noviembre de 1887 con un coro de niños de las tres escuelas donde enseñaba
Sindici. El éxito fue total, los bogotanos la acogieron de inmediato y como
himno nacional se presentó el 6 de diciembre de ese mismo año en el Salón de
grados del Palacio de San Carlos con la presencia de Nuñez y de las altas
autoridades civiles, eclesiásticas y militares .
En julio de 1910 el conjunto
musical “La Lira Antioqueña” grabó el himno en los estudios de “Columbia
Phonograph Co” de Nueva York. El gobierno oficializó la obra de Nuñez y Sindici
por ley 33 del 18 de octubre de 1920 y
durante la presidencia de Belisario Betancur se autorizó a los sanandresanos
una versión en inglés y a los pueblos
indígenas las versiones en sus propias lenguas.
Sindici murió el 12 de enero
de 1904 víctima de arterosclerosis. El Congreso de Colombia expidió la Ley 99
de 1937 mediante la cual se rindió honores a la memoria de Sindici, y hoy su
mérito se reconoce en Ceccano, su pueblo natal, donde la banda local interpreta
con propiedad el himno colombiano.
Nuestro himno como otros del
mundo cantan a la libertad y enaltecen las acciones valerosas del pasado; su
música marcial hace vibrar los corazones; que sea hermoso o no lo sea es
cuestión de sentimiento; para los patriotas su himno es el más bello de todos;
unos himnos son solemnes como el alemán y el argentino; otros son sonoros y
alegres como el de Uruguay y Guatemala y algunos describen el país y muestran su grandeza como el himno
brasileño.
¡Qué lindo fue oir nuestro
himno en los estadios brasileños¡-¡Qué lindo fue sentir los corazones
colombianos unidos en un solo haz de voluntades…. ¡ Será el preludio de una época
nueva donde el perdón y el olvido atenúen nuestras diferencias para hacer de
Colombia la patria que merecen nuestros hijos?-
Recuerdo de chico un informe de un noticiero donde hablaban y mostraban la casa donde supuestamente vivió Orestes Síndice, ya convertida en un burdel en el barrio Santafé en Bogotá, con un bar pequeño, en donde en una pared al lado de una mesa mostraban un cuadro obsceno de Popeye y su novia Oliva. Curiosa historia de Síndice, afectado en tierras muy lejos de su infancia por la Guerra de los Mil Días y los cardúmenes de marineros borrachos, a lo Brutus, que imprimió Estados Unidos en la historia de Ciudad de Panamá.
ResponderEliminarjotagé gomezó