Con apuntes y grabadora visité
varias veces a Don Ismael Bermúdez Rico, un anciano pleno de recuerdos y de historias ; don Ismael, casi ciego, era
una fuente inagotable de datos valiosos que me han permitido reconstruir parte
del pasado de nuestra gente.
Lamentablemente, sin haber aprovechado plenamente su caudal testimonial se nos
fue el abuelo el tres de julio de 1985 a
los 96 años de edad dejando generaciones de Bermúdez que siguen honrando su nombre.
Don Ismael procedía de rancia estirpe caucana, de hombres que formaron
parte de la historia de la banda izquierda del río Cauca y particularmente del pasado de las gentes que
se han asentado en las laderas de los cerros del Gobia y el Batero.
RECUERDOS DE DON ISMAEL
En la guerra de los Mil Dias las
tropas del gobierno conservador entraron al pueblo y empezaron a fusilar a
cuanto varón cayó en sus manos para escarmentar a las guerrillas
liberales.
En el pueblo solamente quedaron las mujeres viejas y los niños, el resto de
la población huyó a los montes para salvar sus vidas o para unirse a las bandas
insurgentes de las orillas del río
Cauca. A la casa de los Bermúdez llegó
una patrulla en busca de armas; el sargento acarició la cabecita de Cristóbal,
el hermanito menor de Don Ismael y le
dio una golosina.
¿Donde está tu papá?- preguntó el sargento .
-Papito se fue a pelear los godos- Respondió el niñito que no llegaba a los
cinco años, atrás su mamá estaba con el alma en vilo, pues los asesinos
uniformados no tenían escrúpulos de asesinarla junto con los niños.
La información que dio el pequeño era correcta, su papá, el capitán Zoilo
Bermúdez, veterano de varias guerras, estaba en la montaña al frente de una de
las bandas guerrilleras que operaban en la parte fría del municipio
MACHETEROS QUINCHIEÑOS
El cinco de enero de 1900 una columna liberal procedente del Chocó atacó la
población de Apía y dos días después atacó la población de Ansermaviejo. Al
frente de los revolucionarios estaba Rafael Díaz Morkum cuyo objetivo era
establecer una cabeza de puente en la región que facilitara las acciones de los
liberales caucanas contra el
conservatismo paisa.
Apenas se conoció el avance liberal, las tropas gobiernistas de Riosucio
corrieron a reforzar a los ansermeños que en bloque se preparaban a rechazar a
los invasores, en tanto las guerrillas de Quinchia reunian cien macheteros que
marcharon a paso forzado a interceptar a los riosuceños.
El siete de enero los quinchieños cruzaron el río Opiramá y ascendieron por la serranía de
Mismis, A distancia se sentía el tiroteo en Las Partidas y con la urgencia de
apoyar a los suyos los rebeldes apretaron la marcha, al trote bajaron por el
espinazo de la montaña y atacaron la retaguardia riosuceña.
Pero todo estaba consumado, ya nada podían hacer, pues los ansermeños en
alianza con las tropas de Riosucio estaban consumando la derrota de los
liberales, que hambrientos y cansados tiraron las armas y se internaron en los
rastrojos para salvar sus vidas.
En el combate de Las Partidas perecieron cinco quinchieños, cuyo embate no
fue suficiente para cambiar la suerte de
las armas. Al ver que era inútil continuar atacando, los quinchieños se
retiraron hacia el Alto del Mismis y por la noche regresaron con sigilo y
recuperaron los cadáveres de sus amigos.
MÁS RECUERDOS
Con el triunfo en Las Partidas los conservadores arrecieron sus ataque
contra Quinchia, la persecución de los liberales se intensificó y el pueblo y
los campos quedaron casi desiertos.
Las tropas gobiernistas apresaron a Don Santiago Rico, abuelo de Don
Ismael, y como si fuera un criminal peligroso lo llevaron arrastrado a un
cuarto inmundo situado en los bajos de la casa municipal. Don Santiago había sido el primer alcalde del nuevo pueblo, luego del
traslado, y era un anciano respetable muy querido por todos por su acción
cívica y el apoyo que prestaba a la gente más necesitada; era pues un hombre
bueno y pacífico que nada tenía que ver con la guerra.
En la mañana del de 1902 don Ismael
salió a un solar aledaño a cumplir con una necesidad fisiológica, iba
custodiado por un paisa asesino con la orden de
matarlo; el bandido esperó que don Ismael se bajara los pantalones,
extendió el rifle y en esa forma infame acabó con la vida del noble viejo.
En una de las visitas que hice a don Ismael, vi en su cuarto una imagen de
San Jorge, pintada con colores vivos. El abuelo amaba entrañablemente
esa imagen, testigo de su nacimiento y también del nacimiento del moderno Quinchía. Esa imagen de San Jorge encabezó
el desfile del 29 de noviembre de 1879 cuando se trasladaron los ornamentos y
los últimos habitantes de Quinchiaviejo acompañaron los ornamentos al nuevo
pueblo.
-
San Jorge está muy enseñado a los trasteos en esta casa-
me dijo el anciano- Por eso lo tengo cerca
para que me ayude al trasteo al otro mundo, que no demora, pues ya tengo listos
los corotos.
Tras las últimas huellas de don Ismael regresé a Quinchía. Ya no estaba el
viejo, ni sus familiares y de San Jorge Arcángel no quedaban ni las señas, se
dice que se lo llevaron para Pereira. Quien sabe que habrá pasado con esta
imagen que habrá que rescatar porque, al igual que las huellas de Xixaraca,
plasmadas en las orillas de Riogrande, constituye uno de los símbolos más
preciados de la identidad quinchieña que no puede dejarse desaparecer.
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