Alfredo Cardona Tobón.
Casa del Museo Bolivar
Dos corrientes paisas, muy diferentes, fueron las que emprendieron la colonización de nuestra región: la primera, con raíces en el valle de Aburrá y ramificaciones en el suroeste antioqueño, pobló la banda izquierda del rio Cauca desde la zona minera de Marmato hasta Restrepo en el Valle; la segunda, que vino de Abejorral, pobló la banda derecha del rio Cauca, llegó hasta el norte del Valle y ocupó gran parte del norte tolimense.
Uno de esos inmigrantes fue el envigadeño Vicente Bolívar que un día de 1877 salió de Jericó con su esposa Idelfonsa Velásquez y por el camino de Oraida llegaron hasta Arrayanal, una aldea caucana en las puertas del Chamí, poblada por indios semisalvajes y aventureros atraídos por el oro chocoano.
Vicente sobrevivió compraba oro en Arrayanal y vendía mercancías y arrastrado por su espíritu campesino montó una hacienda, que por el clima y la humedad de los contornos servía más para criar gurres que para levantar ganado. Allí, entre aguaceros e indígenas, el seis de abril de 1879 nació su hijo mayor que recibió por nombre Eliseo
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Eliseo Bolívar Velásquez cursó estudios primarios en la escuelita de Wadislao Ramos, un adusto y esforzado maestro que sembró en el muchachito la inquietud intelectual que lo acompañó toda su vida y motivó a Eliseo para que buscara luces más allá de esas soledades selváticas saturadas de antivalores.
Por esa época Arrayanal, hoy Mistrató, se convirtió en refugio temporal de los conservadores perseguidos por el gobierno de Antioquia, tras la derrota azul en la guerra de 1876 y su fracasada rebelión de 1879. La mísera aldea de Arrayanal no tenia aliciente para los exilados, quienes pronto continuaron su camino hacia las lomas del Tatamá, de tierra fértil y guacas llenas de ricas alhajas.
En 1894 Vicente Bolívar se alejó de Arrayanal y dirigió sus pasos a Ipiales por el camino de las Ansermas; unas cuantas leguas adelante, Vicente frenó en seco y decidió quedarse en el incipiente caserío de Arenales, hoy Belén de Umbría, donde el padre José Estrada había construido una capilla de palmiche y trataba de llevar por buena senda al rebaño descarriado.
Arenales era tierra de aventureros, algunos buscados por las autoridades paisas. Allí se había establecido el bandido Carlos Osorio, compañero sentimental de Patricia Quimbaya, una heredera del Resguardo de Tachiguí y merodeaban los antisociales Simón Rojas y Cruz Ortiz, quienes en forma miserable habían asesinado al fundador Salvador Hoyos, para apoderarse de unos cultivos de caucho; por la única calle del caserío caminaba impunemente el temido Isidro Flórez, hombre de pequeña estatura, moreno, cabeza calva, barba crespa y deambulaba su mujer Rita Vélez, una negra, carateja, muy alta, llena de cicatrices a quien no le faltaba un garrote.
En 1895 una terrible epidemia de viruela atacó a Arenales. De los 850 habitantes fallecieron 105 personas, en su mayoría de ancestro indígena. Los montes quedaron desiertos y el poblado quedó casi abandonado. Poco faltó para que Vicente Bolívar continuara el proyectado viaje a Ipiales, desde donde su hermano Jesús escribía dando cuenta de la revolución radical ecuatoriana.
LA VIDA DE ELISEO BOLÍVAR
Eliseo Bolívar se hizo hombre en el borrascoso caserío y aficionado de las letras y la literatura plasmó en sus crónicas los acontecimientos de Arenales, perpetuando en sus escritos a los colonos que lucharon en la selva contra tigres y bandidos, a los nativos de Tachiguí, a los sacerdotes que trabajaron hombro a hombre con la bronca comunidad de frontera.
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Siguiendo las huellas de su padre, Eliseo se dedicó al negocio , su honradez y perseverancia le permitieron reunir una considerable fortuna, que sirvió para favorecer a los más necesitados y darle vuelo a su espíritu.
Eliseo fue un autodidacta de tiempo completo. Autoridad en clásicos de la literatura universal, sostuvo correspondencia con encumbrados personajes de la vida nacional; coleccionó documentos, libros y monedas; fundó un zoológico y dejó el testimonio de los primeros tiempos de Belén de Umbría en prosa ágil y elegante.
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Eliseo Bolívar, al igual que Alejandro Uribe en Santuario, traspasó las estrechas barreras de la parroquia y se hizo ciudadano del mundo. Fue un líder nato, dirigente cívico y político que sirvió a su pueblo sin pedir nada a cambio.. Al morir dejó una colección de 1145 figuras de cerámica indígena, pinturas coloniales, valiosos manuscritos y libros antiguos.
Ceramica que representa el sol en el Museo Bolívar
El patriarca murió en Belén el 11 de junio de 1942, dejando un vacío que no ha podido llenarse, vivió los días gloriosos de su infortunado pueblo azotado después por personajes siniestros durante la violencia partidista
El ranchito de bahareque que acogió a Don Vicente en los primeros tiempos,, se convirtió en una hermosa casona llena de flores y de pájaros donde Julián Gil Bolívar estableció un museo en honor a su abuelo.
La Asamblea instituyó la medalla "Eliseo Bolívar V. " para reconocer la labor de quienes han trabajado por la cultura de la provincia risaraldense. Murió hace poco Julian Bolívar depositario de la memoria de Eliseo, no podemos permitir que se borren sus huella, es necesario recoger sus memorias para resaltar en estos tiempos tan difíciles el ejemplo de esos líderes honestos y generosos que hicieron posible el desarrollo de nuestras comunidades.
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