-Alfredo Cardona Tobón-
Llegué a Santuario, Risaralda, en busca del recuerdo de Alejandro Uribe Botero. Indagué aquí y allá y nadie sabía quien era. En donde estaba su casa de amplios ventanales con patios de adoquines, flores y colibríes, encontré la mole de cemento del edificio de Telecom. De la memoria del patriarca ... ¡qué tristeza!, no quedaba rastro; parecía que Don Alejandro jamás hubiera pasado por ese pueblo. Sesenta años después de su exilio, la comunidad que desplazó a los viejos santuareños había borrado su lucha, su obra y sus desvelos.
En la década de los años cincuentas del siglo pasado, Carlos Styles describió al notable santuareño con esta frase afortunada “ “ Don Alejandro era un hombre sencillo, con poncho blanco al hombro, calzón negro y planchado, pies puros, cabeza encanecida, bigote afrancesado y corazón cordialísimo". Tendríamos que agregar que era un líder sin presunciones y un intelectual autodidacta, que a pie limpio, pues no usaba zapatos, alcanzó la dignidad de Senador de la República y convirtió a Santuario en uno de los municipios más progresistas del antiguo Caldas.
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Don Alejandro Uribe nació en Marmato en 1879 dentro de una familia paisa emparentada con el general Uribe Uribe .Desde la infancia su padre, Don Jesús, lo acercó a las más cerreras y nítidas fuentes del radicalismo liberal y plasmó en el muchacho los más altos valores ciudadanos . En la guerra de los Mil Días Don Alejandro se unió a la revolución y combatió al lado de los capitanes guerrilleros Manuel Ospina, Ceferino Murillo y David Cataño , que controlaban las riberas del río Cauca desde La Pintada en Antioquia hasta el vado de Arauca, en cercanías de Manizales.
SE QUITA LOS ZAPATOS
Don Alejandro Uribe combatió en El Pintado, en Bonafont y en El Dinde contra las fuerzas gobiernistas de Antioquia y del Cauca. Una noche, mientras montaba guardia en una avanzada en territorio de Quinchía, llegó al campamento rebelde la noticia de los reveses liberales en las breñas santandereanas. Para el joven combatiente era imposible la derrota de su partido, por eso apostó que si el liberalismo perdía la guerra no volvería jamás a usar zapatos La rebelión fracasó y después de la capitulación en Panamá, el titino y pinchado exguerrillero cumplió la promesa, porque era hombre de una sola palabra, y vivió pie en tierra hasta su muerte, sin que ello fuera un impedimento para dirigir periódicos, adelantar campañas políticas y convertirse en un personaje respetado por los barones electorales de Caldas..
Don Alejandro Uribe fue un ávido lector y un escritor de pluma ágil y amena cuya obra se publicó en varios medios escritos de América Latina. En 1915 fundó el periódico " El Pendón Rojo " para promover la creación de un departamento con capital en Pereira, pues decía que la dirigencia manizaleña no veía más allá del río Chinchiná y estaba esquilmando a los distritos de occidente para beneficiar a los “lanudos” del norte caldense. En 1916 estableció una librería en Santuario, que según un aviso de la revista " Tatamá", ofrecía obras místicas, históricas y científicas para que el pueblo orara y se instruyera. En 1928 editó "La Unión Social " con el objeto de difundir las ideas de la izquierda liberal y defenderlas de los virulentos ataques del clero; y a través de toda su existencia su nombre y su patrimonio sirvieron de apoyo a cuanta publicación se hizo para beneficiar al campesino, al perseguido y al pobre y protegerlo de los abusadores de todo tipo y pelambre
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EL ÙLTIMO RADICAL LIBERAL
"Desde que tuve uso de razón- escribe Alejandro Uribe en su autobiografía- me afilié al radicalismo. Fueron mis maestros Rojas Garrido, Arrieta, el indio Uribe. Como Rojas Garrido había dicho en la Convención de Rionegro de 1863 que el católico no puede ser republicano ... pues yo no fui, por eso, católico un solo momento de mi vida."
Cristiano y espiritista Don Alejandro Uribe invocaba a Dios en sus escritos y en bellas poesías. Uno de sus mejores amigos fue el sacerdote Marco Antonio Tobón a quien ayudó a fundar el colegio San Agustín, un notable plantel educativo que formó en la década de los veintes la clase dirigente más granada y distinguida que haya tenido la banda occidental del río Cauca..
Empresario y político, Alejandro Uribe movía los hilos del comercio santuareño y los votos liberales de la región. Nada se movía en el occidente del Viejo Caldas sin su consentimiento. Era un patriarca que dirigía, aconsejaba e imponía. Fue un hombre corajudo que se internó en las selvas del Chocó para buscar oro y que reaccionó con entereza cuando los seguidores de Gilberto Alzate Avendaño atacaron su casa y pusieron en peligro su familia. Entonces resurgió el guerrillero para decir a su gente que “ cuando el enemigo tira plomo no se le puede repeler con serpentinas”
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En la violencia de 1949 debió abandonar el país para defender su vida. Desde Ibarra en el Ecuador, Don Alejandro escribió en periódicos de ese país y en publicaciones colombianas lo que estaba ocurriendo en esta región para mostrar a todo el mundo el sufrimiento de su gente: "Juzgo que en cada municipio debe alguien denunciar todos los delitos y pedir el condigno castigo de los criminales. Yo me encargo del mío, que lo fue Santuario, ciudad antes próspera, culta, rica, tolerante y que figuraba entre las principales ciudades de Caldas.."
Don Alejandro nunca vivió de la política y no se lucró del Estado: " A pesar de que me hicieron altos, honrosos e inmerecidos nombramientos –dijo en sus memorias- y fui elegido para altos puestos, nunca cobré sueldo, ni cobré cuenta alguna de los tesoros de la nación". Cuando sus amigos lo llevaron al Congreso, Don Alejandro declinó el honor y le dio la oportunidad al suplente Camilo Mejía Duque, quien entonces empezó a encumbrarse en el panorama regional.
El patriarca regresó a Colombia y se radicó en Cali, donde murió el 21 de noviembre de 1965. El Congreso honró su memoria y la prensa capitalina destacó su trayectoria : ".el pueblo creyó en Don Alejandro no sólo porque lo sentía suyo, sino porque lo sentía desinteresado, virtud ésta la más admirada en los conductores de las masas... Sabía dialogar con los humildes en las ventas y en las fondas, en los barbechos y toldos de arriería. Todas las veces tuvo que prestar su nombre pues era sabido que los campesinos, al tener el voto en sus manos callosas, ásperas y rugosas y deletrear con difícil lectura, lo rompían si no hallaban el nombre de Alejandro Uribe Botero. "
Don Alejandro estaba tallado de esa madera que hace falta en estos días. Vertical y enhiesto respetaba, pero no se dejaba amilanar por los enemigos de su causa y de su gente. El Santuario que ayudó a forjar Don Alejandro Uribe desapareció, la violencia política desplazó a los viejos habitantes y trajo gente de otros lados sin la tradición de los fundadores. Santuario dejó de ser liberal y se convirtió en un fortín conservador. Desapareció la clase intelectual que hizo del municipio un faro de luz en la provincia, por eso se perdió su memoria y se borraron las huellas de una generación que fue orgullo del antiguo Caldas.
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