ZIG-ZAG
Doctor Rayo- (Efraim
Lezama)
Bogotá mayo 7 de 1984
.Respetado doctor Rayo:
La dictadura milita es peor que una
lluvia de rayos. Tal vez usted no probó esta hiel y vinagre . Modere su pluma.
Lo saluda atentamente. Cesar Botero Medina.
PD.
Yo conocía a don Efraim en Santuario, en donde fui juez en 1930-
1- Del
brumoso ayer
2- 2-
Es vago espectro
3- El
azul mañana
1-El
caserón quedaba a media cuadra de la plaza principal, loma abajo, por la larga
calle empedrada que subía hasta la trilladora.¨Poco después de utilizar manos
ajenas para hacer pavimentar los cuarenta pendientes metros del andén, mi padre
construyó con un cajón, cuatro ruedas,
un timón y sus propias manos amorosamente,
el carro de madera que (
sudoroso) yo subía empujándolo con las manos mías, para descender
frenándolo con la suela de mis feas botas y mis propios pies. No se si mi
papá también tenía los pies planos.
En
mi pueblo, varios años después de 1930, fui feliz viendo jugar al viento en
agosto con las cometas. Y fui feliz entregándole a las lluvias de noviembre,
que convertían las calles empedradas en turbios ríos, unos días galeones de papel robado al cuaderno
grande de dibujo y otras tardes los barcos que hacia poniéndole velamen a una
cáscara de naranja con el papel y el palo de un bombón. Y en diciembre fui muy
feliz, durante las fiestas de la Virgen y en las navidades, con la pólvora, los castillos, las revistas
de historietas, los villancicos y hasta con la espada de guadua que en ese
brumoso ayer era para mi tan real y tan ideal como Superman y el Niño Dios.
2-
También fui feliz en mi adolescencia. En las almas no había ninguna sombra. En
los rostros no había ninguna sombra. En los rostros había casi siempre
sonrisas. Pero un sábado de 1949 al anochecer hubo varios muertos. En la plaza
la horda ronca ya de gritar, aullaba. Las calles en cambio estaban desiertas,
cerradas las ventanas, Atrancados los portones y Santuario, mi pueblo, en poder de los violentos importados., Calle
abajo iban tres de ellos por el andén de mi casa. Calle arriba venía un
campesino arreando una mula, se oyeron tres blasfemias, una súplica, tres
detonaciones y luego los cascos de la mula, sonoros, por la solitaria calle de piedra.
Usted,
apreciabilísimo doctor Botero Medina,
afortunadamente ya no vivía en Santuario. La mula llegó sin el amo a la casa.
Lo que le recuento es un espectro vago. Al irse desangrando, calle arriba, el
amo fue dejando un hilo rojo sobre el andén que hizo pavimentar mi padre.
En
1954 cuando mi padre falleció , viajé a mi pueblo desde El Tambo, Cauca, donde ya había paz
pública, donde el alcalde era el
sargento Plata y donde yo estaba de juez
haciendo el año rural como usted lo fuera todavía más lejanamente (1930) en
Santuario.
En
mi pueblo vi muchos rostros llenos de sombras, muchos ojos y muchas almas que
tenían calor en vez de luz. Dos años
después tuve que regresar a Santuario
furtivamente. La casa donde nací era
ajena. En el patio de las gallinas, en la huerta y en el jardín le habían
sembrado otras casas. Pero la gente también estaba cambiando, en las almas y en los ojos empezaba a haber más
calor y más luz
3- En Santuario también hubo alcaldes militares. A
Santuario antes liberal y de Caldas, ahora conservador y de Risaralda, retorné
invitado por las autoridades civiles y eclesiásticas, cuando supieron que el doctor Rayo tiene el
mismo nombre de mi padre. Y aunque
Santuario era afable de nuevo, en vez de alegranza sentí tristura al comprender en 1968 que ese azul mañana, lleno de sonrisas conservadoras, era un vago
espectro del ya casi brumoso ayer
liberal. Mi columpio el columpio que anudó mi padre, colgaba en
el patio en la más alta rama de
aquel frondoso árbol que ya no existe.
Muchísimas gracias
César por haberme hecho volver con el
recuerdo al lugar donde mi padre fue madera
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