EL ÚLTIMO VENADO

 

EL ´ÚLTIMO VENADITO

Alfredo Cardona Tobón

 


 

Muchos pereiranos ignoran que en las cejas de monte del rio Consota y de las quebradas La Dulcera y La Parida, entre otras,  viven guatines, zorros, chuchas, barranqueros, iguanas, ardillas y gran variedad de aves. Pero a pesar de existir la Carder e instituciones municipales que se supone protegen la flora y la fauna de la ciudad, esos animales están a merced de los perros y los  depredadores mientras las orillas van siendo invadidas por gentes sin control que están acabando con los pulmones de la ciudad.

Lo anterior trae la triste memoria del  sacrificio del último venado de la Serranía del Oso  cuyo recuerdo debe concitar la preocupación   de los defensores de nuestros valores naturales.

La historia del  venado de El Oso concluyó  en   la hacienda “Pomerania”  de propiedad de Aurelio Botero Drews   donde  se conserva un lote de bosque tropical seco que linda con el rio Cauca y con la  hacienda “Alejandría”  constituyendo  un ecosistema  que ayuda a conservar la  biodiversidad de los corregimientos de Cerritos y Caimalito.

Frente al kilómetro cinco de la antigua carrilera  el andante se topa el  rio  Cauca con  La Virginia como fondo  y la cordillera occidental de los Andes como  trasfondo;  es un retazo del Edén y un festón de recuerdos y leyendas  donde se admira  la  Serranía del Oso,  un contrafuerte boscoso  que en tiempo pasado sirvió de coto  de caza  y en la guerra de los Mil Días fue teatro de las  guerrillas de Manuel Ospina , trillaron trocha las  muladas de Pedro Benjumea y abrieron caminos los cazadores que siguieron a Demófilo Candela tras las guaguas y las dantas que  se resguardaban en la selva.

De niño  Aurelio Botero oyó  todas esas historias y leyendas y jovencito vivió   jornadas en el río, pescó  bagres en los remolinos y  sabaletas en las quebradas que bajaban de la montaña. Aurelio recuerda esas cosas bellas y gratas, y  también  un episodio que no se  borra de su mente.y empezó  en  los  años cincuentas del pasado siglo cuando en  un  Club de Caza y pesca de Pereira  un conocido médico y deportista organizó una partida  de caza al estilo de los safaris africanos con armas modernas, carpa, camperos e  instrumentos de pesca y se dirigió al Valle del río Risaralda, por el lado de la  Serranía del Oso.  No faltaron los perros bramadores , las caucheras y  el bolso con bolas de barro cocido, pues a falta de piezas grandes también contaban las pavas, las perdices y las torcazas que irían a la olla a completar el sancocho,.

A medio día el ladrido de perros ajenos alertó a la familia Botero. A la distancia  vieron un venado acosado por una jauría, era  un  animalito adolescente que por rara casualidad había sobrevivido a las cacerías. Por un momento el venado desapareció tras  una mata de monte y luego corrió loma abajo  con dirección al rio Cauca. El venado agotado por el esfuerzo  se zambulló  buscando la protección de las aguas y  nadó corriente abajo tratando de burlar  a los perros que lo perseguían, pero fue inútil el intento pues en la orilla lo esperaba el  doctor Mora Mora con sus compañeros de campaña.

 .Al llegar a la orilla los perros lo cercaron  y lo atacaron a  dentelladas. Aurelio se aproximó y ante el doloroso espectáculo trató de espantar los perros encarnizados. ..Los  cazadores se acercaron al venado y apuntando las escopetas acabaron con su vida mientras la sangre caliente  mojaba  las fauces de los perros  y saciaba  la brutalidad de los humanos que celebraban el cruel acontecimiento..

Una vez culminado el sacrificio, los héroes de la jornada   amarraron  la presa en el  capó de un campero y la pasearon por las calles de Pereira como si hubieran  luchado con un tigre o vencido en franco lid a un animal peligroso. En la Serranía del Oso no hubo más venados para matar y desaparecieron  las  guaguas, los  ,guatines, las tatabras y  demás especímenes que adornaron la  fauna pereirana.

Ahora nuestros bosques están desiertos y algunos animales desplazados de los montes, se han refugiado en las cejas verdes de la ciudad donde viven de milagro en el borde de las cañadas acosados por  muchachos tirapiedras.

Fue mucho el daño causado por  las generaciones pasadas y escaso el interés de las actuales por  las chuchas y las iguanas entreveradas  en los jirones  de flora de la zona urbana  y  en los descuidados árboles de las calles y avenidas Para proteger lo que queda urge rescatar las zonas verdes invadidas y divulgar las disposiciones legales que protegen a los animales.

Don Aurelio Botero Drews guarda la historia del venadito .desgarrado por los perros y acribillado por próceres de la ciudad. De ayer a hoy  poco ha cambiado , díganlo los zorros y demás fauna silvestre arrollada por motos y automovilistas...

 

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