FLORIDA- USA-


LA ISLA AMELIA EN LOS ALBORES DE LA INDEPENDENCIA AMERICANA

Alfredo Cardona Tobón

© Derechos Reservados
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Pocos saben que el estado norteamericano de Florida figuró en 1817 como uno de los territorios que por ese entonces luchaban por independizarse de España y se ignora el papel de Amelia, una isla de 21 kms de largo y 6 Kms de ancho situada en la parte meridional de la cadena de islas que se extiende a lo largo del litoral de USA, desde Carolina del Sur hasta La Florida..

La República de las Floridas, que así se llamaba, sobrevivió menos de un año y  controló una mínima parte de la colonia española del mismo nombre. La mayor parte de sus habitantes ni siquiera hablaban castellano, sin embargo pretendía ser un Estado latinoamericano con  vínculos concretos con los independentistas de Tierra Firme, de México y hasta del Río de la Plata.

La Florida era una colonia muy poco poblada, cuya capital San Agustín, tenía unos mil habitantes. Económicamente era un lastre para los fiscos de Cuba y Nueva España y dentro del imperio español había tenido una función casi exclusivamente estratégica al evitar que desde allí alguna nación enemiga amenazara a Cuba o impidiera el libre tráfico de los galeones que solían pasar frente a la costa de la Florida en su viaje de regreso del Nuevo Mundo.

A  finales del siglo XVIII hubo alguna actividad económica en La Florida y empezó a notarse la peligrosa cercanía de los Estados Unidos. En el corto periodo de la ocupación  británica de Florida (1763-83), se había formado un grupo poblacional  étnica y culturalmente heterogéneo que aceptó, más o menos de buen grado, el restablecimiento del dominio español al permitírsela la  conservación de sus  costumbres y una relación económica, en buena parte ilegal, con los Estados Unidos.

El comienzo del movimiento de independencia hispanoamericana en 1810 casi no tuvo repercusión en la pequeña -y todavía insignificante colonia de Florida. En San Agustín se ve hoy día un monumento a la Constitución, pero si se inspecciona bien se ve que no tiene relación con la famosa Carta norteamericana, sino con la Constitución de Cádiz de 1812, que en Florida, a diferencia de lo que sucedió en Santafé de Bogotá y demás provincias insurrectas, sí pudo ser promulgada

 En ese mismo año de 1812 se proclamó  una república independiente en la Florida, en un  intento de los  colonos angloamericanos de sustraerse al control español, como paso previo a la anexión norteamericana. Fuerzas militares de los Estados Unidos participaron en la aventura, que finalmente se abandonó por presión diplomática de varios  países europeos.

La República de las Floridas promulgada en 1817 fue algo diferente, por cuanto fue auspiciada por  patriotas suramericanos. Su jefe máximo  fue  un aventurero de origen escocés, Gregor MacGregor, quien había luchado antes al lado de los revolucionarios de Venezuela y Nueva Granada, y se había casado con Josefa Lovera, una pariente de Simón Bolívar. MacGregor estuvo en el sitio de Cartagena, de donde escapó con vida para ir a las Antillas y de allí a Venezuela.

Por deudas y engaños financieros Mac Gregor salió de Venezuela y llegó a principios de 1817 a Estados Unidos, donde se puso en contacto con Lino de Clemente quien actuaba como agente del Libertador Simón Bolívar, con el futuro canciller de la Gran Colombia don Pedro Gual, y con el norteamericano Martín Thompson, representante éste de las Provincias Unidas del Río de la Plata. En marzo de 1817 y a nombre de la "América Libre", los tres le dieron autorización a MacGregor para apoderarse de "las Floridas", tanto la Oriental como la Occidental.
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MacGregor reclutó gente de varias nacionalidades en los puertos de los Estados Unidos, obtuvo préstamos y compró materiales  de guerra. Todo ello con  base en las promesas de distribución de tierras floridanas después de la victoria. Obtuvo un barco que zarpó de Charleston, Carolina del Sur, desarmado y en una misión supuestamente comercial. Solamente en la costa del Estado de Georgia MacGregor embarcó a sus hombres que tocaron tierra el  29 de junio cerca de la bahía Fernandina, en la isla Amelia, en el extremo nororiental de la colonia.

Los defensores creyeron que se trataba de la vanguardia de un gran ejército y se rindieron sin oponer resistencia a los ochenta atacantes.  MacGregor trató con benignidad a los habitantes de la región. Instaló un gobierno local de elección popular, organizó unas embrionarias agencias nacionales, como correos y aduana, desplegó bandera propia (una cruz verde sobre fondo blanco) y emitió decretos de honores para sus seguidores y patentes de corso a capitanes, principalmente angloamericanos, quienes se prestaban con gusto a enriquecerse a costa de los buques españoles. Pronto  los bienes capturados (a veces pertenecientes a países neutrales) se convirtió en la principal industria de la flamante república.


El hecho de que MacGregor no hiciera ningún esfuerzo serio por apoderarse de San Agustín y del resto de la colonia, contentándose con la isla Amelia, alimentó las sospechas del gobierno norteamericano de que el verdadero objetivo  era la creación de un nido pirata bajo el pretexto de la guerra de corso. Mientras esto sucedía el gobierno de Estados Unidos  adelantaba negociaciones con la Corona Española  respecto al territorio de La Florida. Los residentes de la isla eran norteamericanos que en principio fueron colaboradores con la causa de los patriotas, pero luego comienzan a levantarse en contra  por la forma en que MacGregor estaba dirigiendo la isla. Uno de éstos ciudadanos de apellido Hubbard, comenzó a crear la intriga entre la población y la tropa corsaria, poniendo en tela de juicio al liderazgo de Mac Gregor, que no había logrado encajar en las tropas.
En agosto de 1817 Mac Gregor es obligado por sus hombres a abandonar la isla en unión de su familia, el complot ideado por Hubbard se materializa, y  Mac Gregor se retira a Nueva Providencia con la intención de reclutar más soldados y retornar a la Amelia. Tropas españolas retoman la isla, pero al abandonarla llega a la bahía de  Fernandina  una expedición revolucionaria bastante mayor que la de MacGregor comandada por el francés Louis Aury, quien por instrucciones de Pedro Gual ocupó la isla a nombre de Colombia. La presencia de  Aury  fortaleció la causa a corto plazo, sin embargo trajo otros problemas: En primer lugar, las rivalidades entre los restos de la gente de MacGregor y los recién llegados, que conformaban otra masa heterogénea en su mayoría  de origen haitiano, y en segundo lugar, la reacción adversa que inspiró tanto en Florida como en el país del norte la llegada de esos "bandoleros que habían participado en los horrores de Santo Domingo", tal como un periódico de Georgia se refirió a la insurrección de los esclavos de Haití, que tanto había atemorizado a la población blanca de las colonias vecinas

Aury mantuvo un clima de orden en el territorio bajo su mando y, con el asesoramiento de Gual y del boliviano-argentino Vicente Pazos Kanki, expidió una Carta Magna moderna para la época; fundó El Telégrafo de las Floridas, primer periódico floridano de idioma español, fomentó  la industria del corso, incluso la captura en alta mar de esclavos para su reventa ilegal en los Estados Unidos.

Al fin las autoridades  norteamericanas no toleraron más la existencia de un gobierno independiente que, a su modo de ver, era sólo un reducto de contrabandistas y criminales.El 23 de diciembre de 1817, fuerzas norteamericanas ocuparon pacíficamente la isla Amelia y allí se quedaron hasta la ratificación en 1821 del tratado de cesión de Florida por parte de España a los Estados Unidos. La venta fue por cinco millones de dólares que USA jamás pagó a la Corona Española. 

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