LA
HEROÍNA DE PAYA
Alfredo Cardona
Tobón
El camino por la
aldea de Morcote era un paso utilizado
por los arrieros del “reino” para llevar mercancías al Casanare o arrear ganado con rumbo al altiplano; otras vías
cruzaban la población de la Salina o desembocaban en el Valle
de Tenza. Todos esos rumbos
los conocía Simona Amaya, una jovencita oriunda del llano de San Miguel que en esa mañana de
junio de 1819, vio a lo lejos, un grupo de soldados que a paso cansado avanzaba con dirección a
la cordillera.
Por las ropas andrajosas Simona dedujo que se trataba de un grupo rebelde procedente del Casanare; pero por las dudas, se mantuvo a respetuosa distancia, siguiéndoles hasta que se detuvieron en las cercanías de Paya.
Por las ropas andrajosas Simona dedujo que se trataba de un grupo rebelde procedente del Casanare; pero por las dudas, se mantuvo a respetuosa distancia, siguiéndoles hasta que se detuvieron en las cercanías de Paya.
Para frenar
cualquier ataque patriota, Barreiro, comandante general de las tropas del rey,
había establecido diecisiete puntos de observación a lo largo del piedemonte
llanero; una de tales fortificaciones estaba situada en Paya, donde los españoles se resguardaron en
“El Trincherón” , un fuerte en forma de estrella con ocho puntas rodeado de un
profundo pozo, construido siglos atrás
por los conquistadores.
Simona observó
los preparativos de ataque de la vanguardia republicana comandada por el general Francisco de Paula Santander y vio
a los realistas tomando posiciones en el
Trincherón para repeler el iminente ataque .
Con las primeras
luces del 28 de junio de 1819 un grupo
de combatientes dirigido por Antonio Arredondo avanzó hacia
el Trincherón y tuvo que retroceder varias veces ante la fuerte
resistencia enemiga. Como al medio día varios jinetes eludieron el fuego y cargaron
contra los españoles quienes ante la acción combinada de caballería e
infantería abandonaron las defensas y se
desplegaron por la via a Labranzagrande
dejando en el campo armamento, víveres y los cadáveres de varios compañeros.
Paya quedó en
manos de los patriotas, unos pocos vecinos salieron a recibir a los vencedores y el resto se perdió entre los matorrales, pues
era una condena a muerte auxiliar a los
rebeldes. Con el pelo corto, la cabeza cubierta con un sombrero ancho y su
figura delgada, Simona parecía un muchacho igual a tantos voluntarios llaneros;
como a las mujeres se les había prohibido
marchar con los rebeldes bajo
pena de cincuenta azotes, la jovencita se puso unos pantalones cogió una lanza
y sin entrenamiento previo pasó a ser parte
de la vanguardia granadina que pernoctó en Pisba y luego atravesó el tenebroso páramo .
Tras muchas
penalidades la vanguardia remontó la montaña y el 4 de julio llegó a la localidad de Socha, donde los combatientes pudieron calmar el hambre,
mitigar el frio y rehacer las columnas y los menguados escuadrones de
caballería.
Avanzadas de uno
y otro bando tantean el poder del enemigo; en el combate de Gámeza perece el
intrépido comandante Arredondo y en las peñas de Tópaga vuelven a chocar los
enemigos. El general Bolívar se mueve desde Socha y establece el cuartel
general en Tasco mientras los españoles sorprenden una partida patriota en Corrales
y asesinan a 34 prisioneros en el sitio de La Ramada, no lejos de Sogamoso.
Es una guerra muy cruel, sin respeto ni clemencia para la población civil. Barreiro escribe al virrey Sámano : “ Serán ejecutados todos los delincuentes, siendo esto de la mayor necesidad, pues estos vecinos son muy malos y lo han demostrado ya los pueblos del partido de Gámez, que todos han recibido con las mayores demostraciones de alegría a los rebeldes, saliéndoles al encuentro y teniéndoles prevenido provisiones y demás auxilios.”
Es una guerra muy cruel, sin respeto ni clemencia para la población civil. Barreiro escribe al virrey Sámano : “ Serán ejecutados todos los delincuentes, siendo esto de la mayor necesidad, pues estos vecinos son muy malos y lo han demostrado ya los pueblos del partido de Gámez, que todos han recibido con las mayores demostraciones de alegría a los rebeldes, saliéndoles al encuentro y teniéndoles prevenido provisiones y demás auxilios.”
Barreiro cree
que con los asesinatos de inocentes va a enardecer a sus desmoralizados
batallones. No hay perdón
en los dos bandos, y los combatientes del batallón Cazadores, llenos de coraje,
esperan la hora de enfrentarse a los españoles para vengar la muerte de Arredondo y de los 34 compañeros ultimados en La Ramada.
Se combate al por menor sin que los dos ejércitos se enfrenten abiertamente; en tanto
Simona, o sea Simón Amaya, aprende los
rudimentos de la guerra en el batallón Cazadores, solo
con su lanza, pues no tiene caballo y apenas sabe manejar las armas de fuego.
En la noche
del 23 de julio no se encienden hogueras en el campamento .. En la madrugada del 24, los republicanos cruzan
el río Chicamocha con la consigna de tomar el cerro de La guerra que
domina los pantanos de la quebrada Vargas.
Está lloviendo, no ha parado de llover desde hace doce días, el campo anegado dificulta las acciones de la caballería y hace
inefectiva la función de la artillería.
Tres veces los hombres de Santander intentan tomar las alturas y tres veces deben
retroceder ante las cargas a bayoneta de los realistas. La Vanguardia
dirigida por Santander cede y también la legión inglesa
. ¡Viva España!- Grita Barreiro-¡ ni Dios me arrebata la victoria¡- agrega con soberbia.
. ¡Viva España!- Grita Barreiro-¡ ni Dios me arrebata la victoria¡- agrega con soberbia.
-Se nos vino la
caballería y se perdió la batalla- dice Bolívar- que presiente una
derrota tan crítica que ya no habrá quien salve la independencia, pero Rondón
con catorce llaneros emerge de lo
profundo del pantano y cambia el rumbo de la historia, salvando del desastre a
las aguerridas tropas patriotas.
El viento arrecia
y un torrencial aguacero se suma a las sombras que cubren el campo del
Pantano de Vargas. En la mañana del
siguiente día, cuando se recogen los
muertos para darles una cristiana sepultura y se recuperan los elementos de guerra, los patriotas encuentran a
Simón Amaya con una herida
en el pecho; al descubrir su pecho
destrozado por las balas se dan cuenta que es una mujer, una valiente voluntaria
que ocultó su identidad para poder luchar por la patria.
Bastaron cinco
semanas en la vida de Simona para que su memoria quedara grabada en el corazón de los colombianos, al igual que
Juana Escobar sacrificada en La Ramada, que Justa Estepa fusilada en Pore y
centenares de mujeres patriotas cuyas
vidas segaron los españoles, muchas veces como escarmiento o por simples sospechas de ayudar a los rebeldes..
Docientos años después de la gesta libertadora, nuestra patria sigue en deuda con tantas y tantas mujeres que dieron su vida por la libertad: Simona Amaya, Juana Escobar, Justa Estepa, Antonia Santos, Mercedes Abrego, Carlota Armero, Policarpa Salabarrieta o las muchas mujeres naturales de Guane Santander, que fueron en auxilio y apoyo de sus esposos en las guerras del sur, y a las que simplemente se les llamó guaneñas.... y muchas, muchísimas más, cuyos nombres han desaparecido en las brumas de la historia....
ResponderEliminarEsta tal Simona Amaya es un personaje ficticio, en realidad no existió
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