Alfredo
Cardona Tobón
“Allá
va ese Martín Güemes
Barba
florida y entera
Con
sus gauchos infernales
Defendiendo
la frontera” - ( Chacarera -)
En
el sur del continente los gauchos de Salta y Jujuy, al igual que los llaneros
del Meta y el Orinoco de las sabanas
colombianas, sostuvieron una lucha a
muerte contra los españoles. Unos y
otros fueron
jinetes extraordinarios que tras
sus caudillos llevaron la libertad en el anca de los caballos.
Los
llaneros del Casanare frenaron las invasiones realistas a su territorio y
constituyeron la columna vertebral del ejército patriota que cruzó los Andes para liberar a la Nueva Granada; los gauchos, por su parte, protegieron la
frontera con el Alto Perú, apoyaron el
avance del general San Martin a territorio peruano y facilitaron la liberación de Chile.
Mientras
en Buenos Aires la “Patria Niña” se debatía entre la desorganización y el caos, las fuerzas
españolas se fortalecían en el virreinato del Perú y amenazaban el noroeste del
Rio de la Plata. En 1815 los españoles derrotaron en Sipe-Sipe al Tercer
Ejército Auxiliar y con la frontera desguarnecida y ante la inminente
invasión realista, el gobernador patriota de Salta, Martin Miguel de Güemes,
buscó infructuosamente el auxilio de Buenos Aires.
Con recursos
de Salta y Jujuy, Güemes conformó inicialmente
una fuerza de 336 gauchos oriundos de Salta, Jujuy y Tarija, comandados por 16 oficiales. Eran mestizos e indígenas
trashumantes, diestros con el facón y la lanza, montoneros e indisciplinados, guerrilleros por vocación,
jinetes excelentes que peleaban a caballo o desmontaban para convertirse en fieros
infantes armados de machete. Güemes los
llamó “Los Gauchos Infernales” pues como
seres del averno atacaban con furia utilizando el ruido como arma para llenar
de pánico al enemigo.
Para
protegerse de las zarzas, los gauchos utilizaban amplios zamarros o
guardamontes de cuero que golpeaban con sus rebenques creando un enorme estruendo; se recuerda la noche del 5
de mayo de 1817 cuando amarraron un cuero encendido a la cola de un caballo que
corrió desbocado en medio del campamento
español, atrás arriaron una partida de yeguas cerreras asustadas por sus gritos
y luego cabalgaron los gauchos sembrando la muerte entre sus enemigos.
MARTIN MIGUEL DE GÜEMES
Los gauchos
lucharon bajo las órdenes de Martín
Miguel de Güemes y de sus lugartenientes Manuel Álvarez, Luis Burela y Juana
Azurduy; más que las ideas ellos seguían a sus caudillos y cuando se les
convocaba para la guerra, lo hacían con
sus pertenencias: “pilchas”, poncho, caballo, apero, lazo, guardamonte, facón y
boleadoras.
Martín
Miguel Juan de la Mata de Güemes Montero y la Corte nació en la actual provincia de Salta en 1783. Nieto de un general español fue
estanciero por vocación. Por herencia inició la carrera militar como cadete
de la guarnición de Buenos Aires, luchó contra los ingleses en 1806 y 1807
y al estallar la revolución de mayo de
1810 Güemes se incorporó al ejército patriota bajo las órdenes de San Martín, quien le confió la defensa de la
frontera noroeste del Rio de la Plata
Poco
auxilio prestó el gobierno de las Provincias Unidas al caudillo de Salta que
fue un hombre entregado a su gente y a una causa; como debió establecer contribuciones forzosas para sostener la
causa libertadora, el Cabildo de Salta lo tildó de tirano y aprovechando una ausencia lo privó del mando que recuperó pacíficamente ante la
amenaza de otra invasión maturranga.
El coronel
realista José María Valdez atacó la
ciudad de Salta y sorprendió a Güemes, como se lee en la carta que
envió desde Paris el coronel Jorge Enrique Widt al general Domingo Puch: ”Nosotros estábamos
acampando a una legua, más o menos de Salta, organizando las fuerzas de la
provincia para marchar al encuentro del enemigo, cuando el General Güemes tuvo
la fatal idea de ir, durante la noche, escoltado, por algunos hombres de
caballería de la ciudad, a objeto de tomar allí personalmente algunas
disposiciones. Había echado a tierra cuando a media noche la infantería
española, desembocando por una quebrada, entró a Salta, cubriendo
inmediatamente todas las salidas y no dando tiempo al general Güemes sino a
montar a caballo para atravesar dos pelotones de infantería que ocupaban las
bocacalles, pasó sobre el cuerpo de infantes, pero recibió un balazo que
algunos días después le llevó a la tumba”.
Güemes
siguió a caballo hasta su hacienda a dos leguas de Salta y el
17 de junio de 1821 murió desangrado en
la Cañada de La Horqueta, a la intemperie y en medio de sus hombres. Fue el
único general argentino caído en acción de guerra con enemigo exterior. Sus
gauchos como homenaje póstumo recuperaron a Salta y desalojaron las tropas
españolas del coronel José María Valdés. “Ya tenemos un cacique menos” comentó
la prensa bonaerense, desconociendo la gloria de Güemes cuyos restos reposan en el Panteón de la Gloria del
Norte en la catedral Basílica de Salta.
La
“Guerra Gaucha”, librada por Güemes y la guerra de los llaneros de Colombia y
Venezuela contra los españoles, tuvieron
estrategias similares: No dejaban recursos al invasor, la población
civil huía con las provisiones y quemaba sus ranchos; los jinetes emboscaban, eliminaban a los
retrasados, y embestían la retaguardia evitando el combate abierto que solo
emprendían contra las partidas que se
separaban del grueso del ejército enemigo.
Colombia
reconoció la gloria de sus llaneros, pero en la Argentina ignoraron por más de un
siglo la lucha de Güemes con sus
“Gauchos infernales”. Hubo que esperar al siglo XX para hacer justicia a los
indomables centauros que salvaguardaron sus fronteras.
TOMADO DE UNA PUBLICACIÓN DE SALTA
EL DÍA QUE MARTÍN MIGUEL DE GÜEMES, A CABALLO, CAPTURÓ UN BUQUE INGLÉS
Junto a un grupo
de jinetes el salteño capturó el barco 'Justine' en el Río de la Plata
salta
viernes, 17 de junio de 2016 · 18:12
SALTA ─ Martín Miguel de Güemes, el líder de la guerra gaucha que frenó el avance
español con sus tácticas guerrilleras, nació en Salta el 8 de febrero de 1785.
Estudió en Buenos Aires, en el Real Colegio de San Carlos. A los catorce años
ingresó a la carrera militar y participó en la defensa de Buenos Aires durante
las invasiones inglesas como edecán de Santiago de Liniers. En esas
circunstancias fue protagonista de un hecho insólito: la captura de un barco
por una fuerza de caballería. Una violenta bajante del Río de la Plata había dejado
varado al buque inglés "Justine” y el jefe de la defensa, Santiago de
Liniers ordenó atacar el barco a un grupo de jinetes al mando de Martín Güemes.
Desde el río, el buque Justina azotaba con sus
cañones a las tropas criollas que querían acercarse al fuerte por la costa o
por las calles cercanas. El barco había peleado con fiereza con sus 26 cañones
y sus más de 100 tripulantes entre oficiales y marineros. Pero el río traidor
les jugó una mala pasada. Una bajante repentina hizo que la nave encallara a pocos
metros de la costa.
Enterado de ésto, Liniers se dirigió a Güemes y le
ordenó que al frente de un escuadrón de Husares de Pueyrredon siguiera al barco
desde la costa. Pero Martín y sus gauchos se salían de la vaina por atacar a
los invasores. Contrariando la orden de sus superiores, miró a sus soldados y
las sonrisas de sus compañeros de guerra lo envalentonaron. En ese momento tomó
las riendas, taconeó a su caballo y enfiló hacia el río al grito de carga. Sus
soldados lo siguieron envueltos en un grito que dejó pasmados a los tripulantes
de la nave.
Los caballos enfrentaron al río color marrón
bufando y relinchando, mientras sus jinetes disparaban sus armas, tacuaras y
sables en mano, y desde La Justina devolvían el fuego.
Güemes y los suyos llegaron hasta el buque
atacándolo por todos los flancos y sucedió lo imposible: el capitán del barco
inglés levantó un trapo blanco en señal de rendición.
Martín ordenó el alto el fuego y abordó la
nave para hacerse cargo. Los ingleses, entonces, descubrieron que habían
perdido la batalla a manos de un jovencito alto, moreno de ojos profundos que
hablaba con un acento extraño.
Para esos jinetes que realizaron el bizarro
abordaje, el río color de león había sido el campo de batalla más movedizo que
habrían de conocer.
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