REMENBRANZA DE INSIGNES MEDICOS PEREIRANOS
Diego Avellaneda
-En esta crónica don Diego Avellaneda nos trae el recuerdo de algunos galenos que hicieron historia en la Pereira de los años treinta y cuarenta del pasado siglo:
Santiago Londoño- padre
"Bonachón, paisa puro, allá en su consultorio de la calle 18 con sexta y séptima y en su
despacho de la Unidad Sanitaria, recuerdo a doctor Eduardo Ruiz.
Con su aristocrática estampa
y su ojo escudriñador que adivinaba las dolencias del paciente desde que éste entraba a su consultorio, tengo viva
la imagen del doctor Hernando de la Cuesta Restrepo, siempre cordial y con su preciso diagnóstico.
Con su acento italiano y su
simpatía innata, el doctor Igino Mercuri, de andar rápido y tan familiar con
sus pacientes.
Decano de todos, serio y
profundo, el doctor Santiago Londoño ( viejo) como decían los mayores, para
distinguirlo de su hijo, destacado cancerólogo que llevó su mismo nombre.
El doctor Federico Galloway,
el americano que se volvió pereirano, de manos fuertes y espíritu
bondadoso. Su pomada Galo fue famosa
panacea para las lesiones epidérmicas y cuya fórmula cedió a las distinguidas y
queridísimas Mery y Silvia Cuartas.
El doctor Guillermo
Echeverri Bustamante, calmado,
despacioso, estudioso, dedicado a curar las dolencias de los niños.
“Es un santo” decía el
doctor Mercuri del doctor Horacio Velásquez Salazar que se destacaba por su
experiencia en enfermedades endémicas.
Recuerdo al doctor Eloy
Zapata, de pequeña estatura, pero fuerte; de sombrero y gafas permanentes.
El doctor Emilio Trujillo,
allá en la carrera novena cerca donde existió el teatro Nápoles le dijo a un
paciente al que no le encontró nada : “deje de quejarse de tanta cosa, que parece una vieja.”
También recuerdo al doctor
Juan C. Castrillón Durán, muy adusto, de chaleco, sosmbrero y de recia
contextura.
Muy conocido, de gafas y con
su andar pausado, el doctor Londoño Atehortúa.
Lejanamente recuerdo al doctor
Ramírez González y al doctor González,
padre este último de Ibrahim y de
Fabio, pero olvido sus nombres; lo mismo
que al doctor Bernardo Pérez Mejía, hermano de don Pedro Pablo Pérez, que fue mi maestro en la escuela Uribe Uribe en la calle 27 con
octava.
Serio y elegantes, de gran
personalidad el doctor Arcesio Vélez Marulanda, cuando de niños yde la
escuela, nos llevaban a la unidad
sanitaria a purgarnos con quenopodio ¡ Horrible¡
Buen escritor, impecable en
su vestido y con fama de gran cirujano, el doctor Sixto Mejía, íbamos los niños
a mirar la primera “quinta” que hubo en
Pereira, arriba de donde hoy es el Club del Comercio, donde pasó sus últimos
días en compañía de su esposa doña Julia
Jaramillo de Mejía.
Del doctor Bernardo Mejía Jaramillo,
recuerdo su inmensa simpatía y su sencillez con todos los pereiranos. De gran presencia y personalidad.
No me olvido del doctor Víctor Salazar
Caballero, de voz cascada y un poquito “Pelión”. Tampoco olvido al doctor
Hernando Osorio Montoya, hijo de don Leopoldo Osorio.
A propósito: he dejado para
lo último a dos destacados gastroenterólogos: el doctor Arturo Campo Posada y
el doctor Alfonso Jaramillo Arango, fundaron la Clínica Santa Clara en la calle
1º9 carreras novena y décima si no me
falla la memoria. Siendo gobernador de
Caldas, el doctor Jaramillo afrontó con enérgica autoridad un motín de los
choferes manizaleños, que no aceptaban un gobernador liberal y foráneo, lo que
produjo el mensaje histórico del doctor Eladio
Cortés desde Pereira: “ ¡ Así se entuca, mi doctor querido ¡”. Contrajo
matrimonio en primeras nupcias con la distinguida dama pereirana Libia Vallejo
Restrepo, en la catedral de La Pobreza en solemne ceremonia con tapete rojo
desde la entrada. El arreglo de la
iglesia lo hizo doña Inés Rendón de Mejía.
Que haya hecho perdurar esa
escuela de notables galenos, tenemos al doctor Alfonso Llano Saavedra, un mago
en medicina interna dicho por sus colegas y también por sus pacientes.
Este ha sido un sincero
homenaje a quienes sin existir la ecografía,
ni la tomografía axial computarizada, ni el TAC, ni la resonancia magnética,
acertaban en sus diagnósticos en los pacientes de la época, sin que pretenda
demeritar los avances científicos ni las capacidades de las nuevas generaciones
de médicos generales y especialistas de alta tecnología."
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