Alfredo Cardona Tobón
Cerro La Jacoba en La Unión- Nariño- foto de Rodrigo Alberto Hoyos
En la mañana del 4 de junio de 1830,
en el cerro de La Jacoba, a media legua de la población de La Venta- (La Unión-
Nariño)- retumbaron cuatro detonaciones y en el camino sombrío cayó el general
Sucre con heridas mortales en la cabeza, el cuello y el pecho.
-¡Ay balazo! - fue la última frase que
pronunció el Mariscal de Ayacucho al desplomarse inerte mientras la mula herida
y espantada huía por un escabroso sendero. El ayudante Lorenzo Caicedo iba un
poco más adelante de Sucre y atrás cabalgaba el diputado ecuatoriano Andrés
García.
Lo dicho por los dos testigos y los
indicios recogidos permitieron sindicar
del crimen al coronel venezolano
Apolinar Murillo, a José Erazo, a Andrés y Juan Gregorio Rodríguez, Luis Cuzco
y a Juan Gregorio Sarria. Con excepción de Murillo, los demás fueron asesinados
a los pocos meses de la tragedia sin que se estableciera evidentemente su
responsabilidad; en cuanto a los autores intelectuales las sospechan recayeron
sobre los generales Juan José Flórez y José María Obando, el primero presidente del Ecuador y el otro Jefe militar
de la provincia de Pasto.
¡No corra Lorenzo que no es con usted!
-gritaron los asesinos una vez consumado el asesinato; Caicedo entre tanto,
picó la bestia y a galope tendido regresó a La aldea de La Venta a denunciar lo
ocurrido. Durante esa tarde y la noche el cadáver de Sucre permaneció abandonado
tendido en el lodazal; al día siguiente Caicedo con dos arrieros recogió el cuerpo
ensangrentado del Mariscal, lo trasladó a La Venta y le dio sepultura en La
Capilla, que no se sabe si era un sitio o un punto de oración.
CULMINA EL VIAJE
Cuando Lorenzo Caicedo llegó a Quito
las casas estaban ornadas con cortinas para celebrar el Corpus. Se acercó a la residencia
de la marquesa de Solanda, esposa de Sucre, quien al verlo preguntó por el
general.
-“Vengo de enterrarlo bajo un árbol-
le contestó- Lo mataron en las montañas de Berruecos” confundiendo el cerro de
La Jacoba con las montañas de Berruecos a más de dos leguas de La Venta.
La amarga noticia se difundió por la
ciudad, la alegría se trocó en dolor; las colchas que adornaban las casas se
descolgaron y se remplazaron por banderas enlutadas Pasaron unos días y al fin la marquesa envió
a varias personas a traer los restos de su marido. El grupo regresó con grandes precauciones por temor a
los asesinos del Mariscal; viajaron solamente de noche con el cadáver empapado en
alcohol y mimetizado entre ropas para aparentar
que llevaban mercancía.
El cuerpo de Sucre llegó a la hacienda
de Dean, donde lo depositaron en un ataúd que sepultaron bajo el altar del
oratorio. Varios años permanecieron los restos de Sucre en ese lugar hasta que
la marquesa sacó los despojos, los reunió con los huesos de la pequeña Teresa,
hija de la señora de Solanda y Sucre, y mezclados los sepultaron en el
monasterio de Carmen Bajo
Hoy las cenizas del héroe de mil combates,
reposan en la iglesia Catedral de Quito, mientras otra tumba abierta las espera
en el Panteón Nacional de Caracas.
INCÓGNITAS Y MÁS INCÓGNITAS
La terrible duda de la participación
de la marquesa de Solanda en el triste suceso se ha acentuado con los años y lo
que parecía un crimen político tiende a convertirse en un asesinato pasional
con base en la desvergonzada conducta de Mariana Carcelén, que mantenía
relaciones ilícitas con Isidoro Barriga y no respetó el luto de Sucre, para
casarse embarazada con quien fue su amante.
Se ha acusado del crimen al general
Obando, pero un análisis sereno muestra que la muerte de Sucre en nada convenía
al antiguo combatiente realista. La desaparición de Sucre sí favorecía a Flórez,
pues era un obstáculo y un peligro para su gobierno recientemente separado del
poder central de la Gran Colombia.
¿Flórez o la marquesa?- Se ignora
quien ordenó el asesinato. Parece que el crimen como miles de crímenes en
Colombia, quedará por siempre en la impunidad.
La muerte de Antonio José de Sucre fue
una tragedia anunciada: En Quito sabían que atentarían contra él, se le
advirtió en Popayán y se temió por su vida en Santa Fe. Sin embargo el general
viajó sin escolta por una tierra enemiga, desoyendo los consejos y desafiando
el peligro inminente.
Sucre fue el soldado más leal del
Libertador y el llamado a remplazarlo en esos aciagos días de la Patria en que
parecía derrumbarse el sueño de Bolívar. Fue el artífice de las victorias de
Junín y Ayacucho, quien hizo frente a los traidores peruanos, dio vida a
Bolivia y contuvo las ambiciones brasileñas sobre el Alto Perú.
La leyenda va entrelazada con la realidad en este episodio doloroso. Se
dice que a Apolinar Murillo, uno de los acusados por el asesinato, se le fusiló
en la Plaza Mayor de Bogotá; agregan que se trató de un simulacro con balas de fogueo
y que el supuesto ajusticiado se levantó
en la iglesia de La Veracruz y huyó entre la confusión mientras los cómplices
cerraban las puertas del templo
También se asegura que en 1860 un cura
de Buga atendió un agonizante, quien en presencia de uno de los Pereira Gamba,
dijo ser Apolinar Murillo, que el crimen había sido ordenado por Flórez con
gente de Quito y quería confesarlo públicamente para que no se siguieran
culpando a más inocentes.
En la base del cerro La Jacoba, cerca
de La Unión, un obelisco y una estatua ecuestre recuerdan a uno de los
militares más gloriosos de la Independencia americana; es un santuario patrio
que nos recuerda que no existe espada ni plomo, ni asesino, capaces de borrar las huellas de los grandes hombres.
LA MUERTE DE SUCRE REPRESENTABA UN INTERES DE MUCHOS, INCLUYENDO OBANDO Y E HILARIO LOPÈZ, TRATAR DE SEÑALAR A FLORES O LA CARCELEN Y BARRIGAS Y DEJAR POR FUERA QUIENES FUERON INCRIMINADOS EN LA INVESTIGACIÒN, ES DESCONCOCER QUE ESTOS TAMBIEN SE BENEFICIABAN.
ResponderEliminar