Alfredo Cardona Tobón*
“
En tu Edén de Caacupé, es tu pueblo, Virgen pura, que te da su amor y fe”
Hace cuatro años y medio
el arzobispo de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio, reunió en la catedral de la capital
argentina a los devotos de la Virgen de
Caacupé para rendirle un filial homenaje.
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Gracias por honrar esta casa con tu
presencia- dijo el arzobispo- Ella es paraguaya de Caacupé y no hay paraguayo que no la quiera.
Ese primero de noviembre de 2010 el sagrado recinto se vio colmado de
inmigrantes paraguayos y de muchos
argentinos que vieron en esa imagen
menuda, mestiza, de larga cabellera, con grandes zarcillos, la personificación
de la Madre Milagrosa que ha acompañado al Paraguay en su tormentosa
existencia.
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“Ustedes saben que en toda América la mujer paraguaya es la mujer más gloriosa-
dijo el arzobispo- y no porque haya
estudiado más que otras: porque la mujer
paraguaya supo asumir un país devastado por la injusticia y los intereses internacionales
y ante esa derrota llevó adelante la Patria, la Lengua y la Fe; y la Virgen, al
tomar la ciudadanía paraguaya bajo el
nombre de los Milagros de Caacupé, nos dice que está dispuesta a llevar
adelante, como las paraguayas, la Patria, la Lengua y la Fe”-
El 11 de julio de 2015 Jorge
Mario Bergoglio retorna la visita de la imagen y en el Santuario de Caacupé, con la investidura de Sumo Pontífice de la
Iglesia Católica, el Papa Francisco
vuelve a identificar a la Virgen de Caacupé con la mujer paraguaya:
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“Y quisiera referirme de modo especial- dice
el Santo Padre- a ustedes mujeres y madres paraguayas, que
con gran valor y abnegación, han sabido levantar un país dividido, hundido,
sumergido por una guerra inicua. Ustedes tienen la memoria, ustedes tienen la
genética de aquellas que reconstruyeron la vida, la fe, la dignidad de su
pueblo”-
LAS VALIENTES PARAGUAYAS
En la infame guerra desatada en 1864 por Brasil,
Argentina y Uruguay contra el Paraguay, pereció el 76% de una población de 8000.000
habitantes. Tras cinco años de lucha heroica contra el enemigo, solamente sobrevivieron
14.000 varones paraguayos mayores
de 20 años; así que correspondió a
las mujeres hacer frente al caos, al
hambre y a la miseria en un país ocupado por los invasores.
Ese genocidio es el baldón
más grande que avergüenza a los
latinoamericanos. Fue una carnicería orquestada por los ingleses que querían
abrir el mercado del algodón paraguayo ante la inminente derrota de los estados
confederados en la guerra de secesión de
los Estados Unidos
Los brasileños, argentinos y uruguayos fueron
los peones en una carnicería con fines comerciales que tuvo como justificación librar al Paraguay de
un tirano y llevarlo por las sendas de la civilización; fue un sofisma imbécil ya que el Paraguay era
el país más desarrollado de América Latina y el presidente Solano López, un
caudillo admirado por su pueblo.
LA LEYENDA DE CAACUPÉ
Así como Nuestra Señora de
Chiquinquirá es la Patrona de Colombia, la de Copacabana es la Patrona de
Bolivia y la de Luján lo es de la
Argentina; Nuestra Señora de los Milagros de Caacupé es la Patrona del
Paraguay.
El Santuario de la Virgen
paraguaya está situado en la localidad de Caacupé, a 54 kilómetros de Asunción y con una
población de 50.000 habitantes; la
pequeña ciudad está edificada sobre un
montículo con vista al lago de Ypacaraí, en sus fértiles campos se cultiva la guayaba y
la mandioca para surtir las empresas de
dulces y de chipá, deliciosas rosquillas que son parte de su economía al igual
que las artesanías de cuero y de plata.
La Historia de Caacupé empieza en el año 1600. Se dice que en la época colonial un indio cristiano de
nombre José, artesano de profesión, se internó
en el monte en busca de madera; en esas estaba cuando lo atacaron unos nativos levantiscos y para salvarse corrió
despavorido en busca de un lugar donde ocultarse. Ya casi lo alcanzaban cuando
una voz misteriosa le dijo en guaraní Ka´ akupe
que significa que se escondiera entre el follaje.
José se ocultó entre unas
matas y los enemigos pasaron de largo. De regreso al poblado José
relacionó la voz misteriosa con la Virgen Inmaculada y en agradecimiento talló su imagen con cabello negro y largo, zarcillos y
facciones mestizas. La pequeña escultura en madera concitó la veneración de los
lugareños del poblado Ytueneses que al
cabo de un tiempo se conoció como Caacupé, en honor a esa Virgen serrana.
La modesta capilla se
convirtió en un Santuario y en un importantísimo l lugar de peregrinación donde cada año se celebran quince
días de fiestas en honor a la Virgen. Miles y miles de peregrinos llegan a
Caacupé a pie, en carretas, en motos, en
bicicleta, en buses y en autos desde
todos los rincones paraguayos. Los promeseros visten los colores de la Virgen:
ropa y gorro blanco y una capa de color azul; unos llevan como penitencia morrales con ladrillos y piedras, otros
cargan una cruz y algunos rematan de rodillas el último tramo hasta el
Santuario.
En Vísperas del ocho de
diciembre se celebra cada hora una Eucaristía,
es una maratón de fe que empieza a
medianoche y se extiende durante todo el día. Al pie del altar de Nuestra
Señora de los Milagros de Caacupé -como dijo el Papa Francisco en su visita del
mes de julio de 2015- nacen noviazgos, matrimonios y vocaciones religiosas; al
pie de la Virgen Serrana se siente el consuelo y se consolida la fe.; es un
sitio sagrado que hace parte vital del pueblo paraguayo.
El encuentro del papa
Francisco con la humilde imagen de
Caacupé fue una explosión de fe cristiana y el reconocimiento de un Pontífice,
que conoce a su grey, de la grandeza de las paraguayas que encarnan, con todos los méritos, las virtudes
de las mujeres latinoamericanas.
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