Alfredo Cardona Tobón
PONENCIA PRESENTADA POR LA ACADEMIA PEREIRANA DE HISTORIA EN EL CONGRESO
SOBRE COLONIZACIÓN ANTIOQUEÑA, ORGANIZADO POR LA ACADEMIA ANTIOQUEÑA DE
HISTORIA- JUNIO 12 DE 2015-
Además de derribar selva para
abrir cultivos y sostener la familia, de luchar por un pedazo de tierra en los
latifundios del sur de Antioquia y en el Quindío, de la explotación del hombre
por el hombre en zonas mortíferas donde cada estacón señalaba la tumba de un
labriego pobre, de fundar pueblos, abrir caminos y hacer florecer la patria en
lo que fue el Viejo Caldas, norte del Tolima, norte del Valle y un pedazo
chocoano; además de todo lo anterior,
que forma parte de la llamada Colonización antioqueña, debemos
incluir la ocupación soterrada, muchas veces violenta y mañosa, de los
paisas que entraron a los resguardos indígenas del norte caucano y se quedaron con sus tierras y sus minas.
Es un capítulo poco estudiado,
cuyos episodios aún están vivos en los archivos apolillados de los municipios
de Riosucio, Quinchía, Anserma y Supia.
En las concesiones de Aranzazu y de Ramos al llegar el
siglo XIX no existían resguardos
indígenas y en el noreste caucano, en cercanías de Cartago solamente persistía
el resguardo de Pindaná de los Cerrillos. Eran selvas casi deshabitadas donde
plantó su huella el antioqueño después de la desaparición de los quimbayas y demás nativos que poblaron esos vastos territorios.
En la banda
izquierda del rio Cauca, entre el rio Arquía y el Cañaveral, al empezar el
siglo XIX estaban los resguardos indígenas de Marmato, Supia, La Montaña,
Quiebralomo, Pirsa, Quinchía, San Lorenzo,
Guática, Tachiguí y Tabuyo. Era, pues, una zona poblada, con vieja
historia, cultura caucana y numerosos poblados entre los cuales
sobresalían Supia, Quiebralomo, La
Montaña Quinchía y Guática.
LOS PRIMEROS ANTIOQUEÑOS EN LA BANDA IZQUIERDA
Como lo afirma Boussingault en sus memorias, mineros antioqueños llegaban a trabajar por
temporadas, hacia el año 1825, en las minas de Marmato; permanecían un tiempo y
luego regresaban a su tierra sin
establecerse en la zona.
Los primeros paisas que entraron para quedarse en la
zona lo hicieron por la tierra fría del Resguardo de La Montaña. Fueron
barequeros y ganaderos que con la
aquiescencia de las autoridades del Cantón de Supia ocuparon tierras ajenas
pertenecientes a los indígenas de La Montaña y por el año de 1843 fundaron el
caserío de Oraida, que fue erigido en Aldea en septiembre 30 de 1854. Los primeros pobladores de Oraida llegaron de
las poblaciones de Andes, Támesis, Carmen de Viboral y de Marinilla con
apellidos Jaramillo, Naranjo, Navarro y Hoyos.[1]
Con centro en Oraida, los antioqueños se fueron
desplazando por el espinazo de la Cordillera Occidental dentro del Resguardo de La Montaña y se
establecieron en LLanogrande y posteriormente en Pueblo Nuevo sobre el Alto de
Mismis. La economía de estos colonos se
basó primordialmente en la explotación del oro y las guacas, la cría de ganado
blanco-orejinegro y de cerdos que
surtían las minas de Marmato y Supia y los cultivos de maíz y de fríjol
cargamanto.
Hacia los años cuarenta del siglo XIX otro grupo de
mineros cruzó los resguardos de La Montaña y de Guática y se asentó en la
desembocadura de la quebrada Papayal en el rio Risaralda, en dominios de los tachiguìes. Allí
establecieron el caserío de Papayal que
alcanzó la dignidad de distrito y desapareció sin dejar huella. Esta fundación de
mazamorreros paisas es una incógnita en la historia del Viejo Caldas. Apenas
aparecen unos reglones en los registros caucanos y se ignora el motivo de su
extinción. Es posible que se hayan agotado las arenas auríferas o que las epidemias de viruela que azotaron las
lomas del Tatamá con especial virulencia
haya sido una de las causas de su declive.
LA INVASIÒN ANTIOQUEÑA DEL RESGUARDO DE GUÀTICA
Una vez ocupado el suroeste de Antioquia, empresarios
y colonos fijaron sus ojos en las tierras del Cauca ocupadas por varias comunidades
indígenas y algunas zonas de esa región
consideradas como baldíos del Estado.
Al asunto económico se sumó el político, pues los dirigentes riosuceños, fuertes aliados de los
conservadores antioqueños después de contar con el respaldo de los Resguardos
de San Lorenzo y la Montaña
pretendían controlar los
Resguardos de Arrayanal, Guática y Quinchía
que mantenían estrechos nexos con los radicales de la ciudad de Cartago.
Clemente Díaz y otros dirigentes conservadores de
Riosucio, entonces capital de la
Provincia de Toro, apoyaron la
colonización de la gente de Oraida y en
la década de los setentas del siglo XIX trajeron numerosas familias labriegas de Carmen de
Viboral y de Marinilla de claro ancestro conservador para darle aliento a
Pueblo Nuevo, erigirlo en corregimiento
y establecer en ese punto una cuña paisa y conservadora en medio de los
resguardos liberales de Quinchía, Guática y Arrayanal.
Hasta la década de los setentas del siglo XIX la
ocupación paisa de la franja izquierda del río Cauca fue lenta y tolerada por
los indígenas que cedían tierras con la condición de que se portaran bien con
los indígenas. Pero a partir de esa década la colonización se convirtió en una
invasión descarada como lo muestra una carta de Tomás Ladino, gobernador del Resguardo de Guática a las
autoridades caucanas y de la cual se extractan algunos párrafos:
“.. nos vemos precisados a llevar nuestra débil voz al
Tribunal que nos protege y favorece
elevando la petición siguiente: Hace nueve meses que se dirigió una
presentación al despacho del Señor Presidente del Estado de Popayán solicitando
una providencia favorable sobre los perjuicios graves que nos están causando los advenedizos del Antioquia que procuran
hacerse dueños injustamente del terreno de nuestro Resguardo y se han apropiado
de parte de él sin las formalidades prescritas por la ley, y hasta el presente,
no ha habido contestación alguna ni de esa y otra demanda de antes, las cuales
deben estar en el Despacho Superior de Gobierno y deseamos saber su resultado
porque esos señores antioqueños se han declarado como enemigos y nos aborrecen
porque somos defensores del gobierno caucanos y ellos son notoriamente
declarados contrarios a sus
instituciones. Hará espacio de cinco meses que atacaron en pandilla armada e
hirieron gravemente al indígena Manuel Rivera y han ultrajado a otros
amenazando a que nos van a quitar la vida.
Es público y notorio los grandes perjuicios que nos
están causando con sus crías de animales, que nos están tumbando las casas y
asolando las sementeras… sin consentimiento han destinado la casa cural que pertenece a la parcialidad a servir como despacho del corregidor de los
antioqueños que se han apoderado de nuestro pueblo y de los mejores terrenos
que nos han quitado injustamente”.
Luego de erigir a Pueblo Nuevo en corregimiento del
distrito de Guática, los antioqueños consiguieron que lo ascendieran a la
categoría de municipio con el nombre de San Clemente. Por presión de los nativos la legislatura del
Cauca dio marcha atrás y Pueblo Nuevo, volvió a ser un corregimiento de San
Clemente.
Continúa la carta del gobernador Ladino:
“Solamente hemos conseguido el que se suprimiese el
distrito formado por los tales conservadores, sin embargo los perjuicios siguen
adelante; como hemos establecido la
milicia nos han dado el título de indios pobres y guaraperos que no sabemos lo que hacemos amenazándonos
con obligarnos a hacer lo que ellos quieran y tenernos como súbditos
dependientes.”
Los nativos de Guática solicitan que se tomen las
providencias necesarias “ porque
nos hayamos en peligro- dicen en el documento- con esa clase de gentes” y piden que los antioqueños desocupen el
pueblo del resguardo y los territorios que injustamente se han apropiado.
En el año de 1875
el gobierno caucano permitió la disposición de los resguardos indígenas
con la condición de reservar 50 hectáreas para el área de la población del
resguardo. Como no se contaba con dinero para mensuras, al contratar a los
topógrafos, caucanos y antioqueños, se les pagó con extensos globos de terreno
y al lotear las cincuenta hectáreas los administradores, que no eran indígenas,
repartieron los solares a nativos y antioqueños.
Después de la Regeneración conservadora se estableció el municipio de
San Clemente con cabecera en Pueblo Nuevo. A partir de 1885 el resguardo de Guática
queda bajo el control de las autoridades paisas. Como las poblaciones de Guática y de Pueblo Nuevo
(San Clemente) quedan a escasos dos kilómetros de distancia los paisas
proyectan trasladar a Guática a la fundación antioqueña, tras el rechazo
inicial de los nativos al fin acceden por presión de curas y alcaldes como se
ve en el documento fechado el 23 de julio de 1896, dirigido por el Cabildo al
Presbítero Clemente Guzmán;
“Nuestro dignísimo y muy respetado doctor y cura de la
parroquia: Los abajo firmados a usted
muy respetuosamente y con humildad decimos; que
habiendo usted visto y reconocido
el punto de Mismis donde se trata de la nueva población y reuniendo este todas
las ventajas que requieren, entre estas la más importante y principal de todas
las buenas y suficientes aguas, hemos
venido a resolver que de nuestra parte se trance y arregle el asunto en
definitiva conviniendo pues, en
trasladar la población al punto mencionado…. Nada más debemos y queremos de
nuestra parte, lo que hemos querido, queremos y deseamos es que todo se arregle
bien y con la equidad y la justicia que
en todo caso reúne la paz, la buena armonía entre los vecinos que componen un
pueblo.”
Potreros- julio 23 de 1898
Gobernador Pedro Bueno.
Como se ve no figura el resguardo de Guática, sino el
de Potreros, pues los nativos desplazados hacia la tierra cálida se han concentrado en la franja denominada
Potreros, que en adelante y hasta fines del siglo XX identificó lo que quedó de la comunidad
ancestral.
La guerra de los Mil Días desbarató las intenciones de los paisas de
Pueblo Nuevo, pues la serranía de Mismis asolada por las guerrillas liberales
de Quinchía, perdió su importancia y sus habitantes para resguardarse de los
ataques en gran número abandonaron a Pueblo Nuevo y se refugiaron en el caserío
de Guática, desplazando a su vez a los vecinos indígenas.[2]
EL RESGUARDO DE TABUYO Y LA PENETRACIÒN ANTIOQUEÑA
A fines del siglo XVIII los pobladores criollos de
Ansermaviejo dejaron la antigua fundación de Jorge Robledo y se asentaron en
Ansermanuevo, no muy lejos de Cartago.
Sin embargo la aldea de los tiempos de la Conquista no
quedó deshabitada, pues permanecieron los ranchos de los nativos tabuyos,
supervivientes de las etnias ansermas diezmadas por las enfermedades y mermadas
por los desplazamientos hacia las minas de Quiebralomo y Supia.
En 1870 Ansermaviejo era un villorrio infeliz de 760
vecinos, dentro del Cantón de Toro donde fijaron sus ojos los empresarios del
suroeste antioqueño. Primero llegó Jorge Orozco y luego su hermano Pedro,
activos fundadores de Támesis, que al terminar de lotear la tierras de ese
distrito, vieron nuevas oportunidades en el norte caucano.
Por esa época era administrador del Resguardo de
Tabuyo el caucano Ponciano Taborda, un
individuo corrupto y ventajista que se asoció con los empresarios antioqueños
para disponer de las tierras de los
tabuyos.
Por la mensura del
Resguardo, Ponciano Taborda cedió al topógrafo William Martin extensos
lotes de Tabuyo y en 1873 por escritura No. 49 el procurador de la Aldea de
Ansermaviejo vende al salamineño Rudecindo Ospina, por la suma de $800 un
enorme globo que incluía varias veredas del actual municipio.
Es infame la manera como despojaron a los tabuyos de
su territorio. El treinta de julio de 1878, según lo indicado en acuerdo No. 1 del 8 de noviembre de 1875
la Junta repartidora del Resguardo compuesta por el corregidor Azarías de la
Pava, por el procurador Jerónimo
Betancur, por Jorge Orozco, notario,
Eloy Ribera y Juan de Dios Gamboa, ninguno de ellos indígena, precedieron a repartir el Resguardo incluyendo en el reparto a los Orozco y otros
antioqueños.
Posteriormente por
sumas insignificantes Pedro Orozco compra a los comuneros las tierras
del Horro, de Paloblanco, Cauya y Chápata y en 1881 el corregidor Sebastián
Mendoza cede a Rudecindo Ospina 10.000
hectáreas entre el río Risaralda, la quebrada el Pital y el Alto del Madroño
Los curas de Támesis y Palermo en las misas
dominicales hacen propaganda a la empresa de los Orozco, que fían,
cambian tierra por reses o marranos,
ceden lotes a cambio de trabajo en caminos, compran cosechas y repueblan a
Ansermaviejo con paisas del suroeste.
Al fin los antiguos amos de la tierra se convierten en
peones y su simiente se pierde en medio del mestizaje.
LOS ANTIOQUEÑOS EN TACHIGUÌ
Al empezar el siglo XVII la comunidad franciscana
estableció una misión el punto de Tachiguí en territorio de Anserma; al lado
creció un caserío indígena que fue el centro del resguardo de Tachiguí.
Tachiguí, como puerta hacia el Chocó se convirtió en
zona de combate durante la guerra de la Independencia; la asolaron las
guerrillas españolas y casi desaparece durante la guerra de 1860 cuando tropas
manizaleñas llegaron como langosta, arruinando cultivos y despoblando el
caserío.
Tachiguí al igual que las lomas del Tatami se convirtieron a partir de la guerra de 1860
en refugio de maleantes y aventureros de Antioquia. Por allí no ejercía
presencia el Cauca, cuyas débiles autoridades se plegaban al capricho de los
bandidos.
Al igual que en Tabuyo, los nativos de Tachiguí
venden a menosprecio sus tierras; el 13
de septiembre de 1874 el Cabildo cede un
enorme globo de terreno que abarca gran parte de lo que hoy constituye el
municipio de Belén de Umbría al empresario antioqueño Rudecindo Ospina y poco después el Cabildo, atendiendo
exigencias legales cede, igualmente, el terreno para fundar a Arenales, embrión
de Belén de Umbría, adonde se trasladaron los habitantes de Tachiguí y se
perdieron dentro de la gleba de los colonos paisas.
LOS RESGUARDOS DE SUPÌA Y MARMATO
Desde la explotación inglesa de las minas de Supia y
Marmato se registra la presencia antioqueña en los socavones mineros y en los
aluviones auríferos, esos paisas venían
por el oro y no por la tierra y fueron
muy pocos los que se asentaron inicialmente en los Resguardos de la región.
A fines del siglo XIX los empresarios caucanos y
antioqueños y las compañías inglesas expandieron sus explotaciones mineras y ocuparon gran parte de los
resguardos. Con fecha del ocho de
octubre de 1874 el administrador de los resguardos de Supia y Marmato vende a
los establecimientos mineros de Tabordal
y el “Ancón” los terrenos que demandaren el beneficio de tales establecimientos
al precio que fijaren dos peritos nombrados el uno por los distritos de Supia y
Marmato y el otro por los directores de
las minas. El resto del terreno se dividió en tres partes iguales: una para el
distrito de San Juan de Marmato, otro para el Supia y la tercera para los
nativos de los resguardos de Supia y Marmato.
Fuera de lo anterior los indígenas reconocieron las
propiedades de antigua posesión de las explotaciones mineras establecidas como
consta en el Libro 1 de Registros de Instrumentos Públicos de Riosucio, pag.
53.
A la
explotación del cerro Loaiza,
perteneciente a la Western Andes Mining Company se le adjudicó un gran
globo de terreno dentro de los límites establecidos por los antioqueño
Rudecindo Ospina y por Bartolomé Chávez apoderados de la compañía extranjera.
Los atropellos de Supia y Marmato se repitieron en
Arrayanal y en Apia y en las tierras cálidas del resguardo de Quinchía. Al fin
los paisas amangualados con las corruptas autoridades caucanas se quedaron con
las tierras de los nativos que quedaron arrinconados en minifundios en Riosucio
y Guática.
La colonización color de rosa de Parson y de Otto
Morales Benítez no fue en todo el territorio ocupado por los paisas una gesta
del machete, el labriego sin tierra y el perro andariego. En la zona abierta
por los Marulanda fue una explotación inmisericorde de los labriegos pobres, en
el norte caldense y en el Quindío un concierto de leguleyos donde pudo más el
papel sellado que el derecho de los
colombianos a la tierra y en la banda izquierda del río Cauca fue el
desplazamiento descarado de los nativos cuya sangre se perdió en medio de la peonada paisa.
BIBLIOGRAFÍA
La información anterior se tomó de los archivos no clasificados de la Notaría de Anserma, la Notaría de Quinchía,
Oficina de Registros Públicos de Riosucio y del Archivo del Resguardo de Potreros en Santa Ana Guática.
:
Me encantooooo. Muchas gracias por tu ayuda de verdad me fue super útil tu información.
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