Alfredo
Cardona Tobón *
A Don Antonio Meza le avisaron en Sepulturas,
hoy Caramanta, que podía regresar a Supía a continuar sus funciones de Juez en
tal distrito parroquial. Pero no regresó. ¡Qué iba a volver,
si en 1850 debió salir del pueblo para salvar su vida y ahora, en 1854,
salió de Supía desterrado por los
melistas!
Como Don Antonio Meza miles de ciudadanos
meritorios abandonaron el norte caucano a lo largo del siglo diecinueve debido
a la situación caótica, violenta e inestable de la región.
Bajo las administraciones de Cartago, de Toro
o de Riosucio y con regímenes
democráticos o de facto, liberales o
conservadores, esa vasta zona dio
bandazos al son de los dirigentes corruptos y tránsfugas que amalgamaron el poder político con el
económico para lucrarse de la Administración
Pública.
Al analizar la vida de los personajes que
tejieron la historia del norte caucano, u occidente del Viejo Caldas, se
advierte que, en la mayoría de ellos,
existe una dualidad entre sus actuaciones políticas y su actividad económica.
Se nota, también, la inconsistencia de sus ideas que cambiaron de acuerdo con las circunstancias o con el
caudillo con el cual estaban comprometidos.
Lorenzo Villa fue jefe civil y militar
del Cantón de Supía durante varios
períodos. Era un empresario ilustrado y hábil para los negocios. En 1854 le
hizo frente al melismo y sorteó con éxito la invasión de Laureano Urrego y su
montonera. En 1863 se levanta en armas contra el gobierno caucano que apoya a Mosquera
y lo intenta de nuevo dos años más tarde. Es indudable su ascendencia en la región
y es grande su riqueza, representada en minas y tierra, las cuales
aumenta a costa de los Resguardos
indígenas que le confían su administración.
El ansermeño Felipe Ortiz empieza su carrera
militar en las filas conservadoras. En
la década del 860 lo combate al
lado de los radicales, seducido, según dicen sus enemigos, por los extensos terrenos
que el gobierno del Cauca le cede en los Resguardos de Tabuyo y de Tachiguí. Después de la guerra de 1877 el Cabildo
Indígena de Quinchía le regala los
derechos en una productiva salina como agradecimiento por su defensa de la
parcialidad.
Los hermanos Emigdio y Ramón Palau, el primero conservador y el
segundo liberal tienen gran poder en Cartago y en la provincia de Marmato.
Ambos aprovechan sus conexiones con jueces y tribunales para litigar, hacer
política y de contera, en pago de los
servicios, quedarse con tierras de las
parcialidades de La Montaña y de Guática,
y con las minas y salinas de sus defendidos.
El salamineño Rudecindo Ospina tras de hacer
fortuna en Filadelfia y Manizales montó sus negocios en Supía. Se convirtió en
el líder indiscutible de los radicales de la provincia de Marmato quienes lo
llevaron a la Asamblea Legislativa del Cauca. Fue Jefe Civil y Militar y también representante de la
Western Mining Co. que explotaba el oro
de Marmato. Con tal poder, no fue difícil que fijara los límites de la Compañía
a su antojo y que se convirtiera en uno
de sus accionistas en perjuicio de los intereses de los resguardos de Supía y
Cañamomo.
El riosuceño Clemente Díaz no se apoderó de
tierras ni de minas, pero fervoroso defensor del conservatismo apoyó la
colonización conservadora del Mismís para neutralizar las parcialidades
liberales del área. Al analizar las causas remotas de la violencia en la región
le podrían pasar varias cuentas a Don
Clemente y sus protegidos de San Clemente.
Ponciano Taborda, Jefe Militar de Anserma
desde 1885 hasta la guerra de los Mil Días, en asocio con el corregidor
Isaías Gamboa se valió de sus posiciones para obtener derechos en
los Resguardos de Tabuyo y de Tachiguí y conseguir en remates amañados las
propiedades de los nativos a vil precio.
La mayoría de los antioqueños
estaban unidos en su Estado alrededor de la Iglesia y el clero. Pero en
el Cauca, y sobre todo en el norte de este Estado, la situación era un caos
completo. Se marchaba tras los caprichos de Mosquera y cuando éste se marginó
de la actividad política, las comunidades y los dirigentes pasaban de las
toldas radicales a las independientes o viceversa, según la fortuna en las
revoluciones locales.
Cuando el norte caucano pasó a formar parte
de Caldas, Don Alejandro Gutiérrez hizo notar la diferencia entre los distritos
que pertenecieron al Cauca y los que pertenecieron a Antioquia. En el nuevo departamento la población de Riosucio perdió
paulatinamente su importancia y los dirigentes de la banda izquierda del río
Cauca, exceptuando quizás a los Gartner,
se convirtieron en peones de estribo de los Gutiérrez y los Arangos de
Manizales.
Si analizamos el siglo XIX y lo comparamos
con el XXI se ve que, infortunadamente, muy pocos cambios políticos se han
efectuado en las comunidades del viejo norte caucano que siguen comprometidas y al vaivén de dirigentes
tránsfugas y oportunistas.
Ayer fueron conservadores y liberales, ahora
están matriculados en Cambio Radical,
Centro Democrático, La U, El Polo, etc..
etc… Hoy senadores, diputados ,
concejales y alcaldes están con un movimiento y mañana con otro… No hay
consistencia de ideas porque todos son “
la misma perra con distinta guasca”, en
un país de tránsfugas donde el voto se
vende y las elecciones las gana quien tenga más dinero para comprar las conciencias.
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