Alfredo Cardona Tobón,
A mediados de 1878 la situación era sumamente tensa en el Departamento
del Sur; Pedro A. Ángel, alcalde de
Aranzazu, siguiendo instrucciones del gobierno radical antioqueño, clausuro la
escuela parroquial ante lo cual los ciudadanos se levantaron en armas y encerraran al alcalde junto con los pocos
liberales que lo acompañaban.
El prefecto de Manizales envió tropas para restablecer el orden y dar
protección a la autoridad ultrajada. Se logró la captura de algunos cabecillas
del movimiento, pero se escapó el sacerdote Baltazar Vélez, quien desde el
monte concitó la indignación cristiana contra Pedro Ángel y sus amigos ,
recomendando "no hablarles, negarles el saludo, no comprarles ni
venderles, relegarles, aislarles, intimidarles, despreciarles y aburrirles
" hasta que decidieran alejarse de Aranzazu..
Las disposiciones anticlericales del gobierno alborotaron a las
pacìficas comunidades de San Bartolo,
Pácora y Neira. Las autoridades obligaron a los sacerdotes a solicitar permiso para celebrar
misa y no podían impartir educación religiosa. Era tan exagerada la intromisión
estatal que hasta los cementerios quedaron bajo la administración civil.
La gran mayoría paisa no aceptó tal situación que atentaba contra sus
principios y su cultura y empezó a tramar una revolución para derrocar al
gobierno que los atropellaba.. El 26 de enero de 1879 el coronel Valentín
Deaza, comandante del Batallón Zapadores con base en Manizales, envió el
siguiente mensaje a Tomás Rengifo, presidente del Estado de Antioquia :
"Hace ocho días se anunció un
pronunciamiento en este Estado, y ayer lo llevaron a efecto los enemigos del
actual gobierno. El telégrafo está interrumpido, no hay comunicación con ningún pueblo del interior... El enemigo se
halla en Neira, La Cabaña y La Elvira , aquí estamos organizando
fuerzas.."
El 25 de enero Juan Bautista Gonzales
con unos cien rebeldes había atacado a Neira en tanto que distintas
columnas insurgentes se apoderaron
simultáneamente de Aguadas, Aranzazu y Pácora.
Los obispos Gonzalez y Montoya se pusieron a la cabeza de la revolución
secundados por todo el clero y la más granada y pendenciera élite conservadora.
El prefecto Víctor Cordovez ,
alertado oportunamente, operó
rápidamente y con eficacia tratando de abortar el
levantamiento. El 19 de enero apresó en Manizales a varios dirigentes
comprometidos, entre los cuales estaba José María Gutièrrez, Silverio Arango y
Pablo Jaramillo, y organizó de inmediato cuatro batallones con los cuales hizo
frente al pronunciamiento.
Los rebeldes acamparon el La Florida y en Buenavista y cortaron el
camino con el Tolima. Desde El Líbano, Don Isidro Parra reunió tropas liberales
y se preparó para apoyar al gobierno radical de Antioquia. Todo hacía prever
una guerra enconada y destructiva que
iba a envolver a la República entera. A Manizales llegaron noticias inquietantes para el gobierno. Se
rumoraba que desde Plancitos avanzaba Cosme Marulanda con gran número de
combatientes y que en Riosucio se estaba
formando un batallón para apoyar a los
revoltosos.
El 29 de enero de 1879 a las tres y media de la tarde, se presentó el
segundo encuentro armado en el departamento. Los insurgentes
bajo el mando de Juan Manuel Llanos, atacaron en las faldas de la
quebrada Olivares a dos Compañías del Batallón 1º de Zapadores.
Después de media hora de combate el comandante Valentín Deaza, apoyado
por los batallones Rifles y Alzate y por las fuerzas de la Policía, puso en
fuga a los conservadores, quienes dejaron en el campo veinte muertos, muchos
heridos y moderno material bélico.
Mientras se combatía en el sur, la revolución estalló en el centro y en el norte antioqueño. Tomás Rengifo
derrotó a Lucio Estrada en El Cuchillón
en tanto que las tropas gobiernistas entraban victoriosas a Santa Rosa
de Osos donde fusilaron al comandante
rebelde José McEwen, a quien habían
acusado de poner al frente de sus trincheras a prisioneros liberales para que
sirvieran de carne de cañòn.
La acusación era falsa."- Que no lo maten!- De orden del general
Rengifo que no lo maten!"- gritó un emisario que corría hacia el pelotón de fusilamiento.
El encargado de la ejecución no quiso oir los gritos del emisario. La descarga sonó. Mc Eawen cayó de espaldas.
Y Rengifo cargó por siempre con la acusación de este asesinato.
La guerra continúa en el sur , en Riosucio y en Pensilvania, donde se
apoya a los conservadores. El 13 de
febrero de 1879 los clericales ocupan posiciones en Morropelao y amenazan a
Manizales, al tiempo que 2200 riosuceños conservadores toman el control de Aguadas. Arrecia la persecución
religiosa. Los oficiales radicales apresan a numerosos sacerdotes y los
incorporan a sus filas. El trato es infamante:
les visten con casacas rojas y les obligan a servir en oficios duros y
humillantes.
El 21 de marzo de 1879 Cosme Marulanda ocupa Salamina. Valentín Deaza marcha desde
Manizales y se sitúa con sus tropas en el Alto de la Palma, en cercanías de
esa población. A las siete de la mañana
del 22, el capitán Nepomuceno Uribe
ataca con el batallón Rifles y
con voluntarios de Pácora. Avanza lentamente hacia Salamina, combate calle por
calle, manzana por manzana hasta llegar a la plaza donde se concentran las tropas clericales. Se lucha casa por
casa, cuerpo a cuerpo, a golpe de bayoneta y de puñal, con encarnizamiento y
crueldad inauditas, hasta que los conservadores, agotados sus hombres, pero no
su heroísmo, deben capitular.
Ni cronistas ni historiadores manizaleños se han detenido en la corta
pero sangrienta revolución de 1879. Este episodio reafirmó la condición de
plaza fuerte de la flamante capital del departamento del Sur y dejó
definitivamente a Salamina en un segundo
plano. Por su carácter religioso alentó la emigración de innumerables labriegos
que no quisieron seguir viviendo en un territorio hostil a sus principios y
prefirieron probar fortuna en las laderas tolimenses, donde fueron la base de
comunidades fuertemente conservadoras y
católicas.
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