UNA DERROTA QUE NINGÚN COLOMBIANO SINTIÓ COMO DERROTA
Por: Carlos Victoria
James Rodríguez
La FIFA nos arrebató el sueño. Carballo
fue el verdugo. Un juez inclinado a favorecer al equipo de Brasil anuló el gol
del empate, frustrando las aspiraciones de una Selección que encantó al mundo.
Era gol de Yepes.
La FIFA demostró una vez más que no solo
es la máxima autoridad del balompié mundial sino que es una multinacional
oscura y corrupta. Razón tiene no solo Maradona en cuestionarla, sino millones
de brasileros que salieron a las calles a rechazar su exagerada injerencia en
los asuntos internos de ese país.
El jogo bonito que tanto
amamos en los cariocas es ahora el jogo sucio. Los jugadores
de Colombia fueron cocidos a pata, gracias a la deliberada omisión del
juez español; cómplice de la manera como dispuso el técnico brasilero a sus
once jugadores: detener como fuera la habilidad de James y Cuadrado.
Lo extra deportivo se impuso gracias a que
la FIFA quería, a toda costa, coronar campeón a Brasil y de paso desactivar las
multitudinarias protestas que desde los últimos meses han denunciado la
corrupción oficial, el saqueo por cuenta de dicha organización y la inequidad
en ese país. Su humillación ante Alemania y Holanda cambió la historia.
La FIFA acaba de arrebatarle un sueño a
millones de colombianos que vibramos con los 12 goles de nuestros jugadores.
Bajo la orientación de Pékerman, fue superando barreras a medida que
transcurría el torneo. Se estrelló con la muralla corrupta presidida por
un tal Blatter.
La prueba más grande del extraordinario
desempeño de nuestros jugadores lo constituyó el multitudinario recibimiento
hecho por el pueblo colombiano. Ríos humanos y una gran concentración que ni
siquiera se la han dado a los Papas. Héroes… guerreros…. verracos. Sobraron
calificativos.
Juan Guillermo Cuadrado
No estoy seguro si la Selección Colombia
unió al país, pero si lo movilizó. Fueron tres semanas durante las cuales no se
habló de otra cosa que de sus ruidosos triunfos. La euforia popular se tomó el
espacio público y las autoridades, acostumbradas a repeler manifestaciones, se
vieron impotentes para controlar a la masa emocionada.
La llorada fue colectiva tras el pitazo
final. Fue una extraña derrota, porque en lugar de irnos cabizbajos para la
casa o recriminar a la Selección, la gente siguió celebrando. Fue la primera
vez que el pueblo se sobrepuso a la adversidad y sacó lo mejor de sí. La FIFA
nos robó, seguí escuchando. Un robo mundial.
David Ospina
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La prueba más grande del extraordinario
desempeño de nuestros jugadores lo constituyó el multitudinario recibimiento
hecho por el pueblo colombiano.
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