Alfredo Cardona Tobón
En el marco de la plaza principal de Salamina se destaca
la casona de Monseñor Isaza; es una edificación centenaria de dos plantas y
arquitectura paisa, con balcones floridos, patio interior lleno de color y
colibríes y una historia que la distingue con el triste apelativo de la Casa
del Degüello.
El doctor Antonio Mejía G. me prestó su oficina ubicada
en el primer piso de la edificación, donde en medio de libros, rejos y cuadros
de caballos finos coordiné el Programa de Paz y Competitividad de la Universidad Autónoma en Salamina.
Mientras estudiantes de diversas disciplinas proponían
fórmulas para recaudar impuestos que nadie quiera pagar, esbozaban proyectos de
informática par agilizar los trámites burocráticos y trataban de encontrar las
causas del atraso rural del municipio, no pude menos que comparar el esfuerzo de los jóvenes universitarios que quieren cambiar a Colombia con trabajo,
alegría y tolerancia con el sacrificio de otros muchachos den mitad del siglo XIX, que empujados por
caudillos del desastre rindieron su vida en esa casona, creyendo que a sangre y
fuego iban a dar otro rumbo a su patria.
LA REVOLUCIÓN DE 1879
Mientras el general Tomás Rengifo, presidente
radical impuesto por los caucanos en
Antioquia, controlaba un alzamiento en Medellín, en el sur del Estado el
general Cosme Marulanda con los colonos de Plancitos enarbolaba desafiante la
bandera azul del conservatismo.
Los rebeldes atacaron por sorpresa la población de
Aguadas, apresaron la Compañía del Quinto de Vargas que sostenía la causa
liberal en la región y sin perder un
instante marcharon hacia Salamina y a las siete de la noche del 21de marzo la
ocuparon sin mayor resistencia.
Paralelamente con el avance de Marulanda, desde Manizales
se movió el coronel Valentín Deaza con el batallón Primero de Rifles y con el
batallón Zapadores, con el objeto de frenar y acabar, a cualquier precio, la
ofensiva conservadora.
A las siete de la mañana del 22 de marzo las tropas de
Deaza se escurrieron desde el Alto de la Palma, en cercanías de Salamina, y
chocaron con los alzados en armas
atrincherados en las cercanías del cementerio.
El Primero de
Rifles avanzó palmo a palmo, luchando calle por calle, hasta la manzana sur de
la plaza principal. El capitán Fernán Gaviria con voluntarios de Pácora atacó
las casas de la acera occidenta,l en tanto que Rafael Avendaño con liberales de
Salamina tomaba las casas del lado oriental y la retaguardia
gobiernista aseguraba el punto de Higuerones en la parte alta de la zona
urbana.
A las once de la mañana el humo de la pólvora cubría la plaza; los oficiales liberales
repartieron los últimos tragos de aguardiente con pólvora y entre la humareda
emergieron los soldados del Batallón Zapadores que entre gritos y maldiciones
forzaron puertas y perforaron paredes
para acercarse por los interiores de las viviendas a la casa de José Ignacio
Llano, hoy Casa de Monseñor, donde se presentaba la más tenaz resistencia
enemiga.
Atrás del Zapadores avanzó el Primero de Rifles bajo el comando del
capitán manizaleño Juan Nepomuceno Uribe.
Los soldados conservadores atrincherados en la casa de Ignacio Llano
disparan desde el techo, los balcones y los postigos sin dar cuartel pese a estar rodeados de enemigos. Una ráfaga
de plomo destroza el pecho del capitán Uribe, sus hombres flaquean un instante,
entonces el corneta del Zapadores ordena armar bayonetas y al toque de carga la
tropa gobiernista arremete con todas sus fuerzas contra el bastión enemigo
trabándose combate cuerpo a cuerpo sin dar ni pedir clemencia.
Las escaleras se llenan de cadáveres, las blasfemias y
los lamentos de los moribundos convierten la casona en la antesala del
infierno; la sangre corre por los corredores, las chambranas ceden ante el
empuje de los combatientes que caen al patio interior atravesados por golpes de bayoneta. Ante la
inminente derrota conservadora algunos sobrevivientes saltan hacia la plaza para encontrar
la muerte en los fusiles de los
atacantes.
El combate no cede;
desde los balcones de las casas de Alejandro Escobar en la esquina
occidental y de Alfonso Echeverri al lado de la iglesia, los francotiradores
siguen disparando sobre las fuerzas de Deaza; por fin, al filo del medio día
cesan los disparos, en la casa de José Ignacio Llano caen los últimos
francotiradores y en su techo ondea la bandera del batallón Zapadores, cuyo fondo rojo se confunde con los torrentes
de sangre que cubren el campo de combate.
DESPUÉS DE LA TEMPESTAD
El telegrafista Pedro María Ospina informó minuto a minuto sobre las
incidencias de la cruenta acción militar
que dejó en total 150 víctimas. Mientras en Manizales, Pácora y Salamina
lloran las madres, los huérfanos y las viudas por las calles de Salamina pasean abrazados, como dos grandes amigos,
Cosme Marulanda y Valentín Deaza, como si no hubiera pasado nada. No fue un gesto de reconciliación y de
perdón, como lo hacen aparecer cronistas de la época, fue un espectáculo ruin,
que mostró la insensibilidad de esos héroes de pacotilla, que se aprovecharon
de un pueblo ignorante para arrearlo en sus juegos de guerra.
El combate de Salamina fue el final de la guerra clerical
de 1879; Cosme Marulanda purgó algunos meses de cárcel en Medellín, Valentín Deaza continuó de
comandante militar en Manizales y luego se radicó en Pereira, donde figura como
uno de sus grandes personajes .
La Casa del Degüello, o de Monseñor, es un monumento
histórico de Salamina lleno de flores y de colibríes, pero sin una placa que
recuerde a las docenas de jóvenes que la empaparon con su sangre en defensa de
unos principios que olvidaron quienes siguen sembrando odio para sostener sus ruines intereses.
Corrige tu comentario con respecto a mi Bisabuelo .. Valentin Deaza ..no fue ningún héroe de pacotilla..quedó muy pendiente de que borre tal insulto
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ResponderEliminarComo tantos heroes de pacotilla de nuestras guerras civiles arrastró a numerosos jóvenes al sacrificio tras de principios que hubieran podido afirmarse con argumentos y no con sangre.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Eliminarahí demuestra usted que es un bloguero de Pacotilla que se aprovecha de algo de antigüedad y algo de reputación para publicar pendejadas, usted es la única persona que se atreve a hablar de mi Bisabuelo de esa manera, copiando, editando y pegando historias de internet, usted esta viejo igual e irrelevante, solo le pedí que borrara s u insulto, igual no tengo tiempo de seguir sus viejeras, estudie y lea mejor
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