Alfredo Cardona Tobón
En la guerra de los Mil Dias, el general Cándido Tolosa reclutó tropas en
Medellín y tomó rumbo hacia Marinilla; al llegar al cementerio de San Pedro, un
recluta liberal armado con una vara
aguzada preguntó por las armas.
-¿Las armas?- ¡Ah sí¡- a eso vamos- dijo el general- a eso vamos.. a
quitárselas al enemigo.
Después de una marcha de quince días, evitando las milicias
gobiernistas, los liberales desentablaron el puente de occidente y esperaron el ataque conservador. Desde una trinchera Germán Tobón Tobón vio como los conservadores armaban las balsas y cruzaban el Cauca. Los enemigos llegaron a la orilla y cautelosamente avanzaron entre los matorrales. La munición era escasa y tenían orden solo de disparar sobre seguro. Así que Germán esperó y vio acercarse dos soldados dos soldados conservadores que al no ver resistencia se sentaron dándole la espalda y se pusieron a fumar. !Quémeles Germán !- ! Quémeles!- dijo Trino, el compañero de trinchera que lo apoyaba con una peinilla a falta de fusil.
Germán apuntó con cuidado... su boca estaba reseca.! No Trino! yo no les disparo, no los conozco ni me han hecho nada. Pues entonces vámonos- le constestó Trino-
Los dos muchachos conservadores continuaron fumando mientras Germán y su amigo tiraban el fusil al rio y regresaban al camellón de Buenos Aires para viajar hacia el Jardín de huida de la guerra.
Germán apuntó con cuidado... su boca estaba reseca.! No Trino! yo no les disparo, no los conozco ni me han hecho nada. Pues entonces vámonos- le constestó Trino-
Los dos muchachos conservadores continuaron fumando mientras Germán y su amigo tiraban el fusil al rio y regresaban al camellón de Buenos Aires para viajar hacia el Jardín de huida de la guerra.
LA COLONIZACIÓN ANTIOQUEÑA
El ingeniero Roberto White trazó en 1833 un camino entre el suroeste
antioqueño y las tierras del Chocó; sobre tal vía, en tierras frías de
Riosucio, el prefecto de la provincia,
don Rafael Tascón, inició la fundación de un caserío llamado El Rosario.
Después de la guerra de los Mil Dias arreció la persecución contra los
liberales en el suroeste de Antioquia, ante lo cual un grupo de familias
acompañadas por el padre Marco Antonio Tobón y su hermano Germán, salieron del
Jardín, atravesaron la frontera caucana y se instalaron en El Rosario, donde
tumbaron rastrojo y monte, abrieron potreros y los surtieron con ovejas y
reses.
El Rosario creció.. se construyeron casas de dos pisos, hubo sembrados de trigo, el padre Tobón instaló un molino y una fábrica
de ruanas y cobijas, levantó una iglesia y se montó una posada caminera, se
fundó un colegio, compraron una imprenta y el poblado empezó a figurar en los
mapas de Colombia.
El padre Marco Antonio era el líder y su hermano Germán el inspector de policía, se convirtió en el terror
de los ladrones y de los indios uchimas que desde tiempo atrás salían del
resguardo del Chamí para emborracharse con alhucema y protagonizar escándalos y
peleas.
LA MALDICIÓN DEL PADRE TOBÓN
El sacerdote Marco Antonio Tobón era un extraño clérigo liberal, aficionado
a los aguardientes dobles y a las mulatas bonitas; por todo ello los conservadores
de Riosucio, que miraban con temor el crecimiento de un reducto rojo en su
territorio, hicieron imposible la vida al cura Tobón con acusaciones y
pasquines, con amenazas y memoriales.
El padre Tobón se cansó de lidiar con el párroco y el obispo y como los
paisas tienen las alas listas, remontó vuelo hacia la aldea de Carmén del Atrato.
LA PEREGRINACIÓN POR EL CHOCÓ
De Carmen del Atrato el padre Tobón pasó a Quibdó , luego se adentró en las selvas del Chocó y llegó al caserío de Pueblo Rico; allí encontró una colonia de paisas llegados del oriente antioqueño. El padre Tobón abrió los libros de la viceparroquia, invitó a su hermano Germán y a Juancho Tobón quienes con varias familias de la aldea del Rosario se instalaron en Pueblo Rico y dieron vida a la pequeña población..
El padre Tobón se integró a la provincia misionera de Quibdó pero cuando llegaron los
claretianos a la zona lo tildaron de modernista y lo acusaron de libertino por su
respeto a la cultura de los negros y los indígenas a quienes catequizaba con el ejemplo sin forzarlos a abrazar las prácticas cristianas.
El sacerdote era amigo personal del general Rafael Uribe Uribe y con su apoyo
consiguió que separaran a Pueblo Rico
del Chocó y lo agregaran a Caldas. Por liberal y modernista y por sus divergencias con los claretianos las autoridades eclesiásticas lo alejaron del altar y entonces se dedicó a tumbar montaña y a sembrar potreros. Los
detractores no lo dejaban en paz, le levantaban todo tipo de infundios, un día se encontró con uno de ellos en la esquina de la plaza de Pueblo Rico: “
Vil calumniador- le dijo el levita- no serás tu ni los hombres quien me
juzguen. Haz de comparecer ante el Supremo Juez quien me hará justicia". -Una
semana después, a la misma hora y en el
mismo lo asesinaron vilmente, lo que fue interpretado por los vecinos como un castigo de Dios.
UN PAISA GALLERO Y SOLITARIO
Germàn Tobón acompañó a su hermano Marco Antonio adonde iba; estuvo con él en El Rosario en Pueblo Rico, en Santuario y cuando el padre Tobón viajó a
Quinchía a fundar un colegio, Germán Tobón encayó al lado del cerro Gobia.
Entre los hijos de Germán estuvo Pablo, el último sobreviviente de la caravana del Jardín. Fue el calavera de la familia:
aficionado al licor y al juego, aventurero como su padre y su tío y empujado al
garete por todas las tormentas.
Los amores de Pablo fueron los
gallos y los caballos finos. Sus ojos se iban tras los cascos de los potros y
su alma hacia el tremolar rojo de la bandera liberal. Cuando llegó el cine a
Quinchía , Pablo Tobón se identificó con los vaqueros del oeste y en una
arranque etílico enfiló su caballo contra el único carro del pueblo con la
intención de saltar sobre el vehículo;
la desdichada bestia no estaba adiestrada para tales acrobacias y cayó
reventada mientras el jinete se estrellaba contra el empedrado.
Pablo Tobón fue una de las primeras víctimas de la violencia política en
Quinchía; el domingo 28 de marzo de 1948 por la noche entró un bus escalera
repleto de chulavitas escupiendo plomo. Pablo les salió al encuentro junto con
Pateperro, desabrochó su camisa, mostró el pecho desnudo y les gritó:-
-
Disparen
hijueputas que no le tengo miedo a las balas-
Los fusiles respondieron y un proyectil le atravesó la pierna lánzadole de
bruces contra la acera. Ni siquiera el tiro de grass calmó al viejo excéntrico, porque cada vez
que se emborrachaba cuadraba su caballo en un extremo del parque y a grito
pelado cruzaba la calle de la Quiebra mentándole la madre a los conservadores. En uno de los lances un
policía le reventó un ojo de un cachazo de pistola. “ Así quedo mejor- dijo
después a sus amigos- con un solo ojo no veo tantos malparidos”.
Pasaron los años. Al fin Pablo arrugado y enfermo se olvidó del trago, de los gallos, los caballos y de las
peleas con los godos. El viejito, derecho como una guadua y delgadito como un
suspiro, recorría con dificultad las cinco cuadras entre la pensión donde vivía
y el cafetín donde tomaba tinto y jugaba dominó con antiguos compinches. A las
cinco de la tarde se recogía y trancaba su pieza por dentro. La noche del 24 de
septiembre de 1984 dejó este mundo sin quien lo llorara; fue el último sobreviviente
de la caravana de Jardín.
Los pasos de Pablo Tobón se perdieron en el laberinto oscuro de las gestas
sin nombre y de las historias sin cronista. Al igual que la aldea del Rosario
se perdió en el pasado sin dejar huella.
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