Alfredo Cardona Tobón*
El vapor llegó al puerto de Arrancaplumas y las
luces de la cubierta resbalaron por las espumas hasta perderse en el ramaje del
peñón de la orilla. Las calderas continuaron tragando leña y los coteros,
divididos en dos grupos, descargaban el buque por un costado mientras por el
otro llenaban las bodegas para emprender el viaje río abajo.
La jornada de trabajo se extendía de acuerdo con las
necesidades de la empresa, y ni al
administrador de la "Colombian Railway y Navigation Company Limited",
ni a los empleados nacionales que acolitaban sus abusos, les importaba que los
obreros laboraran como esclavos, tras una ardiente jornada, sin descanso ni
paga extra. La empresa europea parecía
operar en una colonia inglesa, y no en
un país soberano que debía defender a su gente.
La compañía, que monopolizaba el transporte por el
río Magdalena, el ferrocarril de La Dorada a Honda y el cable aéreo de
Mariquita a Manizales, pretendió dominar totalmente el flujo comercial, y para
acabar con la competencia, subió los fletes ferroviarios a las mercancías que
no habían utilizado sus barcos.
Las maromas especulativas de la Colombian Railway
lesionaban al comercio local, que creó una junta de defensa para oponerse al pool de la compañía extranjera. La explotación de
los trabajadores y los abusos de la empresa
unieron a los habitantes del caserio de La Dorada y a los vecinos de la
población de Honda, cuyos destinos estaban unidos por el río y por el ferrocarril, en una lucha que no
fue exclusivamente obrera, pues a ella, sin distingos, se unieron las
autoridades locales y todos los sectores sociales de la ribera.
ESTALLA LA HUELGA
El movimiento se inició el nueve de diciembre de
1917 bajo el liderazgo de Carlos A. Rueda, un antiguo maquinista del
ferrocarril. "Ha llegado el momento de la unión- decían los manifiestos
del Comité de Huelga- de la compactación en una sola masa, en un solo hombre
fuerte, muy fuerte, para reclamar el derecho que nos corresponde… Así como la
civilización se abre paso aún en los países más atrasados, así también los
obreros tenemos que abrirnos campo en las empresas, y mucho más en las
extranjeras, donde nos pagan salarios miserables, se nos explota y se nos
aniquila y una vez agotados, se nos despide porque ya no servimos.."
Como un solo hombre, los coteros, los comerciantes y
los ferrocarrileros se enfrentaron a la
poderosa compañía, que se vio respaldada
por un gobierno débil, vendido a los intereses foráneos. Los
trabajadores no abandonaron los sitios de
labor para evitar que fueran ocupados por los esquiroles; los
organizadores del movimiento prohibieron el consumo de licor y se alertó para
que no recibieran el trago donado por la Colombian Railway
Los
huelguistas no se amilanaron con el despliegue de la policía y aguantaron
estoicamente sus embates. No utilizaron fuerza ni violencia y para impedir la
salida de los trenes los manifestantes se tendieron sobre las vias férreas,
resueltos a que los molieran las locomotoras, si acaso, alguien osaba ponerlas
en marcha.
LAS REIVINDICACIONES SOCIALES.
Tres días bastaron para que el movimiento popular bajara los humos a
los intocables explotadores ingleses. Una comisión formada por miembros del
Concejo de Honda, el comercio de la ciudad y un designado de los huelguistas
conferenció en Mariquita con mister U. Warren, administrador general de la
Compañía. Se consiguió un aumento del 20% en los salarios, una jornada laboral
de nueve horas y pases semanales para viajar en el ferrocarril, pero nada se
consiguió en los fletes y tampoco se pudo remover a un funcionario de apellido
Sanín, que se había convertido en el azote de los trabajadores.
Dos años después la Empresa seguía rehuyendo un
convenio sobre servicio médico y el suministro de medicamentos y la jornada
continuaba siendo de once horas diarias. Por ello el 31 de diciembre de 1919
estalló otra huelga que cobijó al ferrocarril y al cable aéreo y se extendió
por las poblaciones de Honda, La Dorada y Beltrán.
El gobierno conservador envió cien policías para
proteger a los esquiroles y asegurar el
servicio férreo. El pueblo reaccionó violentamente y tras algunos desórdenes se
pactó luna mejora del salario del 30%, la jornada de ocho horas y la
destitución del administrador general. Cuatro años más tarde los trabajadores
del ferrocarril consiguieron, con otro paro, un
día de descanso remunerado y la indemnización por despido y enfermedad.
Es verdad que el cable aéreo y el ferrocarril de La
Dorada abrieron las puertas de Caldas al mundo exterior, pero fueron monumentos
a la explotación y a los abusos. Los trabajadores debieron enfrentarse a un
gobierno que veía, en todo reclamo laboral , la acción de los comunistas.
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