Alfredo Cardona Tobón
A fines del siglo XIX Martin Candela era uno de los hombres más importantes
de Ansermanuevo; de enorme figura, tez blanca
y cabello rojizo, como todos los Candelas caucanos, colonizó parte de
las riberas del río Cañaveral y abrió selva en la cordillera occidental por los
lados del Alto del Rey y por las vertientes del río Sopinga.
Martín Candela además de empresario y aventurero era un aguerrido seguidor
del radicalismo liberal; un guapo de pelo en pecho, veterano de la fugaz guerra
de 1895 y el primero en levantarse contra las autoridades conservadoras al
estallar la guerra de los Mil Días. A Candela no le fue difícil reclutar
combatientes en los sitios de Calabazas,
La Virginia y Ansermanuevo. Armados
de machetes y lanzas los guerrilleros de Martín Candela se internaron en el
monte y pusieron en jaque a los
tuntunientos gobiernistas de Cartago y a las tropas que el gobernador de
Antioquia envió a la frontera para impedir el paso de los revoltosos
EN EL ALTO DEL REY
Con el grado de coronel, que posiblemente le dieron sus guerrilleros,
Candela estableció su campamento en el Alto del Rey, un punto estratégico sobre
el camino colonial de las Ansermas, desde donde se oteaba cualquier movimiento
enemigo; en ese punto, que hoy ocupa la reducida área urbana del municipio de Balboa,
Risaralda, retumbaron las descargas de
fusil y su eco se extendió por la trocha
de la Gironda y los abiertos de Patiobonito dando la sensación de crudos
combates cuando en realidad no pasaban de simples tiroteos.
De tanto en tanto la gente de Martín Candela se descolgaba desde la
Serranía y se enfrentaban a las fuerzas
gobiernistas acantonadas por el río Cañaveral, por Calabazas y las orillas del Cauca, que no
se atrevían a trepar al Alto del Rey.
Ante la amenaza creciente de Martín Candela y de sus lugartenientes Arcesio
Londoño e Ignacio Penilla, el Estado Mayor del Ejército gobiernista del Cauca,
desplazaron parte del batallón Apía y la
totalidad del batallón Riosucio para hacer frente a la guerrilla liberal. Ante
el acoso de las fuerzas conservadoras, Candela se replegó hacia el caserío de
Arrayanal y a las montañas del Chamí,
donde al poco tiempo los insurgentes se vieron sin víveres y atribulados por
las culebras, los bichos ponzoñosos y las enfermedades del trópico.
LA GUERRA EN EL CHOCÓ
Los gobiernistas entraron al Chocó por varios frentes; el 31 de marzo de
1900 el Batallón Reserva de Apìa ocupó la población de San Pablo después de
cuatro horas de intensos combates con una fuerza liberal bajo el mando de Eliodoro Rodríguez.
En el Chocó más que las bajas en los combates fueron las deserciones las
que menguaron las fuerzas de uno y otro bando y las enfermedades y los bichos
que se cebaban en la humanidad de los soldados.
Con la caída de San Pablo se fue al suelo todo el andamiaje defensivo de
Martín Candela y la moral de sus tropas. La dramática situación se refleja en
el siguiente comunicado del jefe rebelde a las fuerzas gobiernistas;
“Serranía del Caucho-Abril 4 de 1900
Comandancia de las Fuerzas de Operaciones por al vía de Juntas de Tatamá-
Señor Francisco de P. Castro o quien sea jefe de las Fuerzas invasoras del
gobierno por la misma vía, el Puente o donde se halle.
Teniendo en cuenta de que el gobierno persiste en invadir este territorio chocoano y siendo yo uno de
los jefes encargados para su defensa, persuadido como estoy de la gran inutilidad que hay en
el derroche de una sola gota de sangre más en su defensa, ya porque veo de
ninguna importancia la toma del Chocó por cualquiera de los dos bandos
beligerantes y porque estoy convencido que aquí es insostenible la guerra por
la escasez de recursos alimenticios como también por el clima deletéreo: por
todas estas consideraciones y teniendo en cuenta que a un enemigo que se
entrega se le respeta y se le trata con todas las consideraciones que los
sentimientos de generosidad y justicia y la práctica de la guerra civilizada
exigen, he tenido a bien, de acuerdo con la oficialidad que me acompaña, proponer que estoy dispuesto a entregar a usted todas las armas de que
dispongo con sus correspondientes pertrechos, bajo la condición que a jefes y
oficiales se les permita que conserven sus espadas y que a todos en general se nos expida el
correspondiente pasaporte para continuar
nuestra marcha hacia el interior.
Aguardo se conteste lo que usted crea conveniente.
Patria y Libertad.
Martín Candela”
El general Cerezo, comandante en Jefe de las fuerzas conservadoras de
Cartago aceptó el ofrecimiento y las condiciones del comandante Martin Candela,
quien el ocho de abril de 1900 se entregó con 50 combatientes, armamento y
numerosos pertrechos. Entre tanto, el Batallón Apía ocupó la población de Tadó en el Chocó, y su comandante Lorenzo Palomino,
después de limpiar la zona de rebeldes, regresó a Cartago, tras una odisea por
la selva venciendo torrentes y haciéndole el quite a los animales ponzoñosos.
La historia no volvió a mentar a Martín Candela. El guerrillero se perdió
para siempre en los cacaotales del Tatamá, donde quedaron sepultados los capítulos de su vida aventurera y se puso fin
a otro suceso sin gloria en la región frontericas con el Chocó, que a través de
los siglos, no ha tenido gran importancia política ni militar y solo ha servido
de refugio para cuadrillas desesperadas que huyen a sus selvas para huir del
peligro, y caen víctimas del tifo, las
diarreas, el pian y los bichos, que son enemigos más temibles que los armados
de fusiles y granadas.
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